IX

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Ella ha sido la única criatura que ha logrado ablandar mi corazón de piedra. Ella ha muerto y, con ella, han muerto todos los sentimientos de afecto que yo tenía para la humanidad. -Stalin.


Seis horas antes.

Karin daba vueltas en círculos, su calzado de piel estilo militar era lo único que hacía ruido al pisar el polvo y el cemento fino desmoronado de las paredes y el techo, mientras que con la mano izquierda daba vueltas a una flecha con pintura roja en las plumas. Ella siempre prefirió el arco y flechas al arma de fuego. Sí, el arma era más letal pero tenía más desventajas que ventajas, comenzando con que tomaba su tiempo recargar los balines y encender la mecha.

Karin Uzumaki no era la típica mujer de pueblo que usaba largos vestidos de manta corrugada, zapatillas con tacón cuadrado, ni mucho menos era de las que se dedicaban el día entero a atender el hogar o a hornear pastelillos. Ella era la líder de un grupo rebelde, la resistencia, que encabezaría la primera revolución en años, fue su destino desde pequeña y eso lo sabe. La razón por la que no daba pie a un golpe de estado era el reciente cambio del Supremo Líder y el continuo aumento de la aprobación de la gente, claro que no suspendieron el ataque, sólo lo atrasaron un tiempo hasta no ver cuáles eran los verdaderos planes del Séptimo. ¿Ayudar a su pueblo? Eso no era común y algo se traía entre manos.

Al contrario, Shikamaru parecía más relajado de lo que debería. Bostezaba de vez en cuando, recostado en el alféizar de la ventana, mirando hacia abajo del edificio ruinoso y el camino de piedra invadido por la maleza. Para él no fue inesperado el citatorio que dejó Naruto la mañana anterior, dándoles una localización, en la que estaban ahora, para tener un encuentro porque, decía la nota, tenía algo importante de que hablar con él y con Karin. Algo privado, personal y sumamente importante.

―Si no llega en cinco minutos nos largamos, Shikamaru. Naruto piensa que tenemos todo el tiempo del mundo para jugar con él, a veces lo detesto cuando se pone de mandón.

―Es su naturaleza ―respondió Shikamaru, sin mirarle, atento al movimiento de las hojas de los árboles por el aire.

Escucharon un ruido viniendo de afuera de la habitación, unas pisadas fuertes que subían los escalones hasta el tercer piso donde estaban ellos.

Shikamaru se puso de pie, alerta. Karin llevó su dedo índice a su boca haciendo una señal.

La puerta del cuarto se abrió lentamente chirriando por el óxido y el desgaste, y de la oscuridad del pasillo la sombra de un hombre grande salía, dejándose ver poco a poco.

―¡Mierda! ―musitó Karin al reconocerlo, tomó el arco y coló la flecha que tenía en su mano. Apuntó directo al sujeto y no titubeó al disparar.

―¡Espera, Karin!

Shikamaru la jaló del brazo, a causa de eso la flecha que iba a dar directo al pecho del General del Séptimo se desvió a centímetros de su cuerpo.

Sasuke sonrió de lado, admirando secretamente la buena puntería de la mujer. Subió ambas manos abiertas, señal de rendición. Esta chica era famosa por tener una puntería perfecta, algo que no estaba dispuesto a comprobar con su propio cuerpo.

―Tranquila, vengo en son de paz

Caminó unos pasos adentro. Detrás de él apareció Naruto, seguido de Temari, la otra guardia del séptimo.

―Oh, no ―Shikamaru soltó a Karin―. Eres tú.

―Gusto en verte otra vez. ¿Listo para la segunda ronda?

El Séptimo DictadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora