Se acerca a una lápida y deja allí las flores, para luego mirar la inscripción que de memoria se conoce.
-¿Qué haces aquí?
-Me prometiste hace un mes que irías al médico, Kenny. Cada vez estás peor. Siempre estás cansado, más amarillo…
-Te dije que hoy tenía cita.
-Y voy a ir contigo.
-¿En serio?-Se quejó, como si su madre le estuviese ofreciendo llevarlo al colegio de la mano.
-Del todo. Vamos.-Kyle tiró de la manga de su chaqueta naranja y lo obligó a caminar, hasta que Kenny lo hizo por su propia cuenta.
-Ya verás como no es nada.-Sonrió, pero Kyle no lo hizo.- ¡Vamos, Ky!
-Hasta que no te digan algo no me quedaré tranquilo.
-Bien, Kenneth. ¿Eres fumador?
-Desde los diez años.
-¿Fuman en casa?
-Desde antes de nacer yo.
-Bueno, Kenneth- comentó el doctor-, según los síntomas que me comentas y dada tu situación, debo mandarte a ver a un oncólogo.-Dijo, pausadamente.
Kenny observó a Kyle, de reojo, tieso en su asiento. El pelirrojo tenía sus verdes ojos empañados, y negaba con la cabeza. Tampoco le habían confirmado nada. Kenny recogió los papeles que le había entregado y salió de la consulta con Kyle, que parecía el paciente más que el acompañante. Kenny lo sacó de la sala de espera, sin mirar a nadie de los allí presentes, que miraban a Kyle con el miedo y la pena reflejados en el rostro. Una vez al aire libre, Kenny se encendió un cigarrillo y Kyle rompió a llorar. El chico dio una calada y sostuvo el cigarro entre sus dedos corazón e índice.
-¿Estás b-?-Se atrevió a hablar, pero Kyle le dio un manotazo para alejar la mano con la que iba a tocarlo y se volvió para mirarlo.
-¿Acaso no te preocupa nada?-Las lágrimas corrían por sus mejillas llenas de pecas.
-Solo es una prueba, no es nada…
-La simple sospecha de que puedas tener cáncer es para estar acojonado. ¡Y te quedas tan tranquilo!-Kyle comenzó a caminar hacia el pueblo, hecho un mar de lágrimas saladas, y Kenny le pisaba los talones.- ¡Y sigues fumando esa mierda! ¿No te das cuenta de que esto es por culpa del tabaco?
-¡Kyle, no sabemos si tengo o no!
-Pero hay una posibilidad, y eso no se cura con dinero como el sida. ¡Sé de lo que hablo!-Lo calló, cuando intentó replicarle.- ¿Qué vas a hacer ahora?
-Iré pasado mañana a la cita.
-¿Con Craig?
-No. Craig no debe saberlo. Aún no.
-Muy bien. Pero si lo ocultas demasiado tiempo, ten por seguro que yo se lo contaré. Ya me dirás que tal ha ido…-Kenny sujetó su muñeca con brusquedad.
-Acompáñame. Por favor.-Pidió.
El pelirrojo asintió, con un pie ya en el escalón que daba a la entrada de la casa de los Broflovski. Mirando a Kenny desde su altura, ligeramente aumentada por los escalones de su casa, le parecía aún más indefenso de lo que le había parecido al recibir la noticia. Lo vio marcharse y esperó un buen rato antes de entrar en casa. Quería evitar preguntas incómodas que no sabría responder, y mentir sobre ello no le apetecía en absoluto.
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Volver de entre los muertos
RomansaUn chico camina solo por las frías calles. La capucha naranja cubre su cabeza para protegerlo del fuerte viento. Bajo el raído abrigo naranja que lleva cada día, luce el traje negro que una vez llevó. Fue una de las mejores noches de su vida. Llora...