El amor, cuando se tiene es la más hermosa sensación que puedes sentir. Incluso si no es correspondido muchas veces se puede esperar y aguantar un sin fin de situaciones, que por más incomodas que sean, seguimos ahí.
Pero todo tiene un límite, ¿no...
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Narra Garu.
Me desperté por la mañana, demasiado temprano diría yo. Desde que había desaparecido ella, no podía conciliar el sueño y eso había empeorado desde que me enteré de que era Pucca la niña de dulce voz, la que me había acompañado mi duelo y yo el suyo. La que había cantado para mi fuera de mí casa... Para después no regresar.
Ignorando que mi descanso ya no era el mísmo, trate de comenzar el día con normalidad. Ignorando que en mis días ya no había una presencia detrás de los árboles, que ya no seguía mis pasos, que ya no me encontraba fuere donde fuera, que ya no podía verla... Quizás era mi paranoia, pero era como si nunca hubiese existido, como si fuese sólo un recuerdo.
Mi rutina de entrenamiento comenzó tan rigurosa como siempre, aunque nunca era igual. Siempre me exigía más que el día anterior. Todo iba como de costumbre, hasta que escuché una risilla, luego otra. Abrí los ojos como platos y salí lo más rápido que pude hacia la ventana. <<¡Pucca!>> pensé. Al abrir los portones de las ventanas, decepcionado descubrí que sólo eran un par de aldeanas. Regresé a la habitación de entrenamiento frustrado cómo nunca. <<¿Porque me afecta esto?, se supone que deba estar tranquilo por toda esta paz.... Lo estoy, pero jamás pensé que fuese de esta forma. Tobe... Tobe la tiene, no puedo estar tranquilo con eso. ¡maldicion, Pucca!. ¿¡Dónde estás!?>> Apreté mis puños y corrí una vez más fuera, como lo había hecho sientos de veces y la busqué. Buscándola por todas partes de nuevo sólo conseguí cansarme. En el medio de un claro me dejé caer de rodillas. <<¿Dónde estás?... Yo aún... Aún tengo mucho que saber... Si tan sólo pudieras regresar...>> para cuando me di cuenta, una lágrima corría por mi mejilla, luego otra y otra. Al darme cuenta de que dolía tanto por ellame limpié las lágrimas y regrese confundido a casa.
A unos metros de llegar me encontré con uno de los ninjas de Tobe, me detuve en seco y con todo el autocontrol que tenía logré mantener la calma. Saqué mi katana pero el ninja inmediatamente guardó el envoltorio que tenía en las manos en su traje y huyó. Lo seguí pero en alguna parte del camino lo perdí, me sentí tan enojado, casi colérico que partí por la mitad una de las tablas que tenía para el entrenamiento en un sólo golpe. <<Ese paquete...>> después de pensarlo un poco, llegué a la conclusión de que era ropa. Ellos no usarían jamás ropa color salmón. Debía ser para ella...
Hacía un par de días que comenzaron; esos sueños que eran... Extraños. Podía verla <<por un momento podía verla de nuevo>>. Al principio sólo estaba ahí, sonriendo. Mi pecho tenía una calma casi fantástica, me sentía bien con sólo saberla ahí, yo no me sentía solo... pero hoy fue diferente, quise acercarme pero cuando di el primer paso ella comenzó a llorar. Quería alcanzarle y sostenerla en mis brazos, quería consolarla en su dolor, regresarle esa compañía que ella me brindó por años. Pero siempre huía. Me parecía irónico, ahora era yo el que la seguía por todas partes. Corría y corría desesperado por tomar su mano, hasta que desaparecía. Desperte sentandome en la cama, lleno de sudor por todas partes. Con cierta sorpresa me dí cuenta de que aún era de madrugada y me dirigí al baño, podía ver mi reflejo en aquel pequeño espejo. Fue hasta que miré mis ojos que me di cuenta de el error que había cometido al dejar que se marchara así, sin más... Ese dolor ensordecedor regresó... <<yo sólo quiero que regreses... Al menos volver a verte...>>