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Era un día normal, todo como siempre y los hermanos Sakamaki se encontraban haciendo las actividades de siempre. Nada fuera de lo normal.

El día tranquilo hasta que una presencia se hizo notar en la mansión Sakamaki, Karl Heinz hacia su aparición sin más.

De repente, todos se reunieron en el lugar indeseado donde el rey de los vampiros esperaba con ansias y una mirada maliciosa.

—¡¿Qué haces aquí?!.

Subaru perdió los estribos gritando con un ceño fruncido en su frente.

—Para empezar me gustaría que tomen asiento y escuchen atentamente, no deseo desperdiciar mi energía.—Karl sonrió maliciosamente.

Y todos a regañadientes hicieron caso a las órdenes de su progenitor.

—Bueno, he tomado la desicion de que tanto ustedes como los Mukami se mudaran al castillo en dos dias, y lo harán sin objeciones.—Terminada de decir la orden  desaparecio.

Esa persona ya lo dijo, tenemos dos días para equipar y prepararnos para el viaje. Por ahora pueden hacer lo que se les plazca, sin romper o destrozar algo.—La joven dama, hermana de Shu, rompió el silencio que se creó después del comunicado de su padre.

—Ore-Sama no desea ir y vivir con los gatos recogidos.—Se quejo el pelirrojo.

—No interesa lo que digas Ayato, son órdenes y debe!la cumplirlas. Aunque no nos agrade.—Reiji ajusto sus lentes mientras miraba fijamente a su hermano.

—Tks.

—Nee Teddy, ¿No crees que Reiji está enojada?... Si yo también lo creo.—Kanato, hermana de Laito y Ayato, murmuró hacia su oso.

—Solo déjenme dormir, ruidosos.

—Nfu~, Estaré con Kou-Chan~.

Cada uno sumido en sus pensamientos fue a su habitación para esperar su condena, tal y como había dicho su hermana.







Una taza de té Donde viven las historias. Descúbrelo ahora