Preliminares

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Cuando el detective Gold (o Edd, como insistía que le apodara) me recibió en su casa de la bulliciosa ciudad de Londres en el año de 1887 me concedió todos los privilegios que en los Estados jamás habría soñado con tener. Aunque no fue asunto sencillo.

Yo, al ser americano de nacimiento, y a pesar de tener padres más británicos que la misma reina Victoria, no tenia mucha oportunidad de progreso. Los ingleses al parecer despreciaban a los hijos de su misma estirpe. Perdónenme por no escoger donde nacer.

El príncipe Matthew nos tuvo como sus favoritos por muchos años, a pesar de nuestra inferioridad, y como agradecimiento por salvarlo nos facilitó la existencia lo más que pudo.

Para asegurar mi posición, me ayudó enseguida a comprometerme con la hija de un burgués, una mujer llamada Susan a la que poco conocía y no amaba, pero a la que le agradecí mucho después. Quizás no era una duquesa o una princesa (Edd siempre bromeaba con un molesto Matt diciéndole que me prestara a una de sus hermanas) pero si era lo suficientemente adinerada para ayudarme a escalar peldaños sociales y vivir estable. Tampoco era hermosa, pero no me disgustaba, al fin, si le hice 5 hijos fue por algo...

Hablando de esposas, Edd ya estaba casado cuando llegué por primera vez a la isla, y su mujer esperaba a una bebé a la que en unos meses llamarían Elizabeth, "Ell" para abreviar. Aún recuerdo con gracia como Edd intentó por todos los medios convencer a su esposa de llamar "Cola" a la pequeña. Pobre niña.

Todd, el antiguo cantinero de Un Buen Lugar Para Empezar se me arrimó como pulga, y el muy vividor también se benefició de la amabilidad de Matt y Edd. Al final tuvo oportunidad de largarse a Noruega. Sus cartas dicen que está bien, que se casó y tuvo una hija a la que llamó Victoria, en "honor a la reina y abuela del muy amable príncipe Matthew", pero a la que en sus siguientes mensajes sólo se referió como "Tori".

Por mi parte, me instalé en una casa digna, viví tranquilo por unos años y me pasé por las bolas las habladurías sobre mi nacionalidad, mi vida anterior o mi apariencia (exactamente, mi ojo parchado). Quizás yo estaba lo suficientemente americanizado para no dar importancia a aquellos chismes de salón, y hasta la fecha no he dado mi brazo a torcer...

Puede que por eso estoy escribiendo ahora mismo; un diario se supone que es secreto, una satisfacción personal para desahogarse sin remordimientos. No hay que divulgar nada a los cuatro vientos.

He visto a Edd hacer uno, desde ya hace varios años, y no puedo creer que hasta ahora me haya nacido empezar el mío.

Espero poder traspasar todo lo emocionante sin pereza. Por ahora pienso pedirle a Edd que me muestre el diario que relata nuestra primera aventura, o emborracharlo si se niega, para ver si tiene todo registrado y así ahorrarme escribir mi parte. Entiendo que mi versión de la historia es importante, pero soy un vago.

El Diario Del Sheriff Thompson (Tommatt/Mattom)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora