Capítulo 2

11 9 2
                                    

    "La perla perdida" era el sitio a donde iba a parar el despojo de la juventud. Chicos y chicas lo suficientemente mayores como para que los autorizasen a volver a casa a la madrugada, y lo suficientemente menores como para tener que gastarse unos dólares en una identificación que les permitiese ingresar al local, la cual en realidad era, como todos bien sabíamos, un seguro por si acaso a la vieja Madeleine le caía la inspección.

    Fue Vanessa quien me llevó allí por primera vez. Yo lo conocía de vista, por los cientos de veces que fui a tomar sol a las piedras del faro, pero nunca antes se me había dado, o había podido realmente, entrar.

    Estaba arrinconado en la curva al final de una pronunciada pendiente, oculto entre un cúmulo de palmeras de butiá. La parte principal de Cabo Perla prevalecía en la altura, por lo que siempre que se bajaba o se subía de la playa, había que atravesar una de aquellas tremendas cuestas de las que o bien nos quejábamos o bien nos alegrábamos cuando nos movíamos en las bicicletas o patinetas. Dependía, claro está, del sentido por el que se las agarrara.

    Esa primera noche entré con aire inseguro, no muy convencida de lo que estaba haciendo, lo que no era anormal cada vez que estaba con Vanessa.

    Los años habían pasado, y por lo menos en apariencia, ya no éramos las mismas niñas que correteaban y hacían de las suyas por el barrio. Vanessa era la típica chica inalcanzable a la que todos los chicos desean y muy pocos afortunados logran testear; esa que está más allá de los sentimientos de los demás, o del tacto o la consideración.

    Yo la seguía como un perro faldero. Hacía caso a todo cuanto decía y ordenaba, y así también el pobre de Neal, quien si bien estaba más alto, fornido y a cuyo rostro la pubertad había favorecido y amoldado, parecía seguir siendo el mismo niño de once años que temblaba de pies a cabeza bajo cualquier arranque de nuestra conflictiva amiga.

    No había relación que pudiese darse si Vanessa no la aprobaba, no había noche que nos quedáramos en casa en lugar de salir si es que Vanessa quería encontrarse con tal y cual en esa ocasión, no había chico o chica con los cuales pudiésemos reunirnos si éstos no eran del agrado de Vanessa...

    Estábamos cansados. Ambos lo sabíamos, y ambos reconocíamos los mismos síntomas en el otro. Pero ninguno de los dos hacía nada. Era preferible quedarse en el molde a arriesgarse a despertar el temperamento de Vanessa.

    Como venía diciendo, la primera noche entré en el lugar encogida, con paso vacilante y unos ojos temerosos que acabaron por hacerme ganar una mirada aguda por parte de mi amiga. Sin embargo, mientras más veces concurrimos, más me adapté a aquella atmósfera contaminada por el humo de los cigarrillos y el olor a cerveza rancia. La perla perdida no era exactamente un paraíso, pero con un par de tragos encima, nadie notaba a las cucarachas que corrían a esconderse en los rincones, ni las manchas de humedad en el techo, ni la pintura rajada de las paredes, o que las luces parpadeaban cada pocos minutos.

    Una de esas noches, Vanessa nos dirigió a Neal y a mí a un rincón vacío, donde había un par de sillones con los resortes salidos junto a una pared garabateada.

    Me senté en uno de los muebles y Neal se sentó en el posa brazos del mismo, a mi lado. Van tomó asiento frente a nosotros y se inclinó hacia adelante. Vimos en su rostro, en ese instante, la expresión que anticipaba que se proponía hacernos una confidencia.

- Me voy- Dijo simplemente-. Seis meses de viaje a Europa, a visitar a mi padre. ¿Cómo la ven?

    Neal y yo intercambiamos una mirada y alzamos las cejas.

- ¿Seis meses?- Pregunté, aturdida no solo por la noticia, sino por los tres vasos de tequila que acababan de ingresar a mi sistema tan solo unos minutos antes.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 28, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Nadando contra la corriente (Lesbian)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora