Capitulo 4: Miedo.

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-Hey Sanji... levántate... llegamos tarde al trabajo ...- Susurró a su oído.

Abrió sus ojos cansados poco a poco, su mirada se centró en los ojos avellana que miró con ilusión. En si rostro podía verse su expresión de preocupación, pies en sus ojos aún había rastros de lágrimas y además su cuerpo estaba por sobre la sábanas y sabía muy bien que si las mantas no le cubrían pasaría toda la noche en vela.

-¿Qué te pasa? ¿Estuviste llorando?

Mordió sus labios, callando su deseo de ser lo único que esos ojos avellana vieran.

-No. No muerdas tus labios, no te calles. Dime qué sucede.

-Ayer por la noche ... se cumplieron 15 años...- Suspiró y finalmente confesó. La expresión de Zoro endureció.

-¿Por eso querías que me quedara contigo hasta tarde?

Asintió.

-Debiste decírmelo... hubiera encontrado una forma de no dejarte solo...-

-Quería distraerme sólo por unos instantes más... tarde o temprano sucedería... -

-¿El qué? ¿Qué sucedió anoche?

-Nada grave, yo...-

-¿Nada grave? ¡Mírate! Gracias a ello no puedes dormir como es debido y además sufres sus consecuencias todos los días

-Son... sólo ataques de ansiedad... eso es todo...-

-¿"Eso es todo"? - Respiró hondo antes de suspirar profundamente. Definitivamente el rubio frente a él no reconocía de ninguna forma su grave estado emocional y mental. -Hagamos ésto. Cada vez que pase algo así, vas a llamarme. Da igual si estoy durmiendo o si crees que estoy ocupado, llámame ¿De acuerdo?

-B-bien...- Un extraño calorcito había llenado su corazón. Era muy extraño.

Zoro se apartó de su cuerpo para permitirle levantarse y así lo hizo. Al hacerlo, Zoro puso percatarse de pequeñas manchas rojas pasando a marrón en las mantas. Inmediatamente reaccionó.

-Sanji... ¿Es ésto lo que creo que es? - Preguntó firme mirándolo a los ojos, esperando por una respuesta y un argumento creíbles. Sanji bajó la mirada, sin responder. -¿Qué has hecho? -

-Zoro...yo...-

-Dímelo...-

...

Veía al blondo dormir plácidamente sobre su cama, su cabello desordenado, el fino hilo de saliva cayendo de sus labios y sus mejillas coloradas le hacían lucir aún más hermoso. Sus brazos descansaban a los costados de su cabeza y en ocasiones sus dedos se movían inquietos. Sonrió como si estuviera viendo a un niño.

Tomó su teléfono celular y buscó con sus dedos el número de su jefe. Pidió el día libre para él y su compañero, explicando la situación, lo único que el mayor respondió fue que "sabía que pasaría" y aceptó con la condición de que no le quitara los ojos de encima, debía tenerle vigilado la mayor parte del tiempo. Cómo era de esperarse, aceptó; se lo pidiera o no, iba a hacerlo por propio deseo.

Se quedó sentado a su lado un buen rato, Sanji no se había movido hasta ese momento y probablemente no lo haría hasta haber rellenado las horas de sueño que se había saltado la noche anterior. Miró la pantalla de su teléfono y observó con detalle el personaje que se desplazaba por toda la pantalla con ayuda de los controles. Le llegó una idea a la mente y se levantó cerrando el videojuego, con dirección a la puerta principal.

Mientras tanto, los ojos azules se abrían lenta y pausadamente. Sus dedos tallaron sus ojos y se sentó apoyándose sobre la cabecera de la cama, mandó a volar las sábanas mientras se ponía de pie tanteando en el piso con sus pies la posición de sus pantuflas, que sabía perfectamente que ahí se encontraban.

Ya estando de pie, se dirigió a buscar al moreno, aunque intuyó que se había ido a trabajar. Buscó en cualquier sitio que se le pudo ir a la mente, en toda la casa y eso sólo fortaleció su hipótesis. Decidió entonces que prepararía su desayuno antes de prepararse para ir también al restaurante. Entre sus ingredientes se encontraban varias verduras, quería desayunar algo vegano, sin productos animales y sabía qué receta preparar; era algo complicada pero deliciosa.

Cuando terminó, el plato de pasta de presentación agradable ya se venía en sus piernas, más específicamente sobre sus muslos, mientas lo sostenía con una de sus manos y con la otra su tenedor. Encendió la televisión y miró la pantalla de su teléfono que le indicaba que habían pasado dos horas desde que había sido su hora de entrada. Lo ignoró, era el único día del año en el que el viejo le dejaba hacer lo que quisiera.

Escuchó la puerta principal abriéndose pasados unos minutos. Pasos comenzaron a acercarse detrás suyo y al momento de escuchar la voz gruesa de su compañero su cuerpo cambió de posición para mirarlo directamente por encima de su hombro derecho.

-¿Qué haces tú aquí? ¿No estabas trabajando?

-No. Fui por ellos mientras dormías - Dejó una bolsa sobre el respaldo del sillón. - Adelante, son para ti.

-¿En serio? Gracias, supongo. - Su curiosidad aumentó y no pudo evitar tomarlo. Lo abrió y encontró un par de guantes de látex blancos. Miró al marimo confundido y sacó ambos guantes de su empaque. -¿Un par de guantes?... Marimo... ¿Entiendes la diferencia entre Hafefobia y Misofobia?

-Por supuesto.

-Entonces ¿Qué pretendes?

-¿Recuerdas lo que intentamos anoche? -

-¿Si...?

-¿Te gustaría repetirlo? - Preguntó rodeando el sofá y sentándose a su lado, Sanji miró un par de veces los guantes en sus manos dudando mucho de que en verdad le ayudaran. -¿Qué te pasa?

-No creo que funcione. -

-Vale la pena intentarlo ¿No? - Sonrió levemente.

-Bien...- Con cuidado separó ambos guantes, lentamente comenzó a introducir sus dedos dentro con ayuda de su mano izquierda y cuando entró perfectamente miró al marimo por encima de su hombro izquierdo.

Se colocó de forma que quedara frente a él y lo vió extender su mano izquierda a modo de saludo; tembloroso acercó su mano lentamente y una sensación indescriptible comenzó a crecer dentro de sí, mariposas en el estómago y un extraño temblor en los brazos. Se detuvo por unos instantes con pequeñas gotas de sudor por su rostro, mirando sus manos como si de algo malo se tratara.

-No olvides respirar profundamente, cook. -

Escuchó sus palabras y obedeció. Respiró hondo varias veces, logrando así calmar esa extraña sensación. Un hormigeo imaginario se adueñó de la palma de su mano y sin pensarlo dos veces tomó rápidamente al moreno, entrelazando sus dedos con los ojos cerrados. El moreno sonrió.

-Abre los ojos... no ha pasado nada. - Alentó al rubio, que miraba preocupadamente ambas manos entrelazadas. Continuaron con sus dedos entrelazados por varios minutos, el rubio pudo normalizar su respiración y logró calmarse. -¿Qué tal? - Preguntó observando el único ojo visible del menor aprovechando que éste miraba a la unión entre ambos.

- Es... extraño... - Susurró para sí mismo. - Había olvidado lo bien que se sentía. - Sonrió dulcemente. - Ha pasado mucho tiempo... -

-¿Quieres seguir así más tiempo? - Preguntó viendo

- ¿Puedo...? - Le miró afligido, una pequeña lágrima se asomaba por uno de sus ojos.

-Por supuesto. -

-Yo... quiero quitarme el guante...- Susurró avergonzado.

-Adelante...- El agarre de sus manos se deshizo por unos minutos. Vió al rubio jalar con sus delgados dedos el guante poco a poco hasta sacarlo por completo. Su mano izquierda empuñó el látex y se apoyó del sofá. Ésta vez fue Sanji el primero en levantar y estirar el brazo. Sonrió satisfecho acercándose lenta y gentilmente a él hasta hallarse unidos de nuevo. Al principio sus dedos temblaban nerviosos y podía ver en su mirada ilusión como los ojos de un niño pequeño con juguete nuevo. - ¿Qué te gustaría hacer, cook?

-Quiero estar así siempre contigo...- Admitió sonrojandose.

-¿Quieres ver una película? - Preguntó

-¿Podemos seguir así? -

-Todo el tiempo que quieras.

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