Tercera Parte

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Se acerca a una lápida y deja allí las flores, para luego mirar la inscripción que de memoria se conoce.

-¿Qué haces aquí?

-Me prometiste hace un mes que irías al médico, Kenny. Cada vez estás peor. Siempre estás cansado, más amarillo…

-Te dije que hoy tenía cita.

-Y voy a ir contigo.

-¿En serio?-Se quejó, como si su madre le estuviese ofreciendo llevarlo al colegio de la mano.

-Del todo. Vamos.-Kyle tiró de la manga de su chaqueta naranja y lo obligó a caminar, hasta que Kenny lo hizo por su propia cuenta.

-Ya verás como no es nada.-Sonrió, pero Kyle no lo hizo.- ¡Vamos, Ky!

-Hasta que no te digan algo no me quedaré tranquilo.

-Bien, Kenneth. ¿Eres fumador?

-Desde los diez años.

-¿Fuman en casa?

-Desde antes de nacer yo.

-Bueno, Kenneth- comentó el doctor-, según los síntomas que me comentas y dada tu situación, debo mandarte a ver a un oncólogo.-Dijo, pausadamente.

Kenny observó a Kyle, de reojo, tieso en su asiento. El pelirrojo tenía sus verdes ojos empañados, y negaba con la cabeza. Tampoco le habían confirmado nada. Kenny recogió los papeles que le había entregado y salió de la consulta con Kyle, que parecía el paciente más que el acompañante. Kenny lo sacó de la sala de espera, sin mirar a nadie de los allí presentes, que miraban a Kyle con el miedo y la pena reflejados en el rostro. Una vez al aire libre, Kenny se encendió un cigarrillo y Kyle rompió a llorar. El chico dio una calada y sostuvo el cigarro entre sus dedos corazón e índice.

-¿Estás b-?-Se atrevió a hablar, pero Kyle le dio un manotazo para alejar la mano con la que iba a tocarlo y se volvió para mirarlo.

-¿Acaso no te preocupa nada?-Las lágrimas corrían por sus mejillas llenas de pecas.

-Solo es una prueba, no es nada…

-La simple sospecha de que puedas tener cáncer es para estar acojonado. ¡Y te quedas tan tranquilo!-Kyle comenzó a caminar hacia el pueblo, hecho un mar de lágrimas saladas, y Kenny le pisaba los talones.- ¡Y sigues fumando esa mierda! ¿No te das cuenta de que esto es por culpa del tabaco?

-¡Kyle, no sabemos si tengo o no!

-Pero hay una posibilidad, y eso no se cura con dinero como el sida. ¡Sé de lo que hablo!-Lo calló, cuando intentó replicarle.- ¿Qué vas a hacer ahora?

-Iré pasado mañana a la cita.

-¿Con Craig?

-No. Craig no debe saberlo. Aún no.

-Muy bien. Pero si lo ocultas demasiado tiempo, ten por seguro que yo se lo contaré. Ya me dirás que tal ha ido…-Kenny sujetó su muñeca con brusquedad.

-Acompáñame. Por favor.-Pidió.

El pelirrojo asintió, con un pie ya en el escalón que daba a la entrada de la casa de los Broflovski. Mirando a Kenny desde su altura, ligeramente aumentada por los escalones de su casa, le parecía aún más indefenso de lo que le había parecido al recibir la noticia. Lo vio marcharse y esperó un buen rato antes de entrar en casa. Quería evitar preguntas incómodas que no sabría responder, y mentir sobre ello no le apetecía en absoluto.

Volver de entre los muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora