Crece palomita, vidalita y volvete halcón

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Pero, al día siguiente, que era diecinueve de Octubre, no llegó. Lo esperé todo el día, me pasé, afuera, en la puerta, y estuve hasta, más de las diez de la noche, que mi madrina estaba furiosa, y pasaba rezando porque decía que yo me iba a perder, que no podía llegar tan tarde como anoche que había llegado como a las tres de la mañana, que ya no iba al colegio y que ahora, que parecía que se iba a acabar el mundo con todas las concentraciones y bombas y la radio que parecía que iba a estallar la revolución, y que cualquier noche, le traían muerta a su niña, me decía, y yo no podía explicarle nada, lo único que le dije es que tuviera confianza en mí, que todo se iba a arreglar le dije, me abracé a ella y dije que me creyera, que yo ahora era tan feliz, y anduve todo el día cantando esa canción de Manzanero que decía "Cuando estoy contigo, no siento el fracaso" y que decía "todo lo que tengo, lo encuentro en tus brazos" y la iba repitiendo una vez y otra mientras planchaba los pantalones, los bluyines y corría afuera a ver si Juan Carlos aparecía y volvía a pensar cuando me dijo que quería casarse conmigo, que no había nadie como yo, que yo era de él, y yo sacaba el crucifijo y me ponía a besarlo y estaba tan feliz, tan feliz, que parecía una tonta, y cuando en la tarde llegó la Telma a verme, y mi madrina que no podía aguantar a la Telma porque decía que era una fresca, y la Telma, más buena amiga la Telmita, que me dijo que estaba tan preocupada por mí, y yo la abrazaba y me reía y le mostré el crucifijo y ella me preguntó que qué me había pasado y yo le dije que no se lo podía decir, que si se lo contaba no me iba a creer, que nunca había sido más feliz en mi vida, le dije, y que ahora sí que estaba en deuda con la Virgencita de Montserrat, que no había con qué pagarle a la Virgencita, y le dije si me podía prestar algo de ropa, y ella miró el crucifijo un buen rato y me dijo que era joya muy fina. Pero, Juan Carlos no vino. El día veinte, que era un Martes, ya como que me comencé a intranquilizar y tuve que ir al liceo y como no había ido en tres días, la señorita me mandó a la Inspectoría y allí me dijeron que me habían suspendido y que iba a repetir año, y que tenía que volver con el apoderado y me dio más rabia, porque seguro que mi madrina se iba a poner de lo más que hay y se iba a enojar mucho, y tantas esperanzas que ella tenía, pero la Mirta me dijo que ella iba a hablar con una profesora, y que si yo me conseguía un certificado médico, que a lo mejor me dejaban presentarme a exámenes, y yo pasaba en la puerta que ya todos como que sabían y pasaban los veguinos y me echaban más tallas, que no sabía dónde meterme. Y yo no podía ni dormir ni comer, que tenía unas medias ojeras, que mi madrina me hizo una agüita de amapola que fue a comprar al yerbatero y me dijo que si no dormía me iba a dar un ataque, y yo, ¡cómo iba a dormir si ya hacían dos días que no venía el Juan Carlos! Y eso que me había jurado que ahora sí que iba a ir todos los días, que íbamos a vivir juntos, que nos íbamos a casar, me dijo, y nada, y a lo mejor ya se había arrepentido y todo era porque le dio pena pegarme esa noche, porque tiene tan buen corazón y después se arrepintió y se volvió a acordar, seguro que eso era y ya no iba a venir de nuevo, nunca más, y entonces, ¡cómo creía mi madrina que yo podía dormir! El miércoles hice como que me iba al colegio y me fui a Providencia y empecé a mirar, andaba de uniforme, pero miraba igual, aunque con cuidado porque antes me moría que encontrarme con el grupo, con la Pilola y la Mónica que habían sido tan malas conmigo, y, además, que me veía bien ridícula con el uniforme que me quedaba medio chico y con el bolsón más viejo, fui a "Sissi", que era a donde a veces iban a comer empolvados el Juan Carlos y los otros, y pasé por la tienda de discos, de la Consuelo, que estaba allí pero que como que no me reconoció y después me fui al "Copelia" donde no vi a nadie y me volví a la casa temprano por si él había ido y pasé toda la tarde en la puerta del cité mirando, y nada. Mi madrina estaba ahora con susto porque decía que mi mamá había llegado en la mañana a decirle que los pobladores se estaban armando para defender el triunfo de Allende en el Congreso, y que ya habían tratado de matarlo dos veces y que si algo le pasaba al compañero presidente, así decía, ellos iban a quemar entero Santiago, y a matar a todos los ricos, y decía que iban a ir todos al Congreso para Noviembre, porque querían quitarle el triunfo a Allende los políticos y que esa tarde había una nueva concentración a la que teníamos que ir todos, pero mi madrina la echó de la casa porque la mamá estaba muy curada de nuevo, y mi madrina le dijo que si volvía a ir iba a llamar a los carabineros, pero mi mamá la amenazó con quitarle la casa, que le dijo que iba a llegar en la noche con los pobladores y a todas las viejas momias como mi madrina, las iban a matar a palos, porque ellos sabían que mi madrina era alessandrista, que ése era un viejo malo que estaba completando para matar a Allende, y eso sí que ellos no lo aguantaban, dijo. La Mirta fue más tarde y me preguntó si quería ir a la concentración, que era como a las diez de la noche en la plaza Chacabuco y yo le dije que no. Y esa noche no dormí y tampoco durmió mi madrina, y puso la radio y dijo que todo estaba revuelto ahora, que no era como en los tiempos cuando vivía el finado don Lucho, que eran tiempos de orden y respeto, dijo, que esa noche yo sentía gritos y parece que afuera andaban como unos grupos, como los pobladores, que había dicho mi mamá, y mi madrina le puso doble tranca a la puerta y yo me imaginaba a Juan Carlos en el auto, afuera, esperándome, y capaz que le hicieran algo a Juan Carlos, como era rubio y parecía un ángel, y yo pensaba ¡si pudiéramos vivir juntos, cuando yo cumpliera diecisiete años, que ya no faltaba mucho, y nos fuéramos a vivir juntos, y nos casáramos, aunque no fuera por la iglesia, aunque no fuera de blanco, ¡qué me importaba!, aunque no nos casáramos, Juan Carlos, qué me podía importar, porque contigo... porque, Juan Carlos, "todo lo que tengo lo encuentro en tus brazos" - le decía. Me desvelé y lloré un poco y estuve rezando y como al amanecer recién pude conciliar el sueño, y me quedé más dormida, que cuando mi madrina comenzó a remecerme, que eran como las once y media del día Jueves, y mi madrina estaba con una taza de caldo que me había hecho y estaba llorando y yo le dije, que por qué estaba llorando, y ella me dijo:

Palomita BlancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora