Capítulo 1. ''Bienvenida''

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Emily.

¡Maldito idiota! No podía creer que me hubiese echado de la sala, como si sus aburridas clases pudieran servirme de algo. Iba camino a mi casillero cuando una estúpida se cruzó en mi camino, golpeándome con su hombro.

—Fíjate por dónde caminas —dije a la defensiva, ya bastante cabreada con… el mundo en general. La chica de cabellos cortos y morados se volteó para quedar frente a mí, observándome de pies a cabeza, gesto que no me gustó para nada. Adoptó una expresión de disgusto al responder sarcásticamente.

—Disculpa, ¿me dijiste algo?

Antes de que si quiera abriera la boca supe que la nuevita no me caería bien; bastaba con verle la cara. Sin darme tiempo a responder, como acostumbraba a hacerlo cuando me respondían de esa manera, dio media vuelta sobre sus talones y caminó hasta el salón donde se encontraba dirección.

En los pocos segundos que pasé con ella pude fijarme en lo pálido que era su rostro y en las pecas que adornaban sus mejillas. Tenía un aspecto serio y sin demasiada expresión, otra razón más para encontrarla extraña. Podía asegurar que jamás seríamos amigas, pero no hacía falta para darme cuenta que necesitaba urgente una cita con el peluquero.

Juliet.

Agarré mis libros segundos después de escuchar el timbre que anunciaba el horario de almuerzo. Había pasado los últimos veinte minutos de clase mordiendo la parte superior de mi bolígrafo o dando suaves golpecitos con él en los espirales de mi cuaderno. No era un misterio que las clases del profesor de Literatura fueran demasiado aburridas, por eso habían expulsado a Emily de clases en primer lugar. Y juro que no estaba exagerando.

—¡Por poco me quedo dormida! No puedo creer que siga trabajando aquí —dijo Nicole, acercándose justo a tiempo que Valerie, de mala gana, me ayudaba a acomodar todos los libros dentro de mi bolso.

—Ya, déjalo… —susurré al mismo tiempo que suspiraba y me resignaba a dejar un libro fuera. Ugh, ¿Por qué tenía que ser tan pequeño? Si había algo de la vida cotidiana que odiaba era llevar cosas en la mano.

—Es una buena noticia para ti, entonces, que el próximo bloque sea con el nuevo —me dirigí a Nicole, quien no dejaba de contemplar sus labios rojos en el celular—. Dicen que es… bueno, con decirte que es rubio —terminé rodando los ojos.

—¡Y joven! —me respondió entusiasmada—. Creo que tiene como treinta.

Caminamos en dirección a mi casillero, chocando con los hombros de los muchos estudiantes que prácticamente corrían al comedor. Los pasillos de nuestro internado, pese a sólo matricular doscientos alumnos por año, era un caos en este lapso de descanso.

—¿A eso le llamas joven? Tienes dieciséis años, por Dios. Podría fácilmente ser tu papá —musitó Valerie haciendo una mueca de asco. Era una hipócrita (en el buen sentido, claro). Había tenido unas cuántas aventuras con hombres mayores. No tanto como treinta, pero bah.

Abrí la pequeña puerta cuando llegamos y sonreí para mis adentros.

—¿Y qué? —Se defendió Nicole, restándome importancia con un escogimiento de hombros—. Sólo estaba aproximando, Val. No es como si realmente tuviera treinta años, puede que tenga menos. El punto no es la edad, ¡sino lo bueno que está!

Eché la cabeza hacia atrás para buscar su mirada. Su emoción no la dejaba pensar con claridad en algunas ocasiones, y sospechaba que ésta era una de esas.

—¿Ah, sí? Lo mismo dijiste del supuesto entrenador asombrosamente atractivo que nos tocaría este año, y resultó ser una mujer. Tus fuentes no son las más confiables.

Nothing else matters.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora