5-. Una lección que aprender.

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Siento el escozor recorriendome las piernas, las miradas de los chavales centradas en mi rostro, lleno de ira y verguenza. Para que mentir. Sobretodo verguenza.

La pelirroja sureña aplasta su tacana contra el pecho de uno de sus compañeros y rodea sus brazos alrededor del cuello de Ian. No se porque siento una punzada en el pecho. Pero la siento y me molesta.

— ¿Es que no piensas levantarte? — su ojos azules se centraban en mi figura, tirada, afligida e inocente en el suelo.

— Pero mirala amor, no tiene madera ni de "fundia", hasta mi hermano la ganaba...— con un gesto coloca su melena pelirroja por delante del hombro.

Por fin mis piernas me responden y me levanto, bajo la presion de todas las miradas punzantes.

— Coge la tacana — menea la cabeza hacia el objeto alargado al otro lado de la sala.

Bufo medio riendo.

— Pierdo el tiempo contigo, seras un supreme o como te llamen, pero realmente eres un completo idiota. — cojo la tacana y la aplasto contra mis rodillas, partiendola en dos mitades, las arrojo a sus pies— ahi tienes tu mierda, ahora puedes jugar a Kunfu Panda con tu amiguita la estirada.

Con todo el orgullo que me queda recorriendo mis venas, me dirijo al ascensor, oyendo la voz grave del ojiazul de fondo.

— ¡Ella no puede simplemente irse así! — un estruendoso ruido inunda la sala y mi subconsciente se pone alerta haciendo que mis pies se muevan mas rápido.

Pulso repetidamente el boton del ascensor nerviosa, noto como el chaval empieza a correr hacia mi, afortunadamente el aparato se cierra antes de que pueda ponerme la mano encima.

Suspiro. Nunca se me había dado bien la gente.

{...}

Abro la puerta de golpe y me siento en el umbral de la ventana, Lola aparece con una toalla enroscada al cuerpo y el cepillo entre los dientes.

— ¿Ya has llegado? Que rápido.

— Me enfade con el creído y me he largado.

El cepillo rebota contra el suelo varias veces para después quedarse en una esquina de la pared.

— ¿¡Que has hecho que?! Thalia eso no puedes hacerlo y menos... Siendo tu una nueva y una de nosotros.

No comprendía esa pirámide social que les habían metido en la cabeza, y lo peor de todo es que lo aceptaban. Como un niño al que acaban de quitarle un caramelo.

Apoyo la cabeza contra la ventana, dejando que el frescor del cristal entre relajante por los poros de mi piel. Mi calor deja un rastro de vaho por la superficie, paso el dedo por ella formando un simbolo.

Estaba cansada. Apenas tenia fuerzas para alzar la mirada a lo que seria una reprimenda por parte de mi compi teñida.

— ¿Quieres decir una Fundia? Oye mira no quiero ofenderte pero debes de estar muy tocada para no querer escapar de aquí.

— ¿Crees que no lo hemos intentado? nadie quiere enfrentarse a su destino mágico y preanunciado — noto el calor de su cuerpo a mi lado, pero sigo con la mirada desviada hacia los arboles que rodean el edificio— Todos hemos entrado aquí por la fuerza, a mi me encontraron con seis meses a los pies de la escalera, no se quienes son mis padres, nunca se han presentado en el horario de visitas, a lo mejor era adoptada pero nunca lo podré saber. A todos nos gustaría poder llegar a ser lo que queramos, veterinarios tal vez... Abogados, cuidadores de bebes, policias... Pero en lugar de ello aquí estamos. Y lo peor de todo es que al menos hay gente que avanza. Pero nosotros somos discriminados y aunque lucharas de maravilla solo podemos alcanzar el círculo 3 y por ahora nadie lo ha conseguido.

Frunzo el ceño por esa cascada de informacion que mis neuronas intentaban procesar poco a poco.

— Hay una cosa que no entiendo en tu versión — me doy la vuelta y me acurruco contra la pared izquierda de manera que pueda visualizarla. — ¿Los fundios no eran aquellos que habían entrado en la academia mucho mas tarde que el resto?

Baja la mirada, de repente siento que no tenia que haber sido tan cotilla y que esa pobre criatura no tenia que pagar mi mal humor porque un gilipollas con la cosa subidita me hubiera hecho estallar.

— Efectivamente... — sus ojos medio vidriosos miran los míos.— pero por alguna razón me metieron aquí sin explicaciones. De hecho fui la primera. Algunas veces me da la sensación de que es mi culpa que los fundios existan, que por algún motivo, están aquí porque hize algo mal.

Mi subconsciente se relaja y mis brazos automáticamente rodean su cuerpo, pasando mi mano suavemente por su brazo.

— Ellos no son normales, esto no es normal. Prometo sacarte de aquí, prometo que tendrás una explicación a todo esto. A porque te hicieron esto.

De alguna manera sentí que esa promesa era importante y en ese instante me juré a mi misma que pasara lo que pasara no dejaría que hicieran daño a Lola. Algo me decía que ya había sufrido suficiente.

— ¿Quieres saber como ha acabado mi disputa con el señor Don Listillo? — me levanto saltarina y dibujo unas comillas en el aire.

Se ajusta las gafas delicadamente y su expresión se relaja.

— No se si quiero saberlo. Me das miedo.

— Espero que sea metafórico

— Puede que si, puede que no.

— Rompi su maldito palo y se lo tiré.

— ¡Oh dios mío! — se incorpora a la velocidad en la que yo corro escaleras abajo cuando mi madre hacia pizza para cenar.

— ¿Me he pasado?

Suelta una risita nerviosa y estalla en carcajadas.

— Creo que por fin le has dado una leccion a ese engreído.

— Me asombras Lola... — la señalo.

— Vanderwell. Lola Vanderwell.

— ¡Lola Vanderwell! Tienes pinta de mujer de campaña publicitaria. — la sonrio para que vea que se trata de una broma.

— Puede que si. Voy a vestirme. — se dirige de nuevo al baño. Bueno, mas que baño a mi me parecia el lugar donde defecan los monos. Justo antes de que cierre la puerta la entretengo.

— Me caes bien Lola Vanderwell y creeme poca gente me cae bien.

— Vaya, ahora justo que te vas a separar de mi.

Mis oídos se ponen alerta.

— ¿Que coño quiere decir eso?

— Trabajos comunitarios. Ese será tu castigo por desafiar a un supremo.

— Oh. ¿Y que se hace? — me negaba a recoger basura durante una semana, como la ultima vez que le pegue un chicle en el pelo a Rose. Creo que ahora tiene una calva muy bonita por mi culpa que disimula con un lazo.

— Vas a tener que alimentar a las criaturas oscuras de abajo. Te van a hacer aprender la lección. Todos los Fundios lo hemos hecho alguna vez. Pero tu tienes sin duda el record de niñita rebelde de la vida. — se divertia mientras notaba como todo ni cuerpo se tensaba de la presión—.

— ¿A las qué?

— A las criaturas con mal genio que montan los supremos cuando tienen una misión importante.

Trago saliva, un nudo desagradable se forma en el fondo de mi estomago.

— ¿y que clases de criaturas son? — en realidad no quería saber la respuesta.

— Dragones.

...

Lo que decía, mejor vivir en la inocencia.

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