1. Enfrentando lo real.
El olor a perfume barato y Tabasco inundaban aquel establecimiento. Con el tiempo me había llegado acostumbrar, pero eso no dejaba de lado el hecho de que seguía siendo aqueroso, como el primer día en el que puse un pie dentro.
Empujé con fuerza la pesada puerta de hierro que daba al callejón. El sonido que provino al hacer aquello fue estridente, tanto, que me cosquillearon los dientes. La brisa fría inmediatamente me pegó en el rostro, haciendo que mi cara ardiera un poco, pero no de forma severa.
Saqué la cajetilla del blanco delantal que llevaba puesto en la cintura y de inmediato me llevé un cigarrillo a la boca. Estaba ansiando hacerlo desde hace un buen, pero un buen rato. El bar, los viernes por la noche se atestaba de gente y poder tomarse un descanso aunque sea solo de cinco minutos parecía una hazaña peligrosa de lograr. Pero lo había conseguido.
Mis pulmones se deleitaron cuando puede aspirar aire limpio. O semi limpio al menos.
El callejón se encontraba desolado e iluminado sólo por una desgastada lámpara muy a lo lejos, lo cual no daba suficiente visibilidad para nada. Pero aún así disfrutaba aquellos cinco minutos lejos de aquel escándalo. Estaba agotada y exhausta, ya no daba para más y al llegar a casa tenía un escritorio lleno de tareas incompletas y trabajos por mitad esperando por mí. La Universidad cada vez se iba convirtiendo en una cargada más difícil de llevar y el trabajo era más desgastante de lo que se podría esperar. Trabajaba para poder pagar mis estudios, lo que significaba que no podía renunciar a ninguno de los dos.
Asistía a uno para estudiar e iba al otro para poder trabajar. Irónico.
Sacudí la cabeza y reí para mi misma. Mis pensamientos me causaban gracia. Le di la última calada al cigarrillo y me até el cabello en una cola de cabello. Ya me había excedido de los cinco minutos, hasta podría jurar que escuché a mi compañero llamar por mi por encima de la música, lo cual, obviamente era imposible. Di media vuelta e ingrese al lugar nuevamente.
Caminé con prisa a la barra y en cuanto Jake me vio ponerme a su lado, me fulminó con la mirada. A lo que yo sólo pude encogerme de hombros.
— Última vez — amenazó.
Yo rodé los ojos sabiendo que no sería así. En segundos comencé a preparar los tragos escritos en la bandeja giratoria, los cuales eran al rededor de algunos veinte o veintitrés.
La música se hacía presente en todo el lugar mientras que con energía me movía al ritmo de esta. Cada vez la lista de bebidas se hacía más y más extensa, sin mencionar a esas personas que se sentaban en la barra para ordenar alguno que otro trago y para eso tenía a Jake, mi asistente de Bartender.
— Estoy agotada — me queje. Sin pensarlo dos veces me senté en el banco que tenía detrás de la barra, cuando el lugar estaba más despejado.
El castaño rió y me dio una suaves palmadas en la espalda. — Nena, este lugar solo funciona por ti.
— Me reconforta escuchar eso.
Sonreí y le guiñe un ojo. La noche continuó como todas las demás, ajetreada y agotadora. Cuando el gran reloj de la pared marcó las cuatro de la madrugada y el lugar quedó totalmente desierto, pude llegar a sentir alivio inmediato. Ya era hora de ir a casa.
Mientras me encaminaba a la puerta principal para poder ponerle el cerrojo y comenzar a limpiar el sitio, la voz de mi rubia compañera sonó a mi espalda.
— Es extraño.
Me giré a ver si entendía a lo que se refería o al menos intentar leerle la expresión facial que llevaba en la cara. No lo conseguí.
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Realidad Inquebrantable ©
Romance《 Entre tantas perlas, el primer diamante en hacerse visible, por mucho es el más diáfano de todos. Como también el más bello y ese era claramente él 》 • Todos los derechos totalmente reservados. • No adaptaciones, no plagios. • Historia completamen...