El amor, cuando se tiene es la más hermosa sensación que puedes sentir. Incluso si no es correspondido muchas veces se puede esperar y aguantar un sin fin de situaciones, que por más incomodas que sean, seguimos ahí.
Pero todo tiene un límite, ¿no...
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Narra Pucca.
Sentía mi cuerpo inmóvil, inerte y para ese entonces ya era consciente de ello. Minutos después, poco a poco el dolor de mis musculos regresaba junto con el ardor y la molestia, pero sobre todo, el pesar de haber dejado todo lo que conocía, haberme rendido con mi único amor...
Todo iba regresando lentamente mientras recobraba la consciencia. Mi vista era borrosa y sólo lograba ver un montón de sombras llenando la habitación, descubrí después que eran hombres con sus rostros cubiertos... Como los de esa noche. Mi corazón dió un vuelco al recordar ese momento. <<me matarán, han venido a matarnos a nosotros también... ¡Garu!>> Mis ojos se llenaron de lágrimas al recordar que podían hacerle daño. Pese al peligro yo aún no podía controlar mi cuerpo, me sentía muy débil. —¿Estás bien?. Preguntó una voz masculina, que tomó mi rostro y lo evaluó. Yo, aún con lágrimas en los ojos no encontré la manera de responder, tan sólo supe que mi débil cuerpo caía de nuevo en la inconciencia...
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Narra Tobe.
Haciamos el entrenamiento matutino de ese día cuando encontramos a Pucca inconsciente en el bosque. Ella se encontraba inconsciente, me extrañó que tuviera un traje ninja puesto pero podría preguntarle por ello después. Lo importante ahora era asegurarme de que estuviera bien, así que le pedí a los ninjas que se la llevaran.
<<¿porque Pucca estaría en un lugar así?>> para cuando reaccioné Abyo había llegado y notó que nos llevábamos a Pucca. Trató de detener a los ninjas, pude haber dejado que se la llevara de vuelta a casa, pero no lo hice. Algo dentro de mi me pedía que no lo hiciera. —¿Qué es eso, Tobe?. —¿Qué es qué?... Solté una pequeña carcajada irónica. —... ¿Quién es?. —Por tu bien, Abyo, vuelve por donde llegaste. Ambos nos quedamos callados por un largo tiempo hasta que él lanzó el primer ataque, no sin antes quitarse su camisa. Golpes y patadas sonaban por todas partes. Mi intención no era derrotarle, tan sólo quería ganar tiempo para que los ninjas se fueran. Cuando no vi a mis secuaces cerca, en ese entonces con un par de ataques en los signos vitales, Abyo quedó en el suelo. Eso era lo que tenía; estaba cansado también así que corrí a la guarida.