|| Ocho ||

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Habían pasado dos días desde la vez del comedor. Dos días que Harry le miraba de forma rara, antes habría considerado el mencionado celo, pero es mirada no era de lujuria, sino de análisis... El ojiverde lo estaba analizando y Tom no sabía qué hacer.

Suspiró y se plantó frente al menor cuando éste comenzaba a salir de su habitación con unos papeles en su manos.

—¿Tom?

Ahí estaba de nuevo esa mirada.

—¿Por qué? —cuestionó— ¿Por qué me miras de esa manera?

Harry parpadeó un par de veces antes de mirar a su alrededor, como buscando a uno de los adultos que vivían en la mansión. Al no ver ningún indicio de ellos cerca, el omega simplemente suspiró y abrazó los papeles a su pecho.

—¿Alguien te ha dicho que eres muy directo? —preguntó el menor ignorando la pregunta antes dada— Tú nunca te vas con rodeos, sólo llegas y disparas...

—No cambies de tema.

Un suspiro después y Harry se hizo hacia atrás para dejarle pasar completamente a su habitación.

Cuando entró, el joven sólo cerró la puerta y se dirigió a su cama, dejando los papeles a un lado y dando unas pequeñas palmadas en el lugar a su lado, animándole a sentarse.

—¿Conoces sobre el potencial de los alfas? —Tom negó y, antes eso, el menor gruñó en descontento— No sé porqué siempre soy yo el que termina dándote una lección, ¿qué tú instructor no lo hace?

—Bueno, tal vez me siento más cómodo en preguntarte a ti las cosas —argumentó—... o puede ser porque tú siempre sacas cosas que no son parte de las clases.

El menor sacó la lengua y sonrió.

—No sé cómo explicarlo en sí. —se defendió mientras se recostaba en la cama. A Tom le siguieron unas ganas de acompañarlo— Hay ciertas capacidades o aptitudes que hacen a alguien mejor que otros, con los alfas y omegas es lo mismo —comenzó—. Se trata de la sangre, algo dentro de la genética activa cierta resistencia a las cosas, también va de la mano con la voluntad que tenga la persona.

—¿Y eso debe explicar por qué me miras como si me analizaras?

—En efecto —respondió sonriendo—, no eres como los demás alfas, como debiste haber notado. Hay algo a lo que llamamos alfas puros, y no hablamos de sangre o de alguien casto, sino de fuerza —explicó mientras comentaba a moverse para usar las piernas del Profesor como almohadas—. Un alfa puro está en la cima de los otros alfas gracias a su potencial, usualmente pueden controlar a su lobo mientras que otros se dejan llevar por sus instintos.

—Crees que soy un alfa puro —terminó Tom acariciando los cabellos del azabache, quien sonrió en acuerdo—... ¿por qué?

—En mi celo pudiste conservar tu conciencia, sin mencionar que todavía no entras al tuyo aún cuando estoy tan cerca de ti.

Oh, sí. En lo último podría decir que ha sido un gran trabajo para él lograr controlarse, seguía firme en no hacer sentir incómodo al menor, pero no sabía que todo ese esfuerzo era por algo más a lo que él pensaba.

Miró los ojos verdes y sonrió. Si fuera por él ya tendría a un Harry Potter contra la cama gimiendo su nombre.

—¿Por eso tu mirada?

El menor asintió, un tanto apenado.

—Es asombroso que puedas manejar, de cierta manera, tu celo —informó y levantó su mano para comenzar a acariciar las mejillas de Tom, para luego rozar suavemente con los labios de éste—. También está el hecho de que ya casi estamos en luna llena y no pareces estar de mal humor, como Sirius.

—¿Es sólo de los alfas el estar de mal humor?

Harry rió ante esa pregunta y Tom aprovechó eso para agarrar la traviesa mano y entrelazar la con la suya.

—Usualmente —afirmó con diversión—, los alfas se enfadan y los omegas nos cansamos. Es normal que sea así, los omegas tratamos de calmar a la manada, hacerla más feliz... en momentos de luna llena es muy complicado tratar con conflictos.

—Ya veo...

Tal vez eso explicaría porqué su instructor parecía un poco más enfadado, su sonrisa forzada cuando lo veía era una clara muestra.

—¿No sientes que esta vida es complicada? —Tom miró a su omega, quien en ese momento parecía más desanimado que antes— Cuando un humano es convertido suele querer terminar con todo esto. Le es complicado seguir un nuevo modo de vida, es comprensible, pero...

—Tal vez les cuesta más trabajo porque no te tienen a su lado —interrumpió. En ese momentos alfa y omega se miraron fijamente a los ojos, haciendo que una sonrisa floreciera en los labios de ellos y, por parte de Tom, besara la mano de su chico—. Ha sido complicado tener que acostumbrarme a todos los olores nuevos, los sabores y sonidos explosivos; pero creo que todo eso sólo logra fortalecerme.

—Eres genial... —el suspiro salió casi sin permiso, logrando que las mejillas del omega se tiñeran de rojo— Digo, estás por entrar a tu celo mientras una luna llena se aproxima, es algo admirable que sigas sin tener cambios de humor radicales... no quiero decir que sólo por eso seas genial, más bien es...

Tom se rió, a veces el ojiverde solía ser muy hablador, más cuando se encontraba nervioso. Y le gustaba, realmente le gustaba.

Se inclinó a los labios ajenos cuando éstos empezaron a dar excusas sobre lo cansado que sería estar haciendo lo que hace y aún seguir cuerdo. No se quería contener más, no podía.

Besó los suaves labios con cariño, callando toda palabra que iba a salir de éstos.

Cada día que pasaba en esa casa era un día más en el cual notaba cuánto le gustaba el joven omega.





Manada adoptivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora