Capítulo 10

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Layla me abrazó en cuanto pudo con todas sus fuerzas. Estuve a punto de asfixiarme. Por mi parte, simplemente di unas palmaditas en su espalda de la mejor manera que pude.

—¡Has sobrevivido! —exclamó con una gran sonrisa dibujada en su rostro—. Pensaba que estarías muerta con todo este caos...

—Yo siempre sobrevivo —dije mientras con mi mano derecha revolvía el pelo de la soldado—. Ha sido sencillo ¿A qué sí, novato?

Su mirada fue fulminante, parecía odiarme por el simple hecho de hacer aquella pregunta. Estaba realmente cagado por todo lo sucedido. Seguramente nunca volvería a dormir tranquilo. Me daba hasta algo de pena, la misma pena que te da un cachorrito abandonado o ver los típicos anuncios de las ONG con niños medio muertos. Eran las desgracias de este mundo, las cuales no habíamos logrado ni siquiera viajando por el espacio y teniendo una cultura "civilizada" parecida a nuestros vecinos estelares.

—Mike no tiene cara de haber tenido un sencillo camino hasta aquí —cuestionó Layla mientras se fijaba en la herida que me provocaba un gran sangrado—. ¡Por dios! ¡Tu espalda tampoco lo demuestra! ¡Necesitas atención médica!

Trató de sujetarme del brazo y llevarme hacia algún lugar. Supuse que era la enfermería, pero no teníamos tiempo para tiritas y piruletas por portarme bien. Sí, las piruletas eran la única razón por la que cualquier persona en su sano juicio iría a ver a un médico. Todos los que se dedicaban a eso eran unos enfermos, les gustaba abrir gente. Por experiencia personal podría jurar que a nadie normal le gustaría abrir a otro ser humano.

—Layla, tranquila —agarré su cabeza y le obligue a mirarme a los ojos—. Estoy bien, no me voy a morir por ese rasguño. No hay tiempo para ir a ver un médico.

—Pareces una cascada de sangre —puso su mano en mi espalda provocando que diera un suave gemido de dolor—. Si estuvieras bien esto no te doleria. Eres una de las personas más inteligentes que conozco, estoy segura que sabes lo peligroso que es no curarte eso.

Mike se acercó a nosotras cuando vio nuestra pequeña discusión.

—Casey morirás antes de llegar a ningún lugar —dijo defendiendo la postura de su jefa—. La enfermería está en esta misma planta, serían tan solo cinco minutos.

—Que os jodan. A los dos —grité mientras iba todo lo rápido que podía hacia la nave más cercana. Mire hacia atrás por un momento—. ¡Puede que muera, pero no será en este puto infierno! ¡Si queréis venir perfecto, si preferís quedaros a morir allá vosotros! Yo no voy a morir por nadie...

Sonreí al ver la pequeña nave de transporte preparada para ser robada. Calculé que podrían caber hasta diez personas; contando la tripulación. Los sistemas principales solo necesitaban una persona por lo que podría irme sin la ayuda de nadie. Era perfecto.

—¿Como piensas irte si están las torretas defensivas activadas? —gritó con rabia Layla—. Destruirán tu nave en cuando salgas del hangar.

—¿Por que estan activas? —pregunté sin entender nada. Era un sistema de activación manual, por lo que alguien tuvo que ponerlo en marcha.

—Ni idea pero alguien lo puso en marcha hace diez minutos

Maldije a todos y cada una de las personas que estaban en aquel gran laboratorio que flotaba en medio del espacio. Todo salió mal, absolutamente todo. El bajón anímico provocó que cayera de rodillas al suelo. La pérdida de sangre también ayudó a que me debilitara tanto. Al final tenía que darles la razón, si seguía así, moriría. Mis pensamientos eran un caos en aquel momento, no lograba organizar mis ideas. Fue el peor momento posible para la intervención de Layla, pues esta se puso de cuclillas y me miró con los ojos llorosos.

—Lo que has dicho antes... ¿Era cierto? ¿Te da igual abandonarme y que muera aquí, si tu logras salvarte? —me reprochó sin perder de vista mis ojos.

Nuestras miradas eran muy intensas en aquel momento. Por un instante sentí ganas de besarla, de disculparme por todo lo que había dicho y decirle que era mentira. Que no quería que ella muriera y que de verdad me preocupaba por su bienestar. Pero esa no era yo, esos sentimientos eran inservibles, lastres que nos impiden centrarnos en lo importante. Reprimí todo lo que florecía en mi interior y lo queme hasta convertirlo en cenizas con mi respuesta.

—¿Por qué iba a preocuparme por ti? ¿Por qué somos amigas? ¡Oh! Es precioso, una gran razón para morir, la amistad —grité con sarcasmo. Me levanté como pude y miré a los soldados— Chicos, recordad que la amistad es lo más importante. En este gran mundo de arcoíris y unicornios, como no centrarnos en el amor y la amistad.

Layla empezó a llorar en aquel instante, pidiéndome por favor que parara. Sabía que si paraba volveríamos a la misma situación de nuevo, tenía que hacer desaparecer cualquier resquicio de sensibilidad inútil.

—¿Quieres que pare? ¿No te gusta que hable del mundo de yupi en el que pareces vivir? Siento mucho romper tus fantasias —continué mientras daba unos golpecitos en su cabeza como quien toca una puerta—. Quizá el problema es que esto está vacío y por...

—¡Basta! —gritó la morena mientras se limpiaba las lágrimas—. ¿Sabes que? Tienes razón. La amistad es una estupidez, por eso mismo, no voy a darte la oportunidad de disfrutar de la mía ni un dia mas. ¡Guardias! Detened a esta mujer, es la culpable de este caos.

Las armas de todos los soldados que estaban ahí me apuntaron. Una reacción razonable, aunque nunca la habría esperado de ella. Siempre era buena y compasiva, pensé que solo se enfadaría, me equivoqué.

—Vamos, Layla. El rencor es malo para la salud y te provoca la aparición de arrugas —dije mientras me estaban esposando.

—Tapad su boca con algo, no quiero escuchar una sola palabra más que provenga de ella —ordenó mientras se alejaba—. Vosotros cuatro llevadla a la enfermería y haced que alguien cure sus heridas. Morirá en este lugar, pero no aun. Una vez acaben las curas quiero que la traigais de vuelta aquí. El resto acabaremos con esta rebelión de una vez por todas.

Odié contar mis miedos a Layla. Le había contado el miedo que me daba acabar siendo un experimento más, alguien que sirviera para los sucios planes de esta compañía. Quería que mi muerte fuera mejor y por supuesto, mucho más lejana. 

Sombra infinitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora