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El día llegó, no era un día tan ansiado. Sino al contrario, nadie quería que llegue, pero llegó.

Los Sakamaki subieron con pesadez a la limosina que los transportaria al Castillo del Rey Vampiro.

El viaje en si fue deprimente y silencioso. Al llegar bajaron y justo en la entrada se encontraron con los Mukami.

Ambas familias se miraron fríamente antes de ignorarse e ir a sus habitaciones a desempacar.

El único problema era que Papamaki tenía otros planes para ambas familias, especialmente con los mayores.

Cuando los jóvenes vampiros se disponían a dirigirse a su habitación, Karl Heinz interrumpió el recorrido.

—He distribuido las habitaciones para una mejor convivencia entre hermanos.—Sonrio malicioso.

—Y como es el orden según tú.—Dijo aburrido su primogénito.

—Iran según las edades que tengan y aparentan cada uno de ustedes.

—Solo di el maldito orden!.—Exploto el menor de los Sakamaki.

—Primero irá Shu, después Reiji. Luego Ruki.—Karl los miró a los tres.—En la  siguiente planta irán los trillizos y Kou. Por último, Yuma acompañará a Azusa y Subaru.

—¡¿Y por qué  en ese preciso maldito orden?!.—Grito Ayato.

—Porque yo lo decido, además que es un proyecto mío el que estén en ese preciso orden.

—¿Y cuál es su dichoso proyecto?.—Comento interesada la megane.

—Por cada planta hay una o dos damas. En la primer planta, Reiji; en la segunda: Kanato y Kou; y en la tercera, Azusa.
Lo que yo pretendo es que las damas convivan y luego de un tiempo se comprometan con uno de ustedes para tener un linaje más seguro y poderoso.

—¡No pienso hacer esa mierda!.—Interrumpio Subaru.

—Si el proyecto no funciona en alguna planta, se les llevará después al mundo humano a convivir en un departamento. Si aún no funciona se anulará el proyecto y podrán ser libres de mis decisiones sobre ustedes.

—¿Lo promete?.—Pregunto tímidamente Kanato.

—Doy mi palabra, todo depende de que lleguen a enamorarse. No deseo forzarlas, quiero que decidan a su pareja.

La conversación terminó, todas las jóvenes habían aceptado. Era un buen trato y si así podrían llegar a ser libres,lo harían sin dudar.

Una taza de té Donde viven las historias. Descúbrelo ahora