Capítulo 3:

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24 de diciembre de 2008. Nueva York. Hora: 13:30

Sarah se despertó envuelta en las sabanas y la colcha de la cama, siempre que hacía frío tenía la costumbre de hacer una bola dentro de estas cuando dormía; vio la hora en su teléfono y acto seguido se levantó de la cama de un salto. <He dormido todo un día -Pensó para sí misma- Ay señor que tendría que haberme presentado en la comisaria ¡Llego tarde! > Salió corriendo de la habitación y se chocó con algo que no llegó a ver.

- ¿Qué demonios? –Dijo Sarah tocándose la nariz dolorida.

-Buenos días... ¿Quién eres? Y más importante ¿Qué haces en mi cuarto? –Dijo una voz masculina frente a ella.

Sarah alzó la vista y abrió los ojos de par en par, tenía ante ella un joven de piel negra que rondaría los veintiséis años de edad, era muy alto, tendría más de dos metros de altura; llevaba puestos una camiseta de manga corta de color celeste, unos vaqueros oscuros y unas deportivas negras; su cuerpo totalmente musculado, parecía un culturista recién salido de una revista. Su rostro era delicado y dulce en comparación el cuerpo que tenía, llevaba la cabeza totalmente rapada y sus ojos eran de color ámbar que brillaban con la luz de la mañana, en ellos vislumbraba un aire mágico y de curiosidad. Se hizo a un lado recordando que tenía prisa y aceleró el paso, se disculpó por el golpe que habían tenido previamente y desapareció de la vista de este.

-Esta chica... me resulta familiar- Dijo el chico llevándose la mano al cabeza confuso.

Sarah llegó al salón y la imagen que vio la dejó totalmente sorprendida, había más gente de la que esperaba, vio a Elise de espaldas junto a tres personas más hablando alegremente entre ellos; Ayden estaba sentado en un escritorio leyendo un libro y fumando, mientras un hombre anciano le comentaba algo, no le estaba prestando mucha atención al parecer; Ayden iba vestido de forma totalmente diferente, estaba totalmente arreglado, parecía estar tratando asuntos importantes, apartó la mirada del libro para posar sus ojos en ella, llevaba unas gafas de pasta negra. Le dijo algo a la persona que tenía enfrente, le estrechó la mano y este se dirigió a la puerta para marcharse. Sarah de acercó a Ayden para despedirse, pero las palabras no salían de su boca, se sentía culpable por lo sucedido la noche anterior.

-Ya nos hemos puesto en contacto con la comisaria- Dijo Ayden dejando el libro en la estantería que tenía al lado- Hemos informado de la muerte de Eliot, los camareros del restaurante donde cenasteis han corroborado que intentasteis ayudar a una mujer que fue perseguida por un ladrón con un arma blanca. Han dicho que puedes tomarte la semana libre.

- ¿Cómo? - Dijo Sarah confusa. - Les has mentido...

-No puedo ir diciendo que unos hombres lobo se quisieron dar un banquete anoche ¿No crees? Aparte tenías más preguntas que hacer y debías descansar después de lo sucedido ¿Has dormido bien?

-Buenos días, Sarah –Dijo Elise detrás suya, tan cerca para notar la voz al lado de su oído- Oye, una pregunta ¿Qué te parece mi verdadero aspecto?

Sarah sobresaltada se apartó a un lado de la compañera de Ayden, la observó de arriba abajo sorprendida, lucía de diferente forma, ya no tenía el pelo rapado, su larga melena roja y rizada que caía como una cascada por sus hombros hasta llegar a su espalda, dejando al descubierto sus orejas picudas, parecidas a las de los elfos que había visto en películas. Era más alta, casi tan alta como Ayden, de complexión atlética como Sarah, las facciones de su rostro eran perfectas; llevaba los labios pintados de negro, haciendo contraste con su piel blanca como la nieve, sus ojos blancos no habían cambiado en absoluto, destilaban la jovialidad y picardía que vio en ellos la noche anterior, bajó la vista y observó la ropa que llevaba ahora; iba vestida con uno pantalones de cuero; llevaba una camiseta de tirantes de color blanca que le llegaba a la parte baja del pecho < No tiene sujetador- pensó al ver como se trasparentaba un poco> Tenia más tatuajes que la noche anterior, su brazo izquierdo estaba lleno de tatuajes geométricos, mandalas y decoraciones vegetales hasta llegar a la mano, todo en perfecta armonía; en su pecho tenia tatuado el cráneo de un ciervo y los cuernos de este llegaban casi hasta su cuello; en su cadera tenía un tatuaje que no llegaba a ver bien ya que este se perdía dentro del pantalón de cuero y más tatuajes debajo del pecho y en las costillas que no llegaba a ver bien. Le echó un rápido vistazo una última vez aun sin poder creer que se tratase de la misma Elise, era una persona totalmente diferente a la que había visto hasta ahora, parecía sacada de un sueño.

Espectrum: Nacida en la sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora