Claus, Annaisha y Leónidas se dirigieron a la mesa de la cosina, antes de entrar Leónidas se detuvo abruptamente.
—¿Te pasa algo, Leónidas? —le preguntó Claus con una ceja levantada.
Él y Annaisha se detuvieron a verlo, parecía adolorido.
—¡S-sí! Solo tengo que ir al baño —dijo Leónidas mientras corría hacía el baño—. ¡Un segundo!
Claus y Annaisha se quedar quietos mirando a Leónidas subir las escaleras de madera. Luego de que se escuché la puerta del baño cerrarse se fueron a sentar.
—Bien, Annaisha... ¿Qué sucedió?
Claus estaba sentado frente a Annaisha en el otro lado de la mesa, puso sus manos sobre ella y las junto, se notaba serio.
Annaisha miró el pasillo y se acercó mas a la mesa.
—Me atacó un secuaz de Gladimor, lo envío a matarme.
—Gladimor... —susurró Claus, su voz estaba un poco temblorosa.
Claus se quito los lentes con la mano izquierda, estaba pensando.
—Me he enterado que Gladimor quiere continuar con...
—Su "apocalipsis"...
Todo quedó en silencio por unos segundos.
—¿Hace cuanto sabes esto?
—Hace dos semanas, lo escuche de uno de sus caballeros...
—¿Sabes algo más? ¿Sabes si tiene alguna pie...
Claus se detuvo y miro al pasillo.
—Leónidas... ¿Qué te he dicho sobre espiar?
Lentamente Leónidas se asomó detras de la pared.
—Lo siento, papá.
—Ven, siéntate...
Leónidas le hizo caso y se sento a su lado.
—Con que tu eres Leónidas...
—Eh, si señorita... ¿Ya me conoce?
—Ha ha ha, no, claro que no. Solo es que siempre quisieron ponerle "Leónidas" a su hijo, siempre decían lo mismo.
—¿Quisieron?
—Sí, tu padre y Hiriko... Tu madre...
Leónidas se quedó paralizado al escuchar ese nombre, un escalofrío recorrio todo su cuerpo, se le hizo un nudo en el pecho y sus latidos se aceleraron.
Claus se le quedó viendo al igual que Annaisha.
—¿Hiriko?... ¿Mi madre?
Leónidas bajó la cabeza lentamente pero se detuvo al sentir la mano de su padre en su espalda. Leónidas lo vio, le estaba sonriendo, su cara no mostraba tristeza ni rencor. Luego Leónidas sonrió y volvió a ver a Annaisha.
—Por cierto, ¿se encuentra bien, señorita?
—Sí, me encuentro bien. Y por cierto, no es necesario que me digas señorita, solo dime Annaisha y ya —le dijo sonriendo.
—Ha ha, bien.
—Tengo que agradecerte, Leónidas. Si no hubieses aparecido, yo tal vez hubiera muerto.
—N-no fue nada, solo hice lo que creí correcto.
Claus lo vio contento, estaba orgulloso.
—Que casualidad que se conozcan y que justo te hayas aparecido por aquí.
—En realidad no fue mucha casualidad. Yo vine aquí para buscar a tu padre.
—Oh, ya veo.
Todo quedo en silencio por unos segundos.
—Ay, no, no...
—¿Que pasa Leónidas?
Leónidas se levanto rápido de la silla.
—¡Dejé mi mochila en medio de la calle! —exclamó frustrado mirando hacía arriba.
—Con que eso... Entonces ve...
—Si, claro.
Leónidas se dirigió a la puerta.
—Vuelvo en un rato, ¡no me tardo!
Leónidas abrió la puerta y la cerró rapidamente, luego fue corriendo en la dirección del encuentro.
—Bien, Annaisha, cuentame todo... —dijo Claus con voz seria.
Leónidas iba trotando por la calle, mirando a ver si estaba cerca. De repente, alguien lo agarra de la boca por la espalda y lo sujeta fuerte. Leónidas al intentar escapar le dio un fuerte golpe a la persona haciendo que lo suelte, se dio vuelta rápidamente con intención de ver quien era.
—E-eso dolió... —dijo Mithr con poco aire.
—¡Mith! Hola —dijo Leónidas con una sonrisa.
Mith llevaba puesto un camiseta con mangas corta negra, un pantalón negro con dos franjas blancas a los lados y unas zapatillas grices.
—Recuérdame no hacer eso de nuevo...
Se le fue la molestia y se paro normalmente.
—Siempre me dices lo mismo, pero no se cuando me atacaras otra vez.
Empezaron a reír a carcajadas, Mithr puso su mano sobre el hombro de Leónidas. Leónidas tenía sus manos en los bolsillos del pantalón.
—¿Qué haces aquí fuera? Yo te estaba por ir a buscar...
—Oh, es que dejé mi mochila por aquí hace un rato, así que la estoy buscando, he he.
—Ah, con que eso... Espera, ¿por qué la dejaste?
—Cuando volvamos te lo contaré todo, ¿si? Ahora ayúdame a buscarla.
—Bien, como tu quieras.
Mithr y Leónidas caminaron juntos buscando la mochila.
Dos minutos después la encontraron, estaba siendo revisada por un oficial de policía.
—Uh, ¡oye! Eso es nuestro —le dijo Mithr a dos metros del oficial.
Después de decir eso, el oficial dejó de revisar la mochila y miró hacia el frente, especificamente a Leónidas.
—¡Tú! ¡Quieto ahí! —exclamó el oficial mientras sacaba su arma—. ¡Arriba las manos!
Mithr y Leónidas se sorpendieron, no entendían que estaba pasando, se asustaron.
—¿Qué acaso estan sordos? ¡Arriba las manos!
Los chicos estaban aterrados, levantaron sus manos lo mas rápido que pudieron.
—¿¡Tú causaste esto, infeliz!?
—¿De qué habla oficial? —le preguntó Leónidas con voz temblorosa.
—¡La explosión en el bosque!
—¡N-no! ¡Claro, que no!
—¿¡Quién más pudo ser!? Esta es tu mochila.
El oficial estaba muy alterado y asustado, se podía ver en sus ojos.
—¡Sí! ¡Esa es mi mochila pero yo no fui! Se lo juro...
De repente, un destello proviniente del bosque se acerca a ellos a gran velocidad.
—¿¡Pero que...!?
Leónidas bajó sus manos y corrió en dirección al oficial.
—¡Abajo! —exclamó mientras empujaba al oficial.
El destello choco contra un árbol, no parecía ser muy potente, no como el anterior.
El oficial estaba confundido e impresionando, no podía creerlo, el demonio Leónidas lo salvó.
—¿Se encuentra bien? —le preguntó Leónidas sobre él.
No pudo responderle, estaba muy impactado por todo.
—¿¡Qué rayos fue eso, Leo!?
—¡Aún no lo se!
Leónidas se levantó del suelo, le dio la mano al oficial y lo ayudó a pararse.
Leónidas serio se dio vuelta a ver al bosque.
—¿Quien eres?
El oficial y Mithr estaban mirando a la misma dirección que Leónidas, estaban impresionados.
De repente, todo alrededor de Leónidas se detuvo, nada parecía moverse ni reaccionar. Todo se torno de un color azul oscuro.
—¿Qué sucede? ¿Mithr?
Mithr estaba congelado al igual que el oficial.
—Así que tu eres el dichoso demonio... —dijo una voz femenina.
—¿Quién eres?
—¿Por qué salvaste a esa mujer angel?
Leónidas se puso a la defensiva, separo sus piernas y se inclinó un poco.
—¡Primero responde! ¿¡Quién eres!?
—Yo soy Celestia, una caballero.
Celestia salió de entre las sombras del bosque. Tenía pelo rosado, traía puesto unos lentes de marcos finos, sus ojos eran color rojo y su estatura era de 1, 77. Llevaba puesta una armadura que cubría sus extremidades, excepto su cabeza, no tenia casco. Su armadura era de color salmon con algunos símbolos en el peto.
De ella colgaba una espada un poco larga.
—¿Qué les has hecho?
Se notaba la frustración y desesperación en la voz de Leónidas.
—Creo que tu turno ya ha pasado...
Celestia se movió rápidamente atras de Leónidas. Estaba muy impactado e impresionado, un escalofrío recorrió todo su cuerpo.
—Así que responde, ¿por qué la salvaste?
Celestia estaba amenazando a Leónidas con la espada en su espalda.
—¡Lo hice porque quería ayudarla!
—¿Estas seguro? ¿Solo por eso?
Celestia estaba dudando de las palabras de Leónidas, le acercó un poco mas la espada.
—¡S-SÍ! ¿Se lo prometo!
Celestia lo vio y volvió a enfundar su espada.
—Sera mejor que no intentes nada raro Leónidas. Terminaran cayendo, al igual que tu padre.
Celestia estaba caminando hacia el bosque otra vez.
Luego de decir eso, se dio vuelta, le sonrió y todo volvió a la normalidad, ella desapareció.
—¿¡Que fue eso!? —preguntó Mithr—. ¡Esa cosa Casi te mata!
Leónidas estaba serio mirando el bosque. Decidió no decir nada de lo que pasó.
—Tome, señor.
Leónidas le dio el arma al oficial, era una pistola.
—Gra-gracias...
—¿Ahora me cree? —le preguntó algo serio.
—S-sí, perdoname y mu-muchas gracias por salvarme.
—No hay problema... Por cierto, ¿me regresa mi mochila?
Había vuelto al mismo tono simpático.
—Cla-claro que sí...
El oficial tomó la mochila de Leónidas y se la dio, era toda negra, tenía algunas fotos de él y su padre, otras con sus amigos, tenía abierto el bolsillo delantero y estaba algo sucia.
—¡Gracias! Por cierto, ¿cómo te llamas?
—Me llamo Gerald, Leónidas...
Gerald vestía el típico traje de policía, su altura era de unos 1,77, su pelo era corto, sus ojos eran color marrón, él era de color.
—Gerald, lindo nombre. Bueno ¡adiós!
Leónidas lo saludó y se fue con la mochila en brazos.
—A... Adiós...
Mithr y Leónidas se fueron caminando hasta la casa, Leónidas llevaba la mochila entre sus brazos, arregló un poco sus libros y la limpió lo mejor que pudo.
Una vez allá, Mithr le abrió la puerta a Leónidas.
—¡Permiso! —exclamó Mithr sonriendo y con los ojos cerrados mientras entraba.
Claus y Annaisha se levantaron y fueron a la puerta. Leónidas pasó y fue a dejar la mochila en su habitación sin decir nada.
—Oh, ¡hola, Mithr! ¿Como estás? —dijo Claus sonriendo.
—Bien, bien tío.
—¿Cómo está tu padre?
—Está bien, todavía está trabajando así que...
—Estabas aburrido y decidiste venir...
—Ha ha, sí. Ya me conoce...
Annaisha se asomó desde la espalda de Claus.
—¿Uh? ¡Hola señorita!
—Ho-hola, ehhh...
—Mithr, mi nombre es Mithr.
—Mithr —susurró pensativa—. Mi nombre es Annaisha, ¡encantada!
—Hola, Annaisha Encantada.
—Ha ha, es solo Annaisha.
—Oh... ¡Okay!
Leónidas seguía en su cuarto sentado en su cama, estaba pensado en esa cosa del bosque y que tiene que ver su padre en todo esto.
La habitación de Leónidas era bastante grande, su cama estaba al fondo a la derecha, su sabana era de color verde, tenía un cojín de color blanco y sobre ella hay un par de peluches, uno era un osito de color azul con ojos negros y el otro un conejito de color rosa con ojos negros.
—¿Qué está pasando? —susurró apollado sobre sus piernas mirando el piso.
Se levantó y se fue de la habitación, caminó por el pasillo hasta las escaleras, esté tenía una alfombrilla de extremo a extremo de color marrón y todo el piso era de madera.
Cuando estaba por bajar escuchó a su padre hablando con Mithr y Annaisha, parece que él y Annaisha se estaban conociendo un poco, eso le molestó un poco.
—¡Papá!
Leónidas ya estaba abajo y los vio a los tres sentados alrededor de la mesa.
—¿Que pasa hijo?
—Tenemos que hablar...
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LOS CABALLEROS DEL APOCALIPSIS
AdventureMayores de 13 años... En este relato se cuenta como un grupo de jóvenes fueron encargados para salvar el planeta y todo lo que vive en él. acompañalos en esta larga aventura llena de emociones junto a Leónidas y sus amigos, ellos deberán darlo to...