Suspiró sujetando su móvil entre sus manos, con la yema de sus dedos le daba vueltas a la pantalla, sin prestarle atención a la televisión, donde el hombre explicaba el funcionamiento de un artefacto extraño. Se levantó rápidamente cuando llamaron a la puerta.
–Hola…– Intentó sonreír. El tatuado entró sin decir una palabra. Cerró la puerta detrás de sí luego de darse la vuelta y caminó detrás del pelinegro. –Me alegra que hayas venido… – Suspiró invitando al moreno a sentarse en uno de los sillones. –No te preocupes, mañana te ayudaré con la mudanza.
–Gracias, supongo. – Se quitó los auriculares y los guardó en uno de sus bolsillos de su chaqueta después de haberlos desconectado de su móvil que guardó en el bolsillo contrario. – ¿Qué pasa? Te veo extraño.
–¿Por qué preguntas? Estoy como siempre. – Sonrió sentándose en los respaldos del sillón, haciendo que sus pies danzaran colgando de una forma curiosa y extraña.
–Desde que ustedes ya no están juntos estás muy extraño. – Comenzó – Luego de que terminaran, decidiste venir a un departamento tú sólo, lejos de los lujos de tu padre y abuelo. Te has aislado y aún no sé la razón. – Cruzó los brazos buscando una explicación creíble. – No me has dejado ver más allá de tus palabras y gestos.
–¿Has venido a regañarme? No soy un crío. – Cruzó los brazos apartando la miraba enfadado.
–Realmente eso pareces. – Dijo rápidamente, sin oportunidad de dejarle pensar.
Bufó molesto, aún que el pelinegro ni se inmutó.
–¿Vas a quedarte a dormir? –Preguntó de nuevo con sus ánimos renovados.
–Mi habitación es un desastre ahora mismo con la mudanza y esas mierdas. – Suspiró y observó más tarde el rostro de ilusión de su compañero – ¿Quieres que me quede, verdad? – Los ojos del rubio se iluminaron y él sonrió cerrando sus ojos. – Me quedaré entonces.
– ¿Puedo pedirte algo? – Preguntó de pie mirándole nervioso.
–Adelante.
– ¿Puedes acompañarme mañana al trabajo? –
–¿Qué dices?
– El chico que siempre me acompañaba está fuera de la cuidad por motivos personales. – Una pausa – Me acostumbré mucho a su presencia y ahora me siento solo caminando por las calles. – Habló tranquilamente tratando de no hacer contacto visual con su acompañante, que suspiró y se acomodó mejor en el pequeño sofá.
– Queda cerca a mi trabajo. Por supuesto.
Sonrió tiernamente.
…
Suspiró profundamente viendo el lugar vacío en aquella puerta. Le recordó a cuando esperaba pacientemente fuera de aquella estación que le protegía de la lluvia y el frío, momento en el que su vívida imaginación le torturó por varios minutos. Sólo para encontrarse con una terrible escena al volver a casa.
No supo la razón, simplemente ese día que él recordaba frío y lluvioso llegó empapado entre lágrimas a con el pelinegro que le dió un lugar dónde descansar y pensar durante unos pocos días; más tarde decidiría darle un giro a su vida saliendo de casa y terminando con su tóxica relación.
Su compañero le sacó de entre sus pensamientos, el viejo le necesitaba en su oficina.
Caminó lentamente por los pasillos. Sabía que un empleado nuevo llegaría al restaurante y eso le emocionaba, pero justo en ese instante tenía una mala corazonada. El peliverde no estaba cerca para tranquilizarle el pelinegro tampoco y eso le ponía más nervioso, sus labios y sus dedos temblaban dentro de las bolsas de sus pantalones conforme más se acercaba a la oficina del viejo.
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Contacto Físico
RomantikPara él sólo eran necesarias las palabras y las miradas para sentirse amado, su corazón latía a mil por minuto estando al lado de la persona que más amaba en el mundo, pero la burbuja en la que se resguardaba fue abruptamente quebrada por la persona...