Un chico camina solo por las frías calles.
El sol brillaba con intensidad, algo raro por aquellos lares. Apenas había nieve, y un montón de chaquetas de colores se apilaban junto a un deshinchado neumático, tumbado, pegado a un montón de basura. Los chicos, de edades entre los quince y los dieciséis años, habían dejado las mochilas escondidas bajo unas planchas de madera amontonadas cerca de las chaquetas, y habían comenzado a caminar entre las torres de chatarra que se erigían, imponentes, por todo el lugar. En el inmenso silencio se escuchaba el eco de sus risas, de algún golpe contra algún objeto contundente, seguido de una maldición, o de los pasos, si estos eran rápidos y numerosos, como una estampida.
Aquella tarde habían comprado comida en Taco Bell y habían optado por comer junto al lago. Tras deshacerse de la basura, volvieron al lugar de siempre: el desguace. Corrían por ahí desde niños y a primera hora de la tarde solían ir. Ofrecía unas vistas increíbles, estaba alejado del bullicio, y podían disponer de todo lo que allí había a su gusto. Kenny pudo ver el ardiente cabello de Kyle, que había trepado a una pequeña colina de partes metálicas, alejado de ellos, y observaba el sol, brillante, abrasador, junto a Stan, que acababa de subir para sentarse a su lado. El rubio, con los ojos entrecerrados por la luz del sol, no supo si estaban hablando de sus problemas, del partido de rugby o de chicas, pero no pudo evitar bromear para sus adentros con que parecían una pareja de lo más enamorada.
La risa se le escapó unos segundos, y atrajo la atención de Craig Tucker, que se sentaba a su lado, en el asiento del piloto de un coche a medio reparar, oxidado y sin algunas ruedas. Estaba terminando sus nachos, que venían en una bolsa de papel con el logo de Taco Bell, mientras Kenny fumaba un cigarro con despreocupación. Craig arrugó la bolsa y la tiró por la inexistente ventanilla del coche. No se preocupó de observar dónde había ido a parar, solo observó a Kenny, que seguía sonriendo.
-¿Qué?-Preguntó, con aire divertido.
-Quería saber qué te había hecho tanta gracia.
-Nada, Tucker. No es nada.
-Sabes que no voy a insistir.
El silencio duró unos segundos. Craig miraba para otro lado y Kenny se mordía el labio.
-¡Está bien!-Exclamó, como si le hubiesen sacado una confesión a la fuerza.-Es sólo que Stan y Kyle parecen estar a punto de declararse.-Señaló y Craig siguió la trayectoria de su dedo y los observó.
-Si tú lo dices…-Se encogió de hombros y alargó el brazo para quitarle a Kenny su cigarro.-Deja esa obsesión por hacer gay a todo el pueblo.
-Pero sólo si reconoces que parece que Stan y Kyle vayan a besarse.
-Si Kyle se pareciese un poco a la novia de Marsh lo diría.
-Aguafiestas.-Comentó el rubio, pero la sonrisa no desapareció de su rostro.
Craig fumaba en silencio, recostado en el desbaratado asiento a su lado. Kenny tenía, en el salpicadero, las bolsas de la poca comida que había podido permitirse. No tenía apetito. Clyde pasó corriendo delante de ellos, Craig lo observó pasar, mientras el castaño se reía, y Cartman trataba de alcanzarlo, con apenas algo de aire en los pulmones. Por lo visto, el amante de los tacos había robado uno de los que Eric aún no había empezado a devorar. Eric se apoyó en el capó del coche que ocupaban Craig y Kenny, agotado, y ellos lo miraron en silencio.
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Volver de entre los muertos
RomanceUn chico camina solo por las frías calles. La capucha naranja cubre su cabeza para protegerlo del fuerte viento. Bajo el raído abrigo naranja que lleva cada día, luce el traje negro que una vez llevó. Fue una de las mejores noches de su vida. Llora...