|| Cuatro ||

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Tom suspiró mientras comía un sándwich en la sala. Nunca había creído que un cambio de vida fuera tan relajante, si bien todavía estaba tratando de acostumbrarse a todos los olores, sonidos y sensaciones que sentía, todo iba demasiado bien como para quejarse.

—¿No deberías ir con tu instructor? —cuestionó Sirius bajando por las escaleras— Es difícil controlar a tu lobo, más cuando eres un alfa.

—Su pareja acaba de tener un cachorro —contestó con simpleza—, dijo que no estaría disponible entre hoy y mañana.

—¿Y con el permiso de quién? —la suave voz hizo que los vellos de su cuello y brazos se erizaran. Tom miró rápidamente hacia atrás encontrándose con la mirada a un Harry Potter bien vestido.

—Pensé que se lo había comentado —Tom casi se reprende mentalmente por sólo ser capaz de hablar en un susurro después de notar la presencia del omega.

—Lo más seguro es que sí, —Harry bajó el último escalón antes de sonreír con la amabilidad que Tom conocía— hoy desperté un poco tarde, no he ido a ver los reportes del día.

—Y no debiste levantarte —regañó Sirius cruzando sus brazos—, Remus comentó que debías estar en cama hasta que tu fiebre bajara.

—Oh, vamos —se quejó el adolescente haciendo un puchero—, no puedo dejar mis labores sólo por una fiebre.

—Sabes lo que esa fiebre significa y...

—No me pasará nada —prometió acomodándose un poco la playera—. Me llevaré a Tom a mi recorrido, sirve que conoce un poco más la manda.

—Harry...

La advertencia no pasó desapercibida por parte de Tom, pero simplemente la ignoró cuando vio que el ojiverde levantaba una de sus manos en su dirección, invitándolo a que la tomara para iniciar el recorrido.

Sirius gruñó cuando los dos salieron, ese niño le terminaría sacando canas verdes.

♣♣♣♣

A Tom Riddle le gustaban los viajes, ver las casa, tiendas y lugares de un nuevo lugar lo hacían sentir menos ignorante. Le encantaba sentir que un nuevo conocimiento entraba por su mente a través de su vista.

Eso era lo que sentía cuando caminaba por los terrenos con un azabache agarrando su mano y explicando algunas cosas, ¿la única diferencia? Gryffindor sería su nuevo hogar, no un simple viaje.

Suspiró. Realmente no sabía cómo sentirse al respecto a eso.

—Aquí venimos a cambiar el dinero —murmuró señalando hacia un pequeño banco a su izquierda—, es más grande por dentro... y muy profundo. Los que decidieron trabajar dentro de la manada vienen aquí para sus pago.

Tom asintió recordando la ubicación, no estaba seguro de necesitarlo, no planeaba salirse de Hogwarts, menos cuando estaba Remus Lupin con él facilitándole varias cosas.

—¿Las demás manadas son parecidas? —cuestionó recibiendo una negación por parte de Harry.

—Nosotros luchamos por salir adelante, las demás manadas tienen más locales, territorio y recursos, por eso aquí nos esforzamos al doble —murmuró sonriendo. El ojiazul miró a su líder y frunció sus labios al ver el ligero sonrojo en las mejillas del menor, demostrando que la fiebre había subido de nuevo—. Aún con eso, nuestra gente no es egoísta, trata de apoyar a los suyos y los protegen. Somos una familia.

Al mayor asintió y colocó el dorso de su mano en la frente de Harry. Afirmativo, su fiebre había aumentado.

—Es mejor regresar —murmuró. El ojiverde negó con la cabeza.

—Todo está bien —tranquilizó agarrando la muñeca del contrario y entrelazando sus dedos—, no es nada grave.

Pero, al juzgar por el calor del cuerpo ajeno, la debilidad de su voz y los ligeros temblores, puedo determinar que no.

Recordó una plática con Sirius sobre el "mocoso trabajador y jodidamente descuidado" y sólo pudo suspirar. No dejaría que Harry empeorara sólo porque quería dar un paseo con él... Con él.

Un fuerte calor se instaló en su pecho y analizó a Harry, quien había querido avanzar, pero se detuvo por el jalón de su mano. Los dos se miraron y sólo bastó una sonrisa por parte del menor para que Tom lo acercara y, de forma rápida, lo cargara entre sus brazos.

—Nos vamos a casa —sentenció, antes pensó que Harry se iba a oponer, que iba a agitarse de forma brusca, pero, al contrario, el pequeño líder pareció encogerse y comenzar a temblar aún más, si es que era posible.

—Tom...

No supo hasta que dijo su nombre de esa forma tan débil. Había aspirado con profundidad al omega y sus nuevos sentidos gritaron que no había algo bien, no por la evidente fiebre, sino que era algo más.

El olor de Harry había cambiado a uno más dulce, más seductor. Era curioso que no lo hubiese olido antes, ¿tal vez se había puesto alguna poción?

—Tranquilo, ahorita llegamos a casa —susurró mientras empezaba su caminata hasta dicho lugar, ignorando las miradas curiosas que se encontraba en el camino.

Se estaba conteniendo, era difícil hacerlo, pero no quería incomodar al hermoso joven que sostenía entre sus brazos y, al menos para Tom, esa sensación era completamente nueva. Le daba miedo no saber hasta cuánto podía aguantar.

Llegó a la mansión abriendo la puerta de forma brusca. No dio un sólo paso cuando Sirius ya estaba bajando las escaleras rápidamente y mirando a su cachorro con preocupación.

—Te dije que no era buena idea salir —regañó haciéndole señas a Tom para que lo llevará a su habitación. Harry simplemente gruñó en respuesta—. Está en su celo, acaba de iniciar, pero es mejor llamar a Remus para que venga a cuidarlo...

—Quiero a Tom.

El balbuceo los paralizó unos momentos antes de que el nuevo miembros de la manada entrara a la habitación del líder y lo colocará en su cama.

—No creo que sea buena idea, Harry —contestó acariciando su cabello y luego su mejilla. El ojiverde no perdió la oportunidad y se restregó contra la mano.

—Cuídame —rogó conectando su mirada con la del Profesor.

—Absolutamente no —cortó Sirius alejando al ojiazul, pero éste se colocó firme en su posición—. Riddle...

—Me quedo.

—Te vas —debatió Sirius, pero el Profesor solo lo miró de arriba a abajo antes de volver a Harry y acariciarle la mejilla nuevamente.

—¿Quieres que me quedé, Harry? —el nombrado asintió jalando un poco al mayor y abrazando su brazo para restregarse en él. Tom miró a Sirius— Puedes dejar la puerta abierta, prometo no hacerle nada.

—Son instintos, Tom. No falta mucho para que su celo llegue a su apogeo.

—Me resistiré —afirmó e ignoró la mirada de Sirius, quien ahora analizaba a los dos con curiosidad—, no haré nada si Harry no está en sus cinco sentidos. Sería abuso.

Ante esa declaración, Sirius sonrió.

—Si crees que no puedes contener a tu lobo, grítame —susurró el padrino del menor dirigiéndose a la puerta—. Llamaré a Remus de todas maneras, él ya sabe cómo lidiar el calor de Harry.

Tom simplemente asintió. No sabía cuánto podría llegar, pero tampoco quería dejar a su omega cuando le necesitaba. Su omega... ¿por qué le diría así?

Siguió acariciando la cabeza del menor con su otra mano, ganándose ronroneos de satisfacción ante eso. Sí, sólo por eso podría esperar un poco más.

♣♣♣♣

Día diecinueve de octubre, décima novena publicación.

Me encanta ver a un Tom algo pasivo-protector, espero también les agrade a ustedes.

¡Les amo!


Manada adoptivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora