Decepción

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Narra Poché: Jueves

Nunca había visto a una persona tan destruida como a mi novia, y de hecho ni siquiera a ella la había visto de esa manera. Lo único que necesitaba era contención y yo era la única allí para dárselo, lo haría mil veces más, me sentía tan mal por la reacción de su madre, pero a la vez feliz por la aceptación de mi familia.

La sentía tan vulnerable, pequeña y frágil pero a la vez fuerte por haber enfrentado a su familia, a pesar de la negación de su mamá. La quería tanto que sólo la abrazaría hasta que pasaran todas sus penas, tenía sus ojitos tan hinchados de tanto llorar que incluso se quedó dormida así, decidí sorprenderla para que de algún modo se sintiera mejor.

Al día siguiente...

Me levanté más temprano de lo normal, no negaré que me costó un poco, pero por mi novia recorrería las calles de esta ciudad tan desconocida para mí, en busca de un Starbucks, para un desayuno perfecto. Esperaba que mi sorpresa, mis besitos y caricias le levantaran el ánimo.

Cuando abandoné el hotel ella aún estaba profundamente dormida y todavía tenía sus ojitos avellana llenos de pena. Ese fue mi motor para salir en busca de un par de cafés y unas donas para ambas. Además cuando iba de vuelta al hotel decidí en el camino comprar un ramo de rosas y un peluche a parte de la sorpresa.

Cuando llegué al hotel ella aún seguía dormida así que elegí llenarla de besitos en toda su carita preciosa hasta despertarla, después de abrir sus ojitos me dio un beso en los labios tan suave que me encantó, así que lo terminé sonriendo, cuando nos separamos la miré directamente a los ojos

-Buenos días princesa, mira lo que te traje- dije entregándole las cosas en sus manitas

-¿Todo esto es para mí?- preguntó ella al borde de las lágrimas

-Sí, mi vida te mereces más que esto, el planeta Tierra no basta- respondí sonriendo

-Tú eres demasiado para mí, no te merezco, no sabes cuanto significa para mí todo esto- añadió ella dejando caer un par de lágrimas

-¿Te gusta?- pregunté orgullosa de mi sorpresa, para luego recoger sus lágrimas delicadamente con mis dedos

-No me gustó, lo amo, muchísimas gracias, te adoro- terminó de decir para tomar una dona mordiéndola felizmente, luego olió las rosas, y abrazó a su nuevo peluche

-¿Cómo lo llamaras?- pregunté ansiosa de su respuesta, la verdad es que no era buena con los nombres, así que ojalá ella tuviera una buena idea

-Se va a llamar Ramón, ¿qué te parece?- preguntó ella emocionada

-Me parece perfecto corazón- ella si que tenía más imaginación que yo, en realidad cualquier niño chiquito tenía más imaginación que yo

-No quiero hablar sobre lo que pasó con mi madre ayer por la noche, espero que no te moleste que mañana mismo volvamos a Bogotá- dijo ella un poco defraudada por la reacción de su mamá. La verdad yo tampoco me la esperaba, pero tampoco había sido un no rotundo, así que había opción de que cambiara su opinión

-No te preocupes mi vida, estoy en esto contigo, si quieres nos vamos, hay que darle tiempo, estoy segura de que cambiará de opinión no se va a negar a tener una hija tan hermosa como tú- añadí consolándola

-¿Me lo prometes?- preguntó haciéndome dudar, no conocía a Mafe, ayer la conocí y no de la mejor manera. Pero tenía que hacerla cambiar de opinión y consolidar esta relación

-Te lo prometo- respondí haciendo que ella me mostrará una sonrisa perfecta, creo que si tenía dotes de alegrar a las personas

El día transcurrió muy normal después de nuestra conversación disfrutamos demasiado mi sorpresa, sin duda Starbucks era nuestro lugar favorito en el mundo para desayunar. Pasamos todo el día acostada viendo película tras otra, incluso rompimos nuestro récord.

Para el almuerzo pedimos servicio a la habitación, lo que no tardó en llegar, nuestra orden se basó en unos excelentes filetes con verduras, que estaban riquísimos. Estábamos teniendo un día increíble, incluso el papá de Calle la llamó ofreciéndole que cenaramos juntos en un restaurante en el que él había reservado una mesa.

Calle agradecida aceptó, luego de regalonear un tiempo más, nos preparamos para salir. El restaurante al que nos había invitado Germán, estaba un poco lejos del hotel por lo que tuvimos que salir con más tiempo. Luego de la sorpresa, Calle estaba radiante por la invitación de su padre sin duda sería la mejor despedida de parte de su familia.

Estacionamos el carro afuera del lugar y al entrar nos pidieron el nombre de la reservación, se lo dijimos. Pero cuando llegamos a la mesa nuestra felicidad se desvaneció. Al pasar el tiempo nosotras esperábamos a Germán, pero en su reemplazo llegó Mafe, destruyendo todo el cambio de humor que había conseguido en Calle...

Boda EquivocadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora