Capítulo 42

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A Prueba

Capitulo 42

POV Jorge.

—Quiero ir a Londres. —Agradezco al cielo haber estado en ese momento sentado y que me haya pasado el trago de agua que había en mi boca justo antes de que ella dijera eso, de no haber sido así juro que lo hubiera escupido.

—¿Qué quieres que?

—Eso... quiero ir a Londres a ver a las personas en estas fotografías.

—Oye, oye, vayamos lento ¿quieres compañera? No creo que estés lista para ir a Londres —Dijo Jesy.

—Pero claro que lo estoy, es lo que más quiero en el mundo. Jorge, dile...

—Perdón Mart... pero esta vez creo que Jesy tiene razón. No estoy seguro de que sea buena idea llevarte ahora.

—¿Qué? ¿Pero que les pasa a los dos? ¿No es para eso para lo que me trajeron? ¿No es eso lo que quieren?

—Si, Martina, tranquila ¿está bien? Respira un poco. No es como si nunca te llevemos. Solo no es el momento, hay más cosas que debes de saber aún. Diablos, ellos aún no saben de ti. No podemos llegar así como si nada.

—¿Por qué no les han dicho?

—¡Oh claro linda!... "—Hey hola, buenas tardes ¿Qué tal todo? Oye ¿Qué crees? Venimos a Nueva York y a que no adivinas a quien nos topamos ¿ah? ¡A MARTINA! Tu hija la que estaba muerta pero en realidad no lo está. ¡Ah! Y otra cosa... no recuerda nada. Pobre chica, cuando la vimos ella ni siquiera sabía su nombre. En fin, te la llevamos en unos días. Saludos a la familia, adioooos." Claro... no se porque nunca se me ocurrió, Jorge... ¿Por qué nunca lo hicimos?

—Para ya Jesy...

—¿Ahora que hice?

—Nada, no hiciste nada. —Dijo Martina —Pero en serio... ¿Por qué no les han dicho nada?

—Martina, esto no es algo que les pueda decir por teléfono. Aun no consigo la mejor manera de hacerlo porque simplemente no la hay pero, si sé que la peor es por teléfono.

—Entonces vayamos y digámoselos todos.

—Martina...

—Piénsalo... vas, se los dices de la mejor manera posible y cuando se hayan calmado las cosas un poco, entro yo. Vamos, no es una mala idea.

—Claro... si quieres matar a tus padres.

—¡Jesy!

—Ya ya, perdón.

—Por favor Jorge... te lo ruego. Por favor. — Y en 2.4 segundos caí rendido a su mirada. ¿Cómo le niegas algo a ese par de ojos? ¿Cómo?

—Creo que... no es mala idea del todo.

—¿EN SERIO? —Gritaron las 2 al mismo tiempo y juro que casi me ataco de la risa.

—Algún día tendremos que hacerlo... creo que ya ha sido demasiado tiempo perdido con tu familia. Está bien, iremos.

—Jorge... yo creo que...

—¡OH DIOS MIO! ¡GRACIAS, GRACIAS GRACIAS! —Y lo siguiente que sentí fue su cuerpo irse sobre el mío. Me abrazo como si le hubiera salvado la vida y me pareció tan tierno. Era como abrazar a una pequeña de 5 años que solo te agradecía por el dulce que le diste. —Por dios, no puedo creer que los veré. Siento que te amo. —Dijo y aunque no fuera en el sentido que me gustaría, hizo que todo en mi cuerpo diera un giro de 180 grados.

—Si... y yo a t... bueno, ahmmm, creo que deberíamos checar sobre los vuelos ¿no Jesy?

—Si... deberíamos. Antes de que se les ocurra otra locura.

—Y yo debería irme. Diego me pidió que no regresara tarde.

—Vaya Martinota ese hombre te tiene controlada o ¿algo por el estilo? —Y mi estado en este momento ahora si era retener mis impulsos para asesinar a Jesy.

—No no, para nada. Solo se preocupe. Bueno... muchas gracias, por todo. A los dos. En serio.

—De nada Martinota. No sabes lo feliz que fue para mi volver a verte. —Ella y Jesy se abrazaron un buen rato y juraría que vi una que otra lágrima salir de los ojos de Jesy. —En fin, ya ya ya. Mucho amor. Creo que yo iré a levantar todo el desastre. Nos vemos luego.

—Adiós —Dijo Martina mientras Jesy literalmente se ocultaba en el living.

—Bueno...es mejor que me vaya. Adiós Jorge.

—Espera. Te acompaño al lobby.

Ambos salimos de la habitación y fuimos hasta el elevador. Entramos y no tenía ni idea sobre que más decirle a Tini. Era tan raro estar junto a ella después de tantos años y no tener idea de que decirle.

—Entonces... te... ¿gustó la comida?

—Si, todo estuvo delicioso.

—Me alegro, la verdad es que estuve a punto de no llegar, hubo un choque en la avenida y cuando salí yo... —y entonces un horrible ruido capturo nuestra atención. Era un como un crujido horrible. La música había pasado y las luces se encendían y apagaban. Martina gritaba y se había aferrado a mi cuerpo. Estaba de verdad muerta del miedo.

—¿Jorge que pasa?

—No lo se, tranquila, tranquila. —Y de repente el sonido y el elevador pararon y la luz que quedo encendida fue una muy tenue de emergencia.

—¿Qué paso?

—No lo sé... creo que se descompuso. —Oprimí el botón de ayuda, pero nada funcionaba. —Mierda —Saque el celular y llame a Jesy. Le dije lo que había pasado y que mandara a alguien a revisar el elevador. Un par de minutos me llamo de nuevo diciendo que había ocurrido un problema y el elevador se había atascado. —Bueno... parece que estaremos aquí por un buen rato.

—¿Qué te dijo?

—Que esta cosa se atoro y habrá que esperar a que lo arreglen.

—Y eso será...

—Ni idea.

—Perfecto. Diego se volverá loco y mi celular casi no tiene batería.

—Envíale un mensaje y explícale todo.

—No entiendes... se pondrá histérico.

—Oh vamos... ¿Qué es lo peor que podría pasar? No es como si nunca fuera a volver a verte. Además, estas conmigo, no con cualquiera, no te hare nada.

—Yo lo se... pero el...

—No le agrado.

—¿Qué?

—Por favor. Hay que ser estúpido para no darse cuenta de que tu hombre me repela. Pude olerlo desde que entre a la recepción de tu edificio.

—Yo... lo siento. Esperaba que no lo notaras.

—Los chicss lo notamos todo Martina. Entonces... te recomendaría que te pusieras cómoda.

POV Martina

Jorge se sentó de un lado del elevador y yo hice lo mismo, claro, después de enviarle un mensaje a Diego contándole toda la aventura que estaba viviendo ahora. Justo cuando se envió decidí apagar el teléfono para evitarme dramáticas llamadas y decidí relajarme lo que tardaran en arreglar esta cosa.

—Y dime... ¿alguna vez pensaste que esto pasaría?

—¿Estar atrapada en un elevador a las 10 de la noche contigo y sin batería en el celular? No... creo que no.

—Bueno... hay una primera vez para todo.

—¿Qué es ese olor? Huele como a quemado.

—Bueno... debe de ser por todo lo que rozo esto en la pared o... más bien huele a cigarro.

—Ew detesto el olor a cigarro.

—¿En serio?

—Si, no lo tolero demasiado.

—Qué raro. Como da de vueltas la vida.

—¿Por qué lo dices?

—Tu solías fumar... —La quede viendo raro —Bueno, no antes del accidente. Solías fumar cuando estábamos en la escuela. Después lo dejaste porque no me gus... bueno, lo dejaste.

—¿Qué paso después?

—¿Después de que?

—Después de que... ya sabes. Todos pensaron que yo...

—Oh eso. Bueno... muchas cosas. Ninguna buena. Ya que no había manera de saber que había pasado contigo y nunca nos llegó ningún cuerpo... nosotros, te hicimos un funeral simbólico.

—Hm... me resulta algo gracioso imaginar mi propio funeral.

—No fue gracioso Martina. Fue... el día más terrible de mi vida. Todos asistieron ese día. Fue como volver en el tiempo, a aquellos días cuando ambos estábamos en la escuela. Por un momento, aunque fuera pequeño, todo volvió. Y la razón de eso fuiste tú.

—No creo que haya sido una buena razón.

—Y no la fue, pero demostraron que... en el fondo, muchos dejaron de verte pero nadie nunca te dejo. Siempre estuviste presente en sus corazones. Supongo que es lo bueno de los funerales ¿no lo creen? —me estaba extrañando mucho lo que decía —Es ahí, en el final del camino donde puedes darte cuenta quienes realmente fueron tus amigos... quienes de verdad te apreciaban. Irónico ¿no crees? Nunca poder saber con certeza hasta que llegue el final.

—No lo había pensado así. Tiene sentido.

Platicamos un par de cosas más acerca del pasado y también comentamos lo que haríamos al ir a Londres. A pesar de haber estado por casi 3 horas atrapada en un elevador con poca luz por quien sabe cuánto tiempo más, me sentía bien. Él me hacía sentir bien. Por alguna razón hacía que cualquier miedo que existiera en mi mente se esfumara.

—¿No recuerdas nada de lo que hacías antes del atentado? ¿ni un poco? ¿un flashback o algo? —Pregunto él.


—Nada. En absoluto.

—Debe ser... horrible.

—De hecho. Yo te admiro a ti.

—¿A mi? ¿Por qué?

—Porque se supone que tú y yo éramos amigos y debe ser muy doloroso tener a alguien con quien tienes millones de lindos recuerdos enfrente y no poder decir "Hey, ¿recuerdas cuando...?" debió ser horrible para ti verme ese día y que yo no haya sabido tu nombre.

—Me hace sentir mejor que al menos reconocieras mi rostro.

—Eso es lo curioso de todo esto ¿sabes? Tu eres el único fantasma de mi pasado que tengo. No sabía tu nombre, ni quien eras, ni nada. Pero sabía que te conocía. Te había visto por mi mente. Te busque por años entre la multitud de las calles y nunca aparecías.

—Es curioso. Porque... la última persona con la que hablaste... fue conmigo. —Y lo quede mirando en shock —Tú estabas hablando por teléfono conmigo cuando todo paso. Escuché todo, cada estruendo de las calles, cada grito de la gente... hasta el último aliento tuyo. Todo. —Vi una lagrima correr por su mejilla y me acerque a él para limpiarla con mi pulgar.

—Debe ser por eso que solo te recuerdo a ti ¿No crees? —Le sonreí.

—Algo debe de quedar en tu mente, Marti —Él se acercó más a mí que quedamos juntos uno con el otro. Pasaban las 2 am y yo estaba muriéndome de sueño así que inconscientemente recargue mi cabeza sobre su hombro. Su aroma era increíble, era casi hipnotizante. Parece que no le molesto así que me quedé así con él por varios minutos hasta que hice una de las preguntas que me venía dando vueltas en la cabeza desde siempre.

—Jorge... —Él solo hizo un ruido con su garganta para asentir. Era señal de que al igual que yo, ya estaba cansado, pero seguía escuchándome. —¿Deje a alguien en Londres? Me refiero a... ¿Tenía algún novio cuando...? —Sentí como salió un pesado suspiro de su pecho.

—Algo así...

—¿Qué cómo que algo así? ¿si o no?

—Martina... es tarde. No creo que arreglen esto pronto. Trata de dormir.

—Dime Jorge —Entonces alcé la mirada y pude notar una clara tristeza en sus ojos, no estaba llorando, pero en ellos había dolor.

—Si. Había alguien que te amaba infinitamente. Capaz de dar la vida por ti, incluso de cambiar de rol contigo en estos momentos con tal de que tú le recordaras. —él solo me miraba.

—¿Cómo se llama? —Entonces bajó la mirada y volvió a recostarse en la pared

—Está en el libro.

—Vamos Jorge.

—Está en el libro Martina. Y el trato fue, cuando estés lista, leerás lo que tu misma escribiste y lo sabrás. Pero todo a su tiempo.

—Bueno... al menos dime, ¿él está bien? —Se quedó callado por unos instantes con la mirada perdida en la puerta del elevador hasta que por fin me contestó.

—No como quisiera, Martina.

A prueba - {JorTini}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora