|| Tres ||

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—Tom Riddle.

Marvolo bufó ante el nombre.

—¿Alguna familiaridad con los Riddle del Pequeño Hangleton? —preguntó el mayor cruzando sus brazos.

—Thomas Riddle es mi padre.

Ante eso, el Slytherin frunció el ceño.

—Tu nombre completo —demandó. Harry miraba con atención la interacción que tenía aquellos dos, aunque no era el único dentro de la habitación que hacía eso.

—Tom Marvolo Riddle —gruñó el nombre como aquel a quien le arrebatan algo de las manos.

—¿Tu madre?... ¿Cómo se llamaba tu madre?

—Merope Gaunt —siseó mirando al mayor a los ojos.

El alfa simplemente suspiró y, de un momento a otro, sus ojos se suavizaron.

—¿Cómo ha estado? —cuestionó sin importarle las miradas de sus compañeros.

—Muerta desde los últimos cinco años —dijo de forma cortante.

Su madre había caído en una grave enfermedad y, para salvarse, decidió ir a visitar a su abuelo. O eso le había comentado. Cuando regresó con las manos vacía, a Tom no le sorprendió que su mencionado "abuelo" le haya dado la espalda por segunda vez, porque, si ya la había abandonado cuando estaba embarazada y sin hogar, ¿qué le impedía hacer la última acción que mataría a su madre?

Tom juró que nunca perdonaría a aquel señor que había abandonado a su hija sólo porque se había enamorado de un muggle.

Una guerra entre sus miradas hizo que la tensión se hiciera grande antes de que Marvolo Gaunt decidiera voltear hacia Harry Potter.

—Me lo quedo —dijo como si fuera la última palabra en esa reunión.

Las alarmas de Tom sonaron después de que los otros dos alfas aceptaran, aunque se tranquilizó al ver la mirada desafiante del líder de Gryffindor.

No le agradaba este tipo de subasta humana, pero, si algo sabía bien, era que las tradiciones y costumbres que tengan las criaturas mágicas deben ser respetadas si uno no quería hacerles enojar.

—Me niego —comentó el menor—, y estoy dispuesto a un duelo a cambio de que se quede en Gryffindor.

Ahora la batalla de miradas se centró entre Marvolo y Harry, quienes parecían no estar dispuestos a perder.

—Es mi nieto —siseó como si con eso se lo podría llevar a Slytherin, lejos de su omega.

Algo dentro de él -que ahora reconocía como su lobo interior- aulló de forma lastimera ante la idea de perder a semejante chico, pero Tom no aceptaba la idea de irse a otro lugar que no fuera junto al pequeño líder.

—Te has llevado a dos betas, es justo que me quedé con un alfa —debatió dejando la pluma con la que escribía a un lado.

—Te doy a los dos betas —gruñó—. Me quedo con mi nieto.

—No está en mi necesidad tener dos betas, en mi manada ya hay muchos.

—¿Y un alfa sí?

—A Tom sí.

Su lobo ladró con alegría ante esa frase y lo que significaba. Su omega realmente quería estar con él.

—¿Qué es este cambio repentino de actitud? —escupió Marvolo molesto— Nunca has deseado tener a algún prospecto, sólo te quedas con los que no entran en ninguna otra manada.

Manada adoptivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora