Una taza de té

04

—¿Donde se supone que está mi ropa?.

Estaba totalmente disconforme con los propósitos sucios de su padre.

Sin importarle nada y con su fuerte frustración tomo el primer vestido que se hallaba.

El vestido tenía una abertura en la espalda dejando expuesta su nivea piel, para ocultar dejo su largo cabello suelto. No dejaría que sus acompañantes se dieran cuenta del vestido bochornoso que usaba.

Al bajar nuevamente las escaleras, se encontró con los mayores; uno dormía y el otro leía.

Claro hasta que la vieron, no le dió importancia e hizo sus actividades matutinas.

Afortunadamente la casa era muy limpia por lo que salió al jardín. Grave error porque no sabía que dos vampiros la seguían.

Que calor hace. Pensó inocentemente.

Levantó su cabello instintivamente en una cola y la sujetó con una liga.

De pronto se vio acorralada por dos vampiros. Ambos la miraban con deseo.

—El solo hecho de ponerte semejante vestido hace querer entregarte los colmillos hermanita.

—Supongo que lo único que hace es provocar, bien estamos ambos dispuestos.

Fue lo que oyó de ambos vampiros antes de sentir dos pares de colmillos: uno en la espalda y otro en el escote.

El escote.

Tal vez era la razón por la que la miraban como su presa.

La jugada de Karl Heinz había sido un éxito.