Kal despertó muy lentamente. Seguía en la choza dracca. Su mente estaba nublada. Recordaba todo lo que habia sucedido pero su cuerpo no quería responderle.
-Por fin despierta- dijo una voz femenina.
-Los dracca ya querían darle entierro.- dijo la voz de un hombre.Eran las voces de las armaduras. Kal se incorporó y volteó a ver el fuego que ardía al centro de la choza. Tres personas estaban sentadas ahí.
-Hace mucho calor aquí.- dijo Kal terminando de levantarse
-El frío esta espantoso afuera. Es mejor aguantarse. -dijo la mujer.Era muy esbelta. Su espalda era cuadrada y su cuello muy largo. Tenia manos muy pequeñas en comparación a su cuerpo. Sus brazos eran muy detallados, musculosos pero no protuberantes, más bien afilados como el marfil.
Su piel ayudaba mucho a hacer esa comparación pues era prácticamente blanca. Su nariz era pequeña y respingada, sus pómulos eran afilados y su barbilla era pequeña. Su mandíbula era afilada también. Su boca era pequeña y los labios eran de un rosa pálido.
Resaltaban mucho sus ojos, eran de un profundo negro, que a la luz de la fogata los hacía un poco perturbadores. Era como ver cuencas negras cristalinas, como en una muñeca.
Aún lado de ella se encontraba otra mujer, que era lo opuesto de la primer mujer.
Ella era grande y musculosa. Tenía la espalda ancha y el cabello trenzado apretando mucho contra su cráneo.
Su cabello era rojo, como el de las túnicas de los monjes, pero sus cejas eran negras. Su piel era muy Morena, más que la de Jenna. Sus labios eran anchos y sus ojos eran de un color gris que brillaba como plata con el brillo de la fogata.
Sus manos eran grandes y sostenían un tazón que le ofrecía a Kal con un sonrisa amplia y gesto amigable.
Al lado de la enorme mujer estaba el hombre del torso descubierto, ahora con una camisa y sin armadura. Él comía con su tazón muy cerca de su rostro, masticando y tragando a toda velocidad.
-Venga siéntate de una vez.- dijo la enorme mujer.
Kal tomó el tazón que le ofrecía y se sentó en el suelo con ellos. Entonces puso el tazón en el suelo y comenzó a hacer sus oraciones.
La mujer gigante y el hombre lo vieron, y él rió un poco. La mujer esbelta solo observó en silencio.
Kal terminó sus rezos, tomó el tazón y comenzó a comer.
-¿De qué se ríen? -dijo Kal.
-Ya no estás en la abadía. No tienes que fingir. - dijo el hombre mientras se servía más de la olla en el fuego.-No estoy fingiendo, estoy rezando- dijo Kal confundido.
La mujer y el hombre rieron.
- No puede ser. - dijo la mujer gigante. - Realmente vamos a tener que mostrarle todo.--Pues me alegro, porque tengo muchas preguntas. -dijo Kal con un tono desenfadado. La verdad es que estaba muy confundido y asustado, pero se notaba ese grupo se preocupaba por su bienestar. Él solo quería entender la situación y agradecer las vendas en sus heridas.
-Muchas gracias por rescatarme- le dijo al hombre. - Supongo que usted es la de las Jabalinas. - dijo Kal volteando a ver a la mujer esbelta.
Ella asintió con cierta solemnidad.
- ¿Dónde está Rítal? - preguntó Kal.
La mujer gigante y el hombre tiraron una carcajada.
-Yo soy Rítal. -dijo ella con su enorme silueta acercándome la mano a forma de saludo. - Él es Ranpo- el hombre saludó.- y ella es... --Speeral*- dijo la mujer esbelta inclinando su cabeza lentamente.
(*Speeral se pronuncia Spieral)Kal se quedó callado un momento.
-Tu nombre... - empezó Kal - es uno de los Nombres del...-
-Del Idioma Antiguo. -terminó ella. -de uno de ellos al menos.-¡Vaya! No estás tan perdido. -dijo Rítal. - ¿Cómo es que un esclavo sabe el Idioma Antiguo?
-No soy un esclavo. - puntualizó Kal - un monje me enseñó como identificarlo. Creo que investigaba como reaccionaban los Ocres a las Palabras Antiguas.-
-¿Ocres?- pregunto Rítal.
-Esclavos - contestó Ranpo tragando.-¡Qué no soy esclavo! -dijo Kal- Es solo que, no tengo nombre. - lo dijo un cierto deje de pena.
Los tres rieron. Rítal con una sonora carcajada, Ranpo atragantándose con la comida y Speeral con unas risitas, tapándose la boca.
-¿Qué es tan gracioso? -dijo Kal enojado.
-Todos tenemos nombre niño. -dijo Ranpo bajando el plato. - Puede ser otorgado como el de Rítal o ganado como el de Speeral, pero todos tenemos un nombre.-
- ¿O qué? ¿Gritan Ocre y volteando 30 desgraciados? -dijo Rítal carcajeándose. -Este chico me cae bien. Hará ameno el viaje.-Pues no- dijo Kal ruborizado -Tenemos designaciones. La mía es Kal.-
-Lo sabemos.- dijo Ranpo. -Solo te estábamos molestando.-
Kal dejó el plato de comida. No había probado bocado. Estaba sentado con las piernas cruzadas y la vista hacia el suelo. Debería estar gritando y exigiendo respuestas o intentando escapar. Todos sus recuerdos de lo que había pasado volvieron a él. Los monjes muertos, el sumo sacerdote y el Rayo de la Muerte, y la serpiente que había salido de su brazo. ¿Qué estaba pasando?
Ranpo y Rítal estaba discutiendo de una tontería cuando algo cayó encima de la cabeza de Kal. Era un pesado abrigo gris. Speeral estaba de pie a un lado, cerrando su abrigo.
-Tienes preguntas.- dijo ella asegurando el abrigo.- tengo respuestas, afuera. -
Kal se levantó y tomó el abrigo. Quería saber qué estaba pasando. La pregunta real era, ¿podía confiar en ellos?
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La Cadena de Halic
Science FictionKal vive todos sus días con un estricto horario sirviendo a los monjes de la abadía de Oeste. Poco sabe él del mundo exterior o de la guerra que se libra hasta que un día, 3 guerreros rebeldes entran en la abadía y lo secuestran. Kal tendrá que adap...