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"HAAAAAAAH", suspiro al apoyar el vaso de café en la mesa cual whisky en el bar.
Piyo y Dima saben la razón del suspiro: Andreas. Cruzan una mirada de entendimiento y proceden a darme consejos que no saben si funcionan y que aún así escucharé y pondré en práctica.
"Eri, has elegido, de entre tooodos los peces, un jodido pez globo", comienza Piyo. No me ayuda. Doy otro trago al café. Dima mira a Piyo y pone los ojos en blanco, también piensa que es ridículo que me diga algo negativo en esta situación en la que claramente busco consuelo.
Dima respira profundo y dice: "Yo creo que ese chico no se entiende ni él mismo", tampoco me ayuda; más café; "pero sí que me parece que le falta color, vidilla, calor. Y creo que tú puedes darle eso y hacerle saber lo que se pierde".
Esto, ESTO quería oír yo. Algo positivo que pudiese aportar en una relación hipotética entre Andreas y yo.
"Supongo que eso puede ser verdad", digo, "aunque para mí tiene una personalidad propia ya ideal, para ser él digo".
"Sí, pero le falta diversión", dice Piyo.
"La diversión que debe comenzar en la juventud y no dejar morir nunca", dice Dima apretando su puño derecho contra el pecho.
"¡¡JAJAJAJAJA!! Bueno, eso sí me parece razonable", digo.
Nos ponemos a hablar del examen de mitología, unos nuevos grupos de idols coreanos, el medioambiente y en seguida pasa una hora y media. Tengo cosas que hacer así que me despido y me voy al metro.

Hace buen tiempo. Tal vez salga a montar en bici.

El Siempre Que Nunca ConocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora