Espectrum: Nacida en la sangre

Capítulo 7

27 de diciembre de 2008. Nueva York. Hora: 04:15

-Buenas noches, Kardia- Dijo Ayden mirando a su hija con una sonrisa triste- Hacía mucho tiempo que no nos veíamos.

-He estado ocupada- Respondió Kardia haciendo que una silla se desplazase hacia ella con un chasquido de sus dedos.

El hábito de Kardia se transformó en un vestido de color negro ceñido, Ayden la observó atentamente, era idéntica a Asmita, por algo eran gemelas; con la diferencia de que la melena rubia de Kardia llegaba hasta su cintura. Sus ojos habían permanecido siempre cerrados desde el momento que las encontró a ambas, nunca los había abierto, dudaba que lo fuese a hacer algún día. Kardia se sentó a su lado y cogió su mano y entrelazaron sus dedos, como hacia siempre cuando iba a leerles un cuento antes de dormir.

- ¿Me das uno? - Preguntó Kardia colocando los dedos para que le colocase un cigarrillo.

-Claro- Respondió Ayden- No deberías fumar, es malo para tu salud.

-Fumas desde que descubriste el tabaco y lo llevaste al mundo humano –Replico Kardia riendo- Creo que eso deberías decirlo por ti.

Ayden miró a su hija, sintió como su hija apretaba su mano y ambos rompieron a reír por su respuesta ingeniosa, le encantaba hablar con ella, la había echado de menos todos esos años que llevaban sin verse. Dejó su cigarro y chasqueó los dedos haciendo que el asiento de su hija se ampliase, haciendo sitio para poder sentarse junto a ella; al hacerlo, Kardia apoyó su cabeza en el pecho de Ayden y siguieron fumando tranquilamente en silencio.

-Siempre me he preguntado cómo es vivir con los ojos cerrados- Dijo Ayden mirando las estrellas.

-Deberías saberlo, eres ciego desde hace veinticinco años- Respondió Kardia dándole una calada a su cigarrillo.

-No es lo mismo- Dijo Ayden bebiendo de su calabaza- Tú sellaste tus ojos a los ocho años como me dijiste ¿Por qué?

-Los ojos son las puertas del alma, Ayden. Vi las atrocidades de este mundo, su sufrimiento; Asmita no presenció lo mismo que yo y me alegro por ello, no sería la misma. Sellé mis ojos al ver esos horrores y desperté el poder que hay en mi interior, desde aquel momento soy capaz de sentir todo el dolor de ambos mundos. ¿Por qué luchas por este mundo? ¿Merece la pena luchar por un mundo que está agonizando?

-Para ser la reencarnación de Buda, eres bastante pesimista ¿No crees? ¿Es por eso por lo que siempre se te ve tan triste? - Replicó Ayden acariciando el rostro de su hija- El mundo puede ser todo eso y más... pero es hermoso, sus gentes, sus culturas. Los humanos y todas las criaturas mágicas que viven en él pueden ser idiotas, primitivos y egoístas; pero cuando tienen que ayudarse unos a otros, son los más nobles con diferencia. A pesar de haber sufrido tanto por todos, no lo cambiaría por nada del mundo, porque así no olvidaré nunca la promesa que hice.

-No sé si eres el ser más leal de toda la creación o un necio por pensar así –Dijo Kardia terminando su cigarro- Ahora, si me disculpas, tengo que meditar. Mañana seguiremos hablando, descansa.

Ayden se levantó y observó cómo su hija cruzaba sus piernas y se colocaba en posición para meditar, sacó su rosario con ciento ocho cuentas y lo colocaba en su mano izquierda; y comenzó a meditar tranquilamente. Ayden dejó a solas a su hija y se dirigió a su habitación, al entrar sintió una brisa de aire fresco, algo no iba bien, alguien había entrado sin hacer saltar las alarmas, sus ojos posaron en su escritorio y vio una nota junto con una rosa negra recién cortada, cogió ambos objetos y leyó atentamente la nota.

<Buenas noches, padre, te escribo para informarte después de que me exiliases hace tantos años; he encontrado una forma de que puedas atravesar el velo, llevas años persiguiéndome después de lo sucedido, por lo que te ahorraré la búsqueda; los demás cazadores también me están buscando, sabes ya de quienes hablo. Si estás interesado en volver a tu hogar, reúnete conmigo en el Teatro Della Pergola, Nápoles, dentro de dos semanas. Atentamente: Adrián.>