Mejor Padre

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Familia, ese lazo que desde el mismo principio de la humanidad se le ha dado extremo valor, desde los animales hasta los humanos muestran empatía a los miembros de la propia, hay claras excepciones por supuesto. Familias que se odian a muerte, que se odian sin motivo, que se odian por la mera razón de existir, que se desprecian y no descansan hasta llegar a la destrucción, en la rueda de la vida a veces te toca lo mejor y otras lo peor, Stella bien lo sabe.

Observando que Fedor no escatima esfuerzos en el entrenamiento de sus hijos no puede evitar que una lagrima se escape de sus ojos, no es la vida hogareña que en su momento soñó, no es la vida que juró que tendrían sus hijos. Lo único que puede hacer ahora es preparar para lo peor a sus retoños, de haber podido hubiera dado lo que sea con tal de evitarles los peligros a los que se enfrentaran pero como siempre la vida muchas veces hace las cosas a su manera y no queda de otra que hacerles frente.

Un luchador pelea porque le gusta hacerlo, Un guerrero pelea porque debe hacerlo

Esas palabras la acompañaron toda su vida, desde la mas tierna infancia, esas palabras que fueron susurradas por su niñera, una mujer de edad avanzada atrapada en un trabajo maldito...ver a los niños que crió con tanto amor volverse tan fieros, secos y fríos con tal de no sucumbir a las maquinaciones ajenas. 

Uno de esos niños fué el padre de Stella, él provenía de una buena familia, abogados, ingenieros, hombres de negocios que si bien no eran ricos su progenitor empezó a desearlo con demasiado ímpetu después de pasar humillaciones al pedir ayuda a amigos, vecinos, conocidos, colegas con tal de salvar las vidas de sus hermanos menores envueltos en un accidente, recibiendo como respuesta indiferencia absoluta y quedando como hijo único, el dolor fue demasiado ante su fracaso, con el pasar del tiempo sucedería la misma situación para costear el tratamiento de la enfermedad de su madre con la misma consecuencia mortal al no conseguir ayuda. Ese suceso le marcó y desgració la vida de sus futuros hijos, si bien Stella no conoció a su abuela, las palabras de su niñera mencionan que era una mujer amable, incapaz de tomar represalias. Su padre tomaría eso como una debilidad y prueba constante de nunca sucumbir a la piedad, si alguien se atreviera a cruzar la línea, lo haría pagar.

Su padre pudiese haber cambiado aquella idea del mundo de haber conocido el amor, sin embargo conoció a su madre, una mujer altiva, rencorosa y sin una gota de calor humano en su cuerpo.

Ambos tuvieron 3 hijos, 2 varones y la última fue Stella. Contrario a las apariencias de ser una familia armoniosa, puertas adentro los golpes, castigos e indiferencia eran el pan de cada día.

Poco o nada podía hacer la mujer anciana que cuidaba a los menores, sufría en silencio al ver como los padres se enfocaron más en hacer alianzas con la élite que dar cariño a sus vástagos.

Memorias? Una de las primeras cosas que Stella recuerda fue cuando su madre los amarró a ver una película trágica, si lloraban los golpeaba, si sollozaban o mostraban algún rastro de emoción los golpeaba con furia.

"Tener corazón te hace débil!  Tener sentimientos te hace débil! Nadie quiere a los inútiles!"

El impacto fue terrible, sus hermanos solo se tenían entre ellos, empezando una verdadera complicidad y amistad, cubriéndose las travesuras, poco a poco dejaron de ver a sus progenitores como seres humanos, para fortuna de los menores sobrevivieron con el caluroso amor de la nana, que envejecida por el dolor les dió sabias enseñanzas.  

No se volvieron locos gracias a ella, no se volvieron los monstruos que sus padres anhelaban formar gracias a las amorosas miradas de esa anciana mujer, no claudicaron ante la angustia y la desesperación gracias al suave susurro transmitiendo cariño de ella mientras les limpiaba las heridas. 

Duele cuando respiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora