Capítulo 6

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Sebastian observó la grieta con impaciencia, por fin podría encontrarse con los asesinos de su clan.

Con apenas nueve años fue testigo de cómo su clan era masacrado cuando se alzó la Casa del Invierno con todas las demás casas menores bajo su mando, mataban a todos los que se negaban a unirse a ellos; él sobrevivió por la intervención de Ayden, lo salvó de la muerte y lo acogió. Su mente vagó durante largo rato, recordando todo, sus ojos resplandecían de furia y con ganas de entrar en batalla. Ayden lo miró seriamente, sabía lo que pasaba por su cabeza, agachó la cabeza avergonzando, ya habían tenido problemas antes al no poder controlar su ira acumulada, no quería que volviese a pasar. Ayden dio la orden y todos entraron en la grieta, se encontraban en un bosque completamente nevado, Ayden se acercó a él y le mostró un trozo de tela ensangrentada.

-Guíanos- Dijo Ayden ofreciéndosela.

-Los tengo- Respondió Sebastian captando el olor de los licántropos al segundo- Al norte.

Nada más escuchar esto todos se lanzaron a la carrera siguiendo a Sebastian, Sarah intentó seguirles el ritmo tan rápido como podía, incluso estando en su mejor estado físico le costaba mantenerlo, siguieron corriendo durante treinta minutos hasta que llegaron a un acantilado, todos saltaron al otro lado y reanudaron la marcha. Sarah frenó de golpe al llegar al borde, no podía saltar esa distancia, era imposible. Sintió como un brazo la rodeaba por la cintura y a los pocos segundos se encontraba por encima de los árboles desplazándose a gran velocidad, dejó atrás a los hijos de Ayden, levantó la mirada y vio como Ayden miraba al horizonte sin prestar atención al suelo.

-Draelsh, alas- Dijo Ayden cuando comenzaban a descender después del gran salto.

Dos grandes alas negras de metal se desplegaron en su espalda y comenzó a planear por encima de los árboles, Sarah levantó la vista y vio a Ayden sonriendo como un niño al ver su reacción, se quedó maravillada al poder volar por primera vez.

-Eres humana, al fin y al cabo- Dijo Ayden- Aún necesitas adaptarte a nuestro ritmo.

-Estás haciendo trampa...- Acusó Sarah mirándolo de reojo.

-No me consta- replicó Ayden sonriendo más todavía y mirando a otro lado inocente.

Ayden divisó el lugar donde se encontraban los licántropos, bajó la mirada y vio a Sebastian acelerando el ritmo y colocándose el primero en la carrera, se estaba dejando llevar por su instinto animal, era mala señal, descendió en picado frente a todos sus hijos haciendo que frenasen al unísono. Levantó la mirada y vio el rostro animal de su hijo, estaba a punto de transformarse.

-Sebastian, ni se te ocurra hacer lo que estás pensando- Dijo Ayden entrecerrando los ojos.

Sebastian estaba ansioso por echarse encima de uno de los licántropos que tenían a pocos metros; miró a su padre, él lo salvó, lo crió como si fuese uno más, a pesar de todos los problemas que habían tenido cuando vivían en la torre junto a los demás, nunca le falló, le demostró que iba a ser su padre pasase lo que pasase <Tú también eres mi hijo- Recordó Sebastian>. Inhaló una gran bocanada de aire y dejó que la tormenta de su interior se calmase levemente, le iba a resultar difícil mantenerse frío e impasible frente a los asesinos de su clan, levantó la mirada hacia Ayden que se había relajado un poco al ver que se había serenado. Un ruido en los arboles alertó a todos los presentes, se colocaron en un círculo cubriendo sus espaldas de los posibles atacantes.

-Vaya... -dijo una voz entre humana y animal- el Espectro y sus hijos han venido a nosotros.

-Menudo festín vamos a darnos- Dijo otra voz saliendo de entre los árboles.

Espectrum: Nacida en la sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora