Ese día se había convertido en una tarde de películas para ellos, uno a cada extremo del sofá, agarrados de la mano con el tazón de palomitas en medio de ambos, frente a sus dedos entrelazados. Las horas pasaban, era ya de noche y seguían frente al televisor, extrañamente las palomitas apenas habían sido tocadas por el rubio que tenía los ojos perdidos en la pantalla, permanecía quieto recostado en los cogines del sofá, aún que podía sentir como movía sus dedos suavemente.
–¿Sanji…? –
Llamó su atención, aún que sabía perfectamente que no podría estar dormido. Se movió de forma que pudiera alcanzar a verle, pero no lo consiguió, culpa de su "largo" y lacio cabello que en la posición en la que estaba le llegaba a los hombros. Se acercó más a él y soltó ambas manos por accidente; al instante, vió a Sanji dar un respingo.
–¿Zoro? ¿Me llamabas? ¡Lo siento! Estaba dormitando – Sonrió nerviosamente – ¿Qué pasa? ¿Necesitas algo? –Talló sus ojos y se incorporó rápidamente
– Quería decirte algo. – Le miró atentamente mientras él terminaba por acomodarse. –Se aproxima una fecha importante para mi familia y por supuesto tendré que estar allá. – Susurró eso último, aún que el rubio alcanzó perfectamente a escucharle. – Sabes que se encuentra algo lejos de aquí y…
–¡Descuida! – Le interrumpió dando un salto – Escuché que habría un empleado nuevo y un amigo vendrá a quedarse a ésta cuidad un par de meses. No estaré solo. – Sonrió dulcemente – Por mí no hay ningún problema, pero dudo que el viejo diga lo mismo… – Se detuvo un instante a pensar – … no te preocupes, seguro lo entenderá.
–Bien… te traeré algún recuerdo de las festividades.
–Adoro las cosas artesanales. – Soltó descuidada y rápidamente.
–Disfrutaré mi tiempo antes de irme – Se apoyó en el respaldo del sofá, extendiendo los brazos.
–¿Cuándo regresas? – Preguntó arreglando su cabello, mirándole por encima del hombro. Rió levemente ante su tímida actitud, aún que al regresar la mirada a los ojos azules distantes, éstos se desviaron, por encima de un bonito color carmesí que había logrado distinguir perfectamente entre las hebras doradas de su cabello.
– No me iré hoy, cejillas. – Sanji volvió a acomodarse y cogió un par de palomitas, algunas crujieron entre sus dientes y a algunas pocas las mantuvo en la comisura de sus labios. – Sólo estoy avisándote. Igualmente te avisaré cuando me valla.
–Ok… – Suspiró y dijo con un tono apagado mirando la televisión con el rostro apoyado entre sus manos. – Zoro… ¿Cuántas películas van?
–Cuatro. – Dijo a secas. Aún que se sorprendió por haber sentido esas 6 horas como un soplido.– Con ésta que está a punto de terminar son 4 películas.
–Uhm…– Se recostó en uno de los costados del sofá. Desde que sus fríos dedos habían dejado de tocas los de Zoro sintió una sensación extraña que le había disgustado bastante. Se encogió en uno de los rincones del sillón. La película seguía reproduciéndose y realmente no le estaba tomando mucha importancia a la pantalla.
–¿Qué pasa? ¿Te has aburrido ya?–. Le preguntó intrigado sin cambiar su posición.
–Dejemos que la película termine.–
–No le pondrás atención a algo que te aburre.–
–¿Qué hay de los profesores? – Río y Zoro lo hizo igual.
…
El desastre que había detrás de él no le impidió a esperar unos segundos en la puerta, varios metros alejado del marimo que se recargaba en la pared adornada con detalles en dorado y rojo con un fondo blanco vigilando igualmente el desastre que sucedía entre las mesas; los comensales reían y convivían entre ellos y los meseros de un lado a otro tratando de no chocar al dar una vuelta en un lugar riesgoso.
Suspiró profundamente apoyándose en la puerta no importandole los meseros y meseras que pasaban sutilmente a su lado tratando de no hacer contacto físico. Dió una vuelta de 180 grados cuando el moreno hizo contacto visual con él, una sensación terrible invadió su pecho y el calor en sus mejillas las hizo coloradas. Se insultó mentalmente por haber permitido aquél contacto visual y por haber reaccionado así.
Corrió al baño de los empleados y trató de regular su respiración mientras se miraba al espejo. ¿Por qué había reaccionado así? ¿En qué diablos pensaba? ¿Qué era, una adolescente?. Había tratado de no llamar la atención de ninguno de sus compañeros para evitar que ellos le alertaran al peliverde y así evitarse una vergonzosa conversación.
Estaba enamorado, ¡Lo reconocía! Le necesitaba para vivir, para respirar. Había creado cualquier situación estúpida para tratar de mantenerlo lo más cerca posible a él, no le importaba si lo único que conseguía de él era un pequeño roce de la punta de sus dedos, eso era lo único que necesitaba para hacer que su corazón diera un vuelco; quería disfrutar el tiempo que le quedaba antes de que tuviese que irse por unos cuantos días.
Sólo era una semana y aún así no quería despegarse de él; pero aún así dentro de su corazón había alojados sentimientos demasiado autocríticos que le impedirían avanzar, y por otro lado los pensamientos del peliverde que seguro mantendría para si mismo para "evitar" dañarlo, aún que supiera que para él, las palabras se habían vuelto importantísimas, luego de que sólo miradas no fueran suficientes.
Escuchó una risa acercándose y pronto disimuló arreglándose el cabello, ninguno de ellos sospechó y entraron en los cubículos los 3 al mismo tiempo, aprovechó para salir.
…
Entró a su casa y una vez que la cerró, se apoyó en la puerta y suspiró muy pesadamente. Hacía pocos minutos que acababan de despedirse, pero ya le necesitaba… quería tomar su celular y llamar a ese número que ya sabía que memoria. Debía darle su espacio y nada mejor que aprovecharse el tiempo de festividades con su familia.
Con pequeñas lágrimas en los ojos, tomó su teléfono.
–Law… ¿Ya estás aquí?… ¿Te gustaría pasar la noche aquí?… –
Al terminar esa llamada se sentó en el piso deslizándose por la pared dejando que sus lágrimas corrieran por su rostro. Necesitaba a alguien… quería a alguien en su vida… necesitaba sentirse amado, pero sin tener una sensación de estar haciendo algo prohibido para él… quería ser libre en el amor, pero no con ese moreno peliverde.
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Contacto Físico
RomantikPara él sólo eran necesarias las palabras y las miradas para sentirse amado, su corazón latía a mil por minuto estando al lado de la persona que más amaba en el mundo, pero la burbuja en la que se resguardaba fue abruptamente quebrada por la persona...