Provecho.💀

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Me encargo de poner la pequeña mesa como cada día, pero esta vez con mayor dedicación colocando el juego de cubiertos relucientes, listos para ser estrenados.

Tarareo
:

Un plato para papá, otro para mí.

Un vaso para papá, otro para mí.

Tenedor y cuchillo para papá, porque lo va a necesitar.

Espero alrededor de 5 minutos cuando se escucha el chirrido de la vieja puerta, lo que me indica que el viejo acaba de llegar, y procedo a servir el cocido de hoy acompañado de un plato de ensalada y un jarro de agua, la misma comida de todos los días, desde hace dos malditos años cuando murió mamá.

Ella era quien se encargaba de la casa, hasta que un día llegué de un viaje del colegio donde había estado por una semana y no la encontré cocinando como de costumbre, según papá mi madre había muerto supuestamente por suicidio, jamás ví su cuerpo, jamás la sepulté, no supe qué fue de ella, ni siquiera sus malditos motivos por los cuales se suicidó, porque a mi padre no se le ocurrió que su hijo al menos querría velar a su madre como es debido, como se merecía.

Después de ese lamentable hecho yo era quien se hacía cargo de los quehaceres de la casa mientras papá trabajaba, incluso dejé el instituto porque según él, en la casa habían cosas más importantes que hacer que en la escuela.

Nunca había estado tan contento por cocinarle a papá como lo estaba hoy.

-¿Y mi almuerzo? ¿Lavaste mis ropas?- preguntó apenas entró a la cocina aflojandose el nudo de la corbata.

-Lo hice, siéntese que ya le sirvo- señalé la mesa del comedor y el tomó asiento arrugando el entrecejo. Yo ya sabía lo que venía...

-¿Por qué diablos no está la comida servida cuando llego? Eres un inútil chamaco que no sirve para hacer nada bien, llego cansado del trabajo y lo mínimo que espero es tener la maldita comida lista en la mesa, pero el miserable escuincle de la mierda no lo entiende.

Comenzó a despotricar como de costumbre mientras yo lo ignoraba y le ofrecía el plato de ensalada. Por alguna razón siempre la comía antes del cocido.

-Provecho- digo volviendo en mis talones a la meseta donde se encontraba el otro plato.

Cuando fuí a llevarle el cocido ya no había nada en el plato anterior.

Sonreí para mis adentros.

Tomo asiento al otro lado de la mesa, frente a frente a él, observandolo tragarse su cocido mientras yo le daba pequeños mordiscos a una manzana que llevaba semanas en el refri.

-¿Y tú no piensas comer?- gruñó mirando con desaprobación la manzana en mis manos. Me encogí de hombros.

-Sabes que estoy hasta el coño de comer lo mismo todos los días desde hace años.

-Si quieres comer mariscos y esas maricadas, ¿por qué no te vas a trabajar?

-Pues porque no me dejas- arremetí, mientras lo asesinaba mantentalmente por la estupidez que acababa de decir. Él mismo me prohibía siquiera salir al patio de la casa.

-Lo que sea-murmuró con la boca llena.

Me incorporé para lanzar el resto de la manzana al cesto de la basura y procedía a lavarme manos.

-¿Por qué demonios esta carne está tan dura? ¿De qué es?- preguntaba mientras la cortaba con fuerza por su dureza y se la llevaba a la boca.

Me acerqué a él y quité su vaso de agua de la mesa echando el contenido en el fregadero, él me observó detenidamente.

-Estaba haciendo limpieza y en el sótano me encontré con que tenías un refri repleto de suministros, los cuales escondes- recalqué lo último- en la parte de arriba habían unos cuantos pedazos exageradamente grandes de carne y pues, decidí prepararla para que no se dañen.- sonreí endemoniadamente, el jadeó de horror.

Observé como se iba poniendo morado mientras ampliaba en magnitud sus párpados mirando fijamente el plato casi vacío frente a él.

Que espectáculo más agradable...

-¿Qu-é... Qu-é...?-trataba de formular una pregunta, pero de sus labios completamente hinchados por el veneno que coloqué en la ensalada provocaba en el no lograba salir nada con sentido.

-¿Qué?, ¿No te gustó papá? Pensé que te interesaría saber cómo sabía tu difunta esposa, ¿O no era para eso que la conservabas cortada en trozos en un refrigerador?-las palabras me salieron cargadas de un odio enfermizo.

Sangre salía a mares por su boca, me senté cómodamente en el mesón de la cocina, disfrutando el show.

El intentaba hablar mientras sostenía con fuerza su garganta, como si así fuera a impedir morir fríamente intoxicado y envenenado.

-No te preocupes por hablar, solo te quedan unos- observé mi muñeca izquierda en la que se encontraba un reloj e hice una mueca para restarle importancia al asunto- unos dos minutos más de agonía. Reí secamente.

»Luego me tocará a mí degustarte, padre.

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¡HOLA, PEQUEÑOS MONSTRUOS!

He aquí el segundo relato, espero que les esté gustando. 💀🖤

El primer relato ha tenido muy buen apoyo ¡Gracias por eso! Mientras más apoyo, más rápido las actualizaciones. Síseñol. 😌

Tengan sangrientos sueños... Jo.

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Si sacan frases y/o fragmentos y los comparten no olviden mencionarme. 🙊🖤

-Jlo.💜

 Cuentos para no dormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora