Este es un relato que escribió Ushicornio para presentar a sus personajes Morag y Raven. Es la continuación de la parte que está narrada por Raven, así que, aunque se puede leer sin haberla leído ya que Morag no aparece allí, sí que recomiendo encarecidamente leer primero la parte de Raven en el libro de MAT.
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Morag:
Hacía poco que volví de mi expedición en África. Había sido genial, me moría de ansias por volver a aquel lugar. Me quedaba aún tanto por investigar en aquella excavación. Sin embargo, decidí aprovechar mi regreso para zanjar algunas cuestiones. Me pondría en contacto con Stanislav Sokolov, un colega arqueólogo con el que estudié unos meses, que tenía ciertas reliquias que me interesaban obtener. Si no les ponía un precio, debería hacerme con ellas por las malas. Eran piezas fundamentales de mi investigación sobre la estancia de los ángeles en la Tierra durante la antigüedad.
El hombre me dio una reunión con él en Rusia, dentro de dos días. Y allí me presenté. Yo iba dispuesta a tener una reunión de negocios, pero él salió invitándome a cenar y luego a ver el ballet ruso. Quizá era una buena manera de convencerlo amistosamente de que me vendiera las reliquias. Pero el tipo no daba muestras de querer hablar del tema. Cada vez que yo lo mencionaba, él se reía y seguía hablando de lo que se le antojaba, sobre todo haciéndome cumplidos e insinuaciones. ¿Acaso no le había dejado en claro hacía tres años que no me interesaba como hombre? Ni como colega, si vamos al caso, era bastante mediocre. Solo tenía mucho dinero e influencias debido a que parte de su familia pertenecía a la mafia rusa. Sin embargo, mi interés por aquellas piezas era mayor que mi rechazo a los hombres, asique fingí estar levemente interesada.
Una vez en el ballet, en el palco privado de Stanislav, cuando las luces se apagaron y la obra comenzó, la situación se me fue un poco de las manos. A pesar de que el ballet no me interesaba mucho, me cautivó la bailarina principal, una preciosa y grácil chica pelirroja que parecía flotar en el aire, más que deslizarse por el escenario. La contemplaba extasiada, cuando de golpe sentí una mano en mi muslo. Di un respingo y miré a mi acompañante. Me observaba con una sonrisa sugerente, y su mano comenzó a subir por mi pierna. Mi primer reacción fue meterle un puñetazo en la nariz, como mínimo, o electrificarle, en todo caso. Pero me contuve a duras penas y posé mi mano sobre la suya, sonriéndole.
—Aún no, el postre viene después —le susurré inclinándome ligeramente hacia él—. Discúlpame un segundo, debo ir al tocador.
El asintió y, cuando me puse de pie para irme, aprovechó para hacerme una leve caricia en el trasero. Lo mataría. Salí al pasillo con la sangre hirviendo de furia, pensando que lo dejaría inconsciente en la cama antes de que me hiciera nada, tomaría las reliquias, y me iría de allí cuanto antes.
—¿Morag Lambrick? —dijo una voz profunda entre las sombras del pasillo.
Me giré y vi a un hombre apoyado contra la pared de enfrente. Un nefilim, para ser más exactos.
—Sí, soy yo —repuse—. ¿Por qué me busca?
—Tengo una propuesta que hacerte —dijo mientras se acercaba a mí. Alcé un ceja, escéptica, y esbozó un sonrisa ladeada—. Tranquila, es una propuesta laboral. Que dudo que rechaces, de hecho —tomó mi mano y la rozó brevemente con sus labios—. Raven Sawyer, encantado.
Había algo en la manera en cómo me miraba que me ponía nerviosa y me hacía desconfiar. Aún así, le sonreí en respuesta.
—Un placer, pero, una consulta: ¿por qué se contacta conmigo aquí, de improvisto? Podría haberme localizado en Inglaterra.
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Donde Dios dejó su videocámara: S.E.X.
FantasiDesde que un día, sin dignarse a dar ninguna clase de aviso, Dios desapareció, el mundo anda un poco revuelto (más de lo habitual). Los ángeles llevan miles de años persiguiendo y dando caza a los nefilim, híbridos mitad ángeles y mitad humanos con...