Cuarta Parte

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Levanta el dedo corazón hacia la roca que tiene frente a él, como saludo. No está enfadado. Sonríe, pero con tristeza.

A pesar de que ya se estaba muriendo, Kenny fallecía cada dos o tres días y nada cambiaba en su enfermedad o en el pueblo. La única diferencia era que muchas de sus heridas no curaban tan rápido como antes. Hacía dos días que había muerto de un disparo en el pecho y aún tenía la marca en su torso, rojiza, ardiente, dolorosa. No era una cicatriz, era como si estuviese curando aún, cuando él se regeneraba de forma completa cada noche. Si se hacía un corte con algo podía estar todo el día con la herida abierta, y esta no cicatrizaba fácilmente. Tenía llagas en la boca que no curaban y Craig se ofreció a conducir el coche de su padre para llevarlo al dentista, pero el insistió en que no serviría de nada, que solo necesitaría un poco de enjuague bucal.

Si Kenny dormía en casa de Craig, el moreno se ponía malo. Kenny tosía sangre a menudo, y aunque él estaba acostumbrado, se sentía culpable cada vez que Craig tenía que verlo, o salir corriendo para llorar sin que nadie lo viese, porque pretendía que Kenny no se sintiese mal cuando él no podía controlar su miedo a perderlo, pero el rubio sabía que lloraba: lo oía por las noches, detrás de las puertas, en los baños del instituto…

Las clases se interrumpían cuando él asistía, porque tosía fuerte de forma casi constante, así que optaba por disculparse entre toses ahogadas y salir al pasillo. Cuando volvía a entrar todos le observaban con cierta lástima, y Kenny sabía que ya debían haberse enterado, o al menos lo sospechaban, pues a veces no se daba cuenta de que volvía con un hilo de sangre saliendo de sus labios, o con bastante mal aspecto. Stan ya se lo habría contado a Wendy, cosa que comprendía, y esta a su vez a Bebé, que se lo diría a Annie, que se lo contaría a vete tú a saber quién. Craig habría hablado con Clyde, su mejor amigo, y obviamente con el resto del grupo: Token Black, y su ex, Tweek Tweak, a quien Kenny no guardaba ningún rencor. Fue el propio Kenny quien le propuso a Craig que se reuniera con su grupo sin estar él, que así podría despejarse, y el muchacho, a regañadientes, aceptó. Kenny se quedó en casa, solo, pensativo. Echaba de menos no tener preocupaciones, y ahora tenía una enorme: Craig. No deseaba dejarlo por nada del mundo, pero se odiaba por ser una carga para lo que más quería en la faz de la tierra. Se maldijo por haber empezado una relación en la que sabía que el chico de pelo oscuro sufriría a diario. Su teléfono sonó y contestó sin mirar la pantalla.

-¿Sí?-Habló con voz cansada.

-¿Kenny?-Era la voz de Stan.

-Dime, tío.

-Sólo llamaba para ver cómo estabas.

-Jodido.-Soltó una risotada que se apagó debido a la fuerte tos y Stan pudo escuchar como tosía y escupía. No le costó imaginar la sangre saliendo de su boca, y frunció ligeramente el ceño, preocupado, deprimido.- ¿Y tú?-Preguntó.

El moreno guardó silencio. Kenny esperó, paciente. Solo se oía el silbido de la respiración del rubio, demasiado castigado por su enfermedad. Stan sabía lo que era sentir que te faltaba el aire, él mismo era asmático, pero no podía entender cómo Kenny podía reír sabiendo que tenía carraspera, ronquera, que se ahogaba, que escupía sangre… ¡Que se estaba muriendo, por Dios Santo! Stan sorbió fuerte una vez, controlando las lágrimas y el llanto que amenazaba con salir de sus labios. El inferior ya temblaba.

-No estoy bien.-Dijo por fin.-No dejo de pensar en lo que debes estar pasando, y saber que no puedo hacer nada me está… destrozando por dentro. –Evitó usar la palabra matar, aunque sabía que el humor negro de Kenny saldría a la luz si la decía, pero no quería escuchar bromas al respecto.

Volver de entre los muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora