Día 6: Juicio Final parte 2/3

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Y Dios dijo: hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza (...).

Génesis 1:26

***

Despertó agotado nuevamente, la causa ya la sabes; dos golpes a las rejas de la celda lo hicieron erguirse.

El policía de guardia le hizo un ademán con la cabeza indicándole que la rutina que se venía dando estos última 5 días continuaba ese día también.

Respiró hondo y se levantó. Sabía que era el día en el que esa rutina se rompería, que llegara a su fin, que ya no sólo iba a contarle el último asesinato que había perpetrado y lo había llevado a estar tras las rejas de esa pequeña estación policial.

Había más. Él, en ese punto, contaba con más información y eso le era necesario para continuar con su ola de justicia.

***

— ¡Muchachos, hoy es el día!— exclamó Martín sonriendo.— No quiero ni una sola baja de nuestro lado.— comentó mirándolos con orgullo.

Un grupo de cinco personas, más él, se preparaban para sacar a Charles Black de la estación policial en la que llevaba 5 días privado de su libertad.

— Todos regresaremos con nuestras familias.— susurró mientras veía una foto de su esposa e hijos; besó dicha foto para luego guardarla en el bolsillo trasero de su pantalón.— Todos.— repitió para sí mismo.

***

Estaba sentado en la habitación en la que pasaba gran parte de su día últimamente esperando por el oficial Jhonson.

— Pensé que no vendría.— comentó al ver al aludido entrar y tomar asiento frente a él.

— Siempre vengo.— dijo el oficial frunciendo el ceño.—¿Por qué pensaría eso?— preguntó extrañado el rubio.

- Porque ni siquiera me pusieron las esposas; pensé que me dejarían en libertad.— bromeó mostrándole sus muñecas libres.

— Véalo como un regalo.— dijo Jhonson sonriendo de lado.

— Gracias, oficial.— agradeció regresándole la sonrisa.— ya mis muñecas estaban cobrando esa factura.— agregó reclinándose en su puesto.

— Dígame, señor Black ¿Qué tiene para hoy?— preguntó sin más el oficial.

— ¿Oye eso, señor Jhonson?— preguntó saliéndose totalmente de tema.

— ¿Qué cosa?— respondió el rubio con otra pregunta. Charles sonrió de oreja a oreja.

— ¿Recuerda el día que me detuvieron y me trajeron aquí?...

***

Revisé todas las ventanas asegurándome de que los alrededores del pequeño recinto estuviesen solos.

El frío y tranquilidad de la noche nos acompañaban; la oscuridad se enseñoreaba del cielo nublado donde no se podían contemplar las estrellas en el firmamento debido a las grises nubes que se encontraban descargando a cántaros el agua que llevaban.

Me coloqué frente a Christian Kreel, quien fuera mi última víctima hasta entonces, mi última víctima antes de que me detuviera la ley.

La luz de los repentinos relámpagos alumbraban el salón en su totalidad, como si se hiciese de día por unos segundos, unos muy cortos segundos; me mantuve mirándolo fijamente hasta que este despertó.

— Buenas noches, señor Kreel.— dije educadamente sonriendo mientras me acercaba a él con paso lento.

Nuestro amigo aún estaba recomponiéndose del golpe que había recibido en la cabeza, por lo que después de quejarse un corto tiempo del mismo comenzó a hablar.

— ¿Dónde estoy?— preguntó un poco desorientado todavía.

— Muerto.— respondí con simpleza.— o mejor dicho, entre la muerte y el infierno.— aclaré estando ya a un lado de él.

— ¿Quién eres?— preguntó frunciendo el ceño y tratando de zafarse de las cuerdas que lo mantenían atado a la camilla.

El ambiente era tedioso, se podía oler a kilómetros de distancia que la muerte rondaba por esos lados.

— Mucho gusto, soy Charles Black.— dije sonriendo y estrechándole la mano.— Ah, cierto; tienes las manos atadas.

La muerte se apellidaba Black; o por lo menos, se apellidaba de esa manera esa noche de fuerte lluvia.

— ¡Idiota, suéltame!— exclamó furioso.

— Veo que ya te sientes mejor.— comenté tranquilo mirando hacia un punto inexacto en el suelo.

— Te voy a matar, hijo de perra.— dijo con total saña en su voz.

— Temo que tus planes de muerte serán al revés.— aclaré sin perder la sonrisa del rostro.— siempre les digo a los acusados por qué estaban aquí y el por qué de sus sentencias.— comenté caminando alrededor de su camilla.

Christian me veía con aversión, pero con impavidez a la vez, lo que me causó un revuelo en mi cabeza.

— ¿Cómo puedes estar tan calmado al saber que estás a punto de morir?— le pregunté lentamente. Nuestro amigo sólo demostró cambio en su semblante al oír esta última palabra por lo que tragó saliva para así luego poder hablar.

— Talento.— respondió fingiendo tranquilidad y serenidad.

— Estás aquí por la muerte de Vanessa de Black y sus hijos.— declaré cerrando los ojos y respirando profundo para no partir a llorar.— tomando de paso el alma de su esposo, el señor Black aquí presente.

Kreel miró en varias direcciones haciendo denotar su preocupación, tal y como yo quería ver; su necesidad de no morir.

— Amigo, tengo mucho dinero y estoy dispuesto a pagarte lo que desees; sólo no me mates, por favor.— suplicó con lágrimas en los ojos.

—¡¿Acaso puedo comprar una familia nueva en la tienda de la esquina?!— grité con furia en mi voz.— ¡¿O puedo comprar una máquina del tiempo para recuperar a mi familia?!— las lágrimas corrían por mi rostro a causa del coraje y el sentimiento de recordar a mi familia.

— Yo también tengo familia.— dijo para exculparse.

— Ni un gato tienes.— respondí a lo que se demostró en desesperación total.

Le di un golpe en la cien por lo que quedó desorientado unos segundos.

— Por favor, que sea rápido.— pidió resignándose.

— Trataré que duela lo más posible.— aclaré alejándome para traer mis herramientas de trabajo.

Asesino De Las Sombras |Memorias Del Asesino|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora