La primera noche importante

2.4K 182 222
                                    

Al parecer estoy de suerte, Edd no solo me mostró con gusto el diario de cuando nos conocimos, sino que también escribió los hechos de manera tan detallada y acorde la realidad que me acaba de ahorrar un trabajo que me daba pereza hacer. ¡Te debo una Edward!

Ahora, podré usar este espacio para algo que si me emociona apuntar, y que al mismo tiempo me pone la carne de gallina.

Todo comenzó en el otoño de 1891. Yo apenas tenía 4 años de vivir en Inglaterra, aunque había hechado raíces rápido. Ya estaba casado y mis dos hijos mayores, Tim y Steve, ya habían nacido. Matt también había contraído nupcias y Edd... Bueno, él solo estaba mas gordo.

Una noche de esas, Matthew temblaba entre mis brazos. Su mujer (que para variar era su prima lejana) estaba de parto y por más que pasaba el tiempo no escuchábamos mas que quejidos y gritos de un dolor que me hizo lamentar tener a mi propia esposa embarazada por tercera vez en ese entonces.

Matt se hiperventilaba a pesar de no ser primerizo; ya antes habian tenido una nena llamada Matilda, cuyo nacimiento fue bastante más rápido y menos mortificante para todos.

Aún recuerdo los intentos de Edd por tranquilizar a nuestro amigo, y como lo obligamos a tragarse una buena medida de coñac para los nervios. Matthew entonces comenzó a ahogarse y lo tuvimos que obligar a pasar agua para mitigar la tos; cuando se calmó, su esposa volvió a gritar de dolor desde sus aposentos y volvimos al maldito inicio. Edd y yo ya no sabíamos que hacer y rezamos para que el parto acabara pronto.

De la nada se disparó un llanto.

Aliviados, abrazamos a Matt y lo felicitamos. El doctor salió de la habitación diez veces mas agotado que nosotros. No quise imaginar como estaba la madre.

-Doctor, ¿como están?- Matthew apenas y podía hablar bien. Estaba rojisimo y dependía de nosotros para mantenerse de pie. El doctor sostuvo un semblante serio.

-El bebé nació bien, es varón- Edd palmeó la espalda de Matt con alegría y yo solo le sonreí melancólico, acordándome de mis propios hijos. Él sólo intentó respirar hondo.

-Aunque su esposa...- las palmadas de Edd pararon de golpe y mi sonrisa se torció. Matthew tuvo que sobrevivir del poco aire que pudo inhalar -lamentablemente no resistió. Lo lamento mucho, su alteza-
Si Matt hubiera pesado un par de kilos más o si nosotros hubieramos sido mas escuálidos nos habríamos venido abajo los tres.

A partir de esta noche los problemas se volvieron más frecuentes en nuestras vidas.

Matthew, a pesar de estar muy adolorido, intentó seguir adelante y siguiendo los consejos de su abuela la reina (a quien por cierto le encantaba meter su cuchara en todo) le consiguió una nana a Matilda y una nodriza al bebé, enterró a su difunta en el mausoleo familiar y se hizo cargo de sus bienes, se ocupó de algunos asuntos de estado en Londres para mantenerse "entretenido", y lo más importante, le guardó a su esposa un austero luto, al menos por unos meses.

Edward y yo nos mantuvimos a su lado, siempre dispuestos a darle consejos o a dejarlo desahogarse, y nuestras esposas lo apoyaron muchísimo cuidando a sus hijos.

Nuestro amigo, en agradecimiento, nombró a su recién nacido como Matthew Edward Thomas, aunque siempre lo apodamos Junior; y a pesar del disgusto que le causó a la reina Victoria, permitió que se criara junto con nuestros hijos.
Poco a poco los Gold, los Thompson y los Sajonia-Coburgo-Gotha nos convertimos en una gran familia.

Todo estuvo lo mejor posible hasta que, a los pocos meses de nacido, Junior presentó hematomas enormes y sangrados incontrolables en la nariz y en las encías.
Aquellos eran síntomas de la hemofilia.

Por lo que tengo entendido, no era el primer caso en la familia de Matthew. La familia real inglesa de un momento para otro se había vuelto muy propensa a esta terrible enfermedad y sin explicación aparente. De vez en cuando, algun hijo varón nacía hemofilico, y a Junior le tocó esa mala suerte.

Matthew, obviamente, quedó devastado. Todo lo que había ganado en los últimos meses ya no significaba nada.

De verdad lo lamentamos, él era muy joven para tanto sufrimiento; apenas tenía los 25 recién cumplidos cuando todo se vino abajo. No podía imaginar como se sentía por dentro. El solo verlo me causaba, no lástima, sino ternura...

Los días posteriores fui testigo de como dejaba de ser ese vivaz y coqueto principito de 20 años que rescatamos en Estados Unidos y se convertía en un hombre sensible, necesitado de consuelo y temeroso ante lo incontrolable; alguien que necesitaba ser protegido para ser capaz de cuidar el mismo de los suyos.

Aquí es en donde pecamos.

El Diario Del Sheriff Thompson (Tommatt/Mattom)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora