Camila Cabello, una encantadora belleza sureña, deja a su prometido plantado en el altar cuando se da cuenta de que no es capaz de casarse con un hombre que podría ser su abuelo, por mucho dinero que éste tenga.
Lauren Jauregui, inconscientemente, l...
Esta historia no es mía, es una adaptación de la novela "SIMPLEMENTE IRRESISTIBLE" de RachelGibson. Todos los créditos para ella.
disfruten de la lectura :)
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1989
La noche anterior a la boda de Matthew Hussey, una tormenta de verano asoló la bahía de Puget Sound, en Seattle, estado de Washington. Pero a la mañana siguiente ya habían desaparecido las nubes grises, dejando paso a la espectacular vista de Elliot Bay y la silueta de la ciudad de Seattle. Algunos de los invitados de Matthew, levantaron la mirada hacia el cielo despejado, y se preguntaron si Matthew controlaría a la madre naturaleza de la misma forma que controlaba su imperio naviero. Se preguntaron si podría controlar a su joven prometida o si sería para él otro más de sus juguetes, como el equipo de hockey.
Mientras los invitados esperaban a que diera comienzo la ceremonia, bebían de las copas aflautadas de champán y especulaban sobre si el matrimonio duraría hasta diciembre. La mayoría opinaba que no duraría tanto.
Lauren Jauregui ignoró los murmullos que había a su alrededor. Tenía preocupaciones más importantes. Se llevó la copa de cristal a los labios y dio cuenta del escocés de cien años como si fuera agua. Sentía un zumbido en la cabeza. Le palpitaban los ojos y le dolían los dientes. Probablemente había estado en el infierno la noche anterior, aunque no lograba recordarlo.
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(Agreguenle una camisa blanca y todo perfecto)
Desde su posición en la terraza, bajó la mirada hacia el brillante césped verde recién cortado, los macizos de flores inmaculados y las fuentes burbujeantes. Los invitados vestidos de Armani o Donna Karan caminaban sin rumbo entre las sillas blancas adornadas con flores y cintas con algún tipo de capullos rosas.
La mirada de Lauren se movió hacia un grupo de compañeras de equipo que, incómodas con los vestidos azul marino y los tacones de punta, parecían fuera de lugar. Daba la impresión de que no tenían más ganas que él de alternar con la alta sociedad de Seattle.
A su izquierda, una mujer delgada con un elegante vestido color lavanda y zapatos a juego se sentó detrás de un arpa, se apoyó el instrumento en el hombro y comenzó a tocar; los sonidos apenas disimulaban los ruidos provenientes de la bahía de Puget Sound. La miró y le dedicó una sonrisa invitadora que ella reconoció de inmediato. No le sorprendió el interés de la mujer y, a propósito, dejó vagar la mirada por su cuerpo. A los veintiocho años, Lauren había estado con mujeres de todas las formas y tamaños, e incluso con hombres, de todas las clases sociales y diferentes grados de inteligencia.
No era reacia a nadar en todas las aguas, pero no le gustaban demasiado las mujeres huesudas. Aunque la mayoría de sus compañeras de equipo ligaban con modelos, a Lauren le gustaban más las curvas suaves.