3-. Nuevos compañeros.

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Un hombre bajito y de aspecto obsceno me miraba por encima de las lentes.

— Pasa jovencita.

Entré cautelosamente, me giré una última vez para comprobar que no era una broma y se reía a mis espaldas, pero estaba serio, mantenía una posición autoritaria.

Un enorme pasillo oscuro proseguía ante mis ojos, las paredes estaban teñidas de un verde oscuro bastante tétrico y a cada pocos centímetros cuadros de alumnos se alzaban expectantes.

Era bastante ancho y habia muchas entradas y salidas a cada lado, sin embargo, no habia nadie, tan solo yo y wl misterioso hombre.

— Nunca pensamos que nos costaría tanto traerte aquí ni que no fueras capaz de sospecharlo al menos un poco — su voz sonaba ronca, yo seguía manteniéndome callada, supongo que en algún estado de shock, del que no alcanzaba a recuperarme.

Me miro de nuevo y prosiguió.

— Normalmente los familiares informan al sujeto en cuanto tienen capacidad de razón, pero en tu caso… — me mira de arriba a abajo y niega, como si le diera asco, le devuelvo la gratitud— Joan cumplió bien al decir que no te diría nada hasta la edad obligatoria. 

— ¡Joder quiere callarse de una puñetera vez! — no podía oír una palabra mas — no quiero ser parte de esta supuesta mierda y este sitio me produce escalofríos, quiero volver a San Francisco.

— Supongo que es la reacción corriente ante una adolescente, afortunadamente archivamos pocos casos de esta magnitud.

Llegamos hasta el final del pasillo y cruzamos un umbral, que daba a lo que debía ser su despacho, una sala agobiante llena de cosas de por medio y un escritorio en el cual, había dos sillones de cuero desgastados.

A lo largo del paseo, descubrí que la academia debía de tener al menos cinco plantas.

— Su voz me produce dolor de cabeza — me senté en frente suya, tan solo el escritorio me separaba del hombre canoso que me miraba en un tono de reproche, mientras sacaba una hoja y un boli—.

Empezó a anotar algunas cosas, cada dos segundos levantaba la vista como inspeccionandome.

— Estoy clasificandote, me han dicho que eres bastante torpe, apenas alcanzas el Círculo 1, informaré para que Ian te de algunas clases.

— ¿Quien coño es Ian?

— Todo a su tiempo joven.

Iba a decir algo inapropiado cuando el ruido de unos nudillos contra la madera aparecieron tras mí.

— Adelante Zoe.

Una chica de estatura mediada, de aproximadamente mi edad, se acercó hasta nosotros, me miró rápidamente y luego hizo un gesto al hombre extraño.

— ¿Es ella? — era obvio que se refería a mi.

— Sí.

— Disculpe cuando digo que parece que ha salido del mundo de los muertos vivientes — estaba claro que se refería a mis accesorios y al maquillaje.

Me encantaba el negro que más podía decir.

— Estoy aquí — saludé efusivamente.

Se volteó y se apoyó en una de las estanterías, tenía los ojos de un azul clarito y el pelo ondulado, le caía en cascada, de un tono dorado. Llevaba lo que parecía ser el uniforme de allí.

Unos legins ajustados y una camiseta de tirantes blancas, decorada en la espalda con el dibujo de la academia y sus iniciales.

— Quiero que la enseñes todo esto — dobló el papel de antes y lo guardó en un cajón, bajo llave, ¿que importancia podía tener? Eran todos una panda de raros.

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