Tentaciones

Deseo

Anthony Edward Stark era un hombre de tentaciones, las que siempre satisfacía. Si deseaba comer algo, lo tenía al alcance de la mano. Si quería tener un lugar, el dinero le alcanzaba para pagar y hacer lo que quisiera con él. Y cuando deseaba a alguien, normalmente, la persona caía a sus pies con solo verlo, sin necesidad de que él dijera más.

Sin embargo, ahí estaba ese hombre, que no lo miraba y tampoco se movía hacia su dirección como haría cualquiera en ese pequeño bar en la entrada del hotel, su hotel, para ser más específicos.

-Si no te conociera, diría que algo te molesta-susurró su mejor amigo junto a él, mirando a su alrededor y tomando un martini seco. Ambos vistiendo elegantemente.

-Si me conocieras Rodhey, sabrías que estoy por corregirlo-susurró caminando hasta la barra, sin quitar la vista de su presa, y pidiendo otro trago, junto a eso haciendo una seña para que le sirvieran algo al hombre que estaba sentado a su lado.

-Buenas noches Capitán Rogers-dijo con una sonrisa confiada y apoyándose hacia uno de los costados del hombre que parecía buscar a alguien entre la gente.

-Señor Stark, fue un gusto-dijo poniéndose de pie y caminando a la salida, en ningún momento le dirigió la mirada. Allí había otro hombre, según sabía era el Coronel Barnes. Ambos se hicieron un saludo y avanzaron unos pasos, perdiéndose de la vista del millonario.

-Si no te conociera-susurró su mejor amiga llegando a su lado-diría que escapó.

-Solo le di una ventaja, Pepper-dijo sonriendo e invitando una ronda a todos los presentes. Ya tendría oportunidad de cazar a ese soldado, pensó recordando lo ajustado del traje que portaba el hombre. La deliciosa forma en que la tela se ajustaba a su cuerpo, permitiéndole apreciar los atributos de su próxima conquista.

Porque Anthony Edward Stark no se quedaba tranquilo hasta obtener lo que más deseaba y, en este caso, era el capitán Steve Rogers. El que en más de una oportunidad se le había escapado.