05: DIANTHUS CARYOPHYLLUS

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Clavel

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Clavel


Maricón. Come vergas. Muerde almohadas. Sodomita. Pecador. Impuro. Sucio.

Todos los insultos existentes en el idioma, Jungwoo los conocía. Había pasado desde la pubertad escuchándolos y a este punto era todo un experto. Quisiera decir que ya no le afectaban, pero no era así; bajo esa corteza que se había formado a través de los años, aún le dolían esos insultos, en especial cuando venían de sus padres.

Desde pequeño había preferido cosas como el arte, la pintura, y bailar. Le gustaba muchísimo bailar. Todos los días se ponía frente al televisor y trataba de imitar los pasos de los cantantes que allí aparecían. No era por presumir, pero se le daba muy bien. Su madre lo aplaudía y siempre se jactaba, orgullosa, de que su hijo tenía talento innato para el canto y el baile. Su padre no se mostraba tan entusiasmado, pero nunca dijo nada.

No parecía existir problema, hasta que notaron de que su hijo sería diferente. Su voz era demasiado dulce, asustadizo, sus ademanes muy finos en algunas ocasiones. Y el hecho que no parecía interesado en las chicas no ayudaba.

El padre quiso remediar eso, cortar ese comportamiento de raíz. Sacó a su hijo de las clases de canto y baile que su esposa estúpidamente había decidido pagarle, y lo inscribió a lecciones de fútbol, deporte que lo haría comportarse como un hombre. La madre accedió, pensando que sería lo mejor para su hijo.

A sus cortos doce años, Jungwoo no comprendió por qué era alejado de las cosas que le gustaban y lo obligaban a ir a esos lugares donde sólo terminaba lastimado. Su coordinación para el baile era muy buena, pero cuando se trataba de correr detrás de un balón era muy malo; en muchas ocasiones acabó en el suelo y escuchó la burla de sus compañeros.

Allí fue el comienzo de todo.

Por su apariencia física y su forma de ser, muchos niños comenzaron a meterse con él, llamándolo "niña" y "gay" todo el tiempo, empujándolo, tirándole balonazos a propósito, lanzándolo a los casilleros. Muchas veces Jungwoo regresaba a casa llorando y le pedía a sus padres que lo sacaran de esas clases, que ya no quería ir, pero ellos nunca le escucharon. Es más, su padre siempre le decía que dejara de ser tan débil y se defendiera, a golpes si era necesario. Que se comportara como un hombre.

En la escuela no le iba mejor. Sus compañeros de clase obviamente notaron que había algo diferente en Jungwoo y no tardaron en comenzar a burlarse de él por su parte, haciéndole todo tipo de bromas pesabas.

Para cuando llegó a la secundaria, todo empeoró.

Desde hacía años, Jungwoo tenía la noción de que él era distinto, no por los hobbies que le gustaran o sus habilidades en los deportes, sino por las personas a las que se sentía atraído. El primero fue un muchacho de ojos brillantes, cabello café y hermosos hoyuelos, quien jugaba en la liga superior a la de él y había llegado como suplente del entrenador, luego de que este sufriera un accidente y se fracturara la pierna. Ese nerviosismo que sintió cuando estaba cerca de él y el rubor que subía a sus mejillas cada vez que lo veía sonreír fueron el indicativo.

Pedío louloudión ᵈᵒʷᵒᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora