Capítulo 4: El pasado del presente

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Al fin llegó el día de mi graduación, ese día del que tantas ganas tenía y a la vez no ya que miles de dudas sobre mi futuro me atormentaban continuamente. Siempre había imaginado que sería feliz junto a mi abuelo en algún lugar del mundo que estuviese lejos de aquí pero desde que le diagnosticaron la esclerosis a mi abuelo todo cambió.
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-Abuelo, tenemos que ir a comprar unos materiales para mi proyecto de Ciencias.
-Claro cariño, pero primero vamos a pasar un momento por el oculista.
-¿Te van a poner gafas? Vas a ser un cuatro ojos.
Mi abuelo trató de reírse pero noté en él que su risa era forzada.
Entramos en un gran recinto y mi abuelo me pidió que me sentase y estuviese en silencio.
El señor que trabajaba allí le hizo un montón de preguntas hasta que finalmente le dijo que le tenía que hacer unas pruebas. Pasaron unos treinta minutos y mi abuelo no aparecía, estaba preocupada y decidí acercarme a la sala de al lado en la que mi abuelo y el señor habían entrado, pero antes de que pudiese ver nada alguien me agarró por detrás.
-Tú no puedes entrar ahí jovencita.
Era un señor mayor que aparentaba tener la misma edad que mi abuelo, nunca antes le había visto por el pueblo pero su mirada me resultaba familiar. Era alto, delgado y a pesar de su edad tenía buen aspecto.
-Esque mi abuelo lleva más de media hora ahí dentro y no sé nada de él.
El hombre asintió y me dijo que me sentase en el mismo lugar en el que me había sentado antes, llamó a la puerta de la sala y pasados diez segundos el señor de antes abrió.
-¿Es usted familiar de Manuel?
-Sí - mintió.
-Pase adentro.

De repente mi abuelo y los otros dos hombres salieron de la sala. Mi abuelo llevaba una especie de parche en el ojo derecho.
-¿Abuelo qué ha pasado? - pregunté asustada.
-No te preocupes, no es nada.
Sabía que me estaba mintiendo pero no quería presionarle para que me dijera la verdad ya que él ya estaba bastante mal.
Salimos de allí y mi abuelo me pidió perdón por haber hecho que me preocupase.
-¿Les apetece venir a mi casa a tomar algo? - preguntó el señor mayor.
-Muchas gracias, Kenny pero no podemos, tenemos que ir a comprar unas cosas - dijo mirándome.
-No es necesario, puedo ir yo mañana después de salir del instituto.
-Sashka, no me gusta que vayas sola ya lo sabes.
-Ya tengo 12 años, no soy ninguna cría.
-Está bien.
Subimos al coche de Kenny y llegamos a una de las casas más grandes del pueblo la cual yo pensaba que estaba abandonada.
-Bueno, pues ya hemos llegado.
Bajamos del coche y entramos en la casa.
De repente dos niños que aparentaban tener mi edad bajaron corriendo las escaleras.
-Abuelooooo!
Le dieron un efusivo abrazo a Kenny y yo me quedé mirándoles con tímidez.
-Chicos, os presento a mis amigos, Manuel y Sashka. Id a enseñadle a Sashka la casa.
Mi abuelo y Kenny se fueron a la cocina.
-Hola, yo soy Paul y ella es Oksana.
Paul parecía ser mucho más agradable que Oksana, ya que ella me miraba con desconfianza lo cual era lógico debido a que no nos conocíamos de nada y yo me había presentado en su casa así como si nada.
-¿Quieres venir a la piscina con nosotros? - preguntó Paul.
-Gracias pero no tengo bañador.
-Déjale tú uno Sana.
Oksana me miró con descaro y me soltó:
-Yo no te pienso dejar ningún bañador, a ver si me vas a contagiar algo, paleta.
-¡No la trates así, es nuestra primera amiga! - gritó Paul.
-¿Te vas a enfadar conmigo por insultar a tu nueva amiguita? ¿Qué pasa que te gusta?
Paul escupió a Oksana y ésta le empujó contra el suelo haciendo que le sangrase la cabeza. Paul empezó a llorar desconsoladamente.
-¿Tenéis botiquín?
-Sí, creo que sí. Voy a mirar arriba.
Al cabo de cinco minutos Oksana bajó con un pequeño botiquín.
Le lavé y curé la herida.
-Ya está, no ha sido nada - dije cubriéndole la herida con una gran tirita.
Ambos se quedaron impresionados.
-¿Cómo has sabido que no era nada grave?
-Apenas sangraba, simplemente ha sido un golpe. Ahora tienes que evitar que se quede dormido para que no pierda el conocimiento, voy a buscar a tu abuelo para contarle lo que ha pasado por si necesita ir al médico o algo.
Me dirigí a la cocina y encontré a mi abuelo llorando mientras Kenny le consolaba.
-Hola. Paul se ha caído, ¿podrías ir a verle?
-Claro, en seguida voy.
Me acerqué a mi abuelo y le besé en la mejilla.
-Ya sé que te pasa algo, es evidente, pero no quiero presionarte solo quiero que sepas que tienes todo mi apoyo y cuando estés preparado para contármelo te intentaré ayudar.
-Sashka, eres una niña increíble, aunque ya prácticamente estás hecha toda una mujer y eso que tan solo tienes 12 años, pero eres mucho más lista que los demás niños de tu edad y no sabes lo orgulloso que me siento de tenerte y ojalá tú también tuvieses a alguien del que sentirte orgulloso pero...
-Ya te tengo a ti y con eso me basta - dije interrumpiéndole.
-Lo sé, pero no me refería a eso, verás Sashka, el otro día sufrí unos mareos y me empezó a fallar la vista por lo que decidí ir al médico y me dijeron que fuese al oculista a que me revisaran ya que podría ser algo grave, tenía miedo de que fuese grave y te tuviese que dejar sola porque lo eres todo para mí y yo lo soy todo para ti, no tenemos a nadie más.
Yo asentí con tristeza.
-¿Y ya sabes que es?
-No exactamente pero me han hecho unas pruebas y me han dicho que me estoy quedando ciego, mañana volveré al médico con las pruebas que me han dado en la óptica y espero que no sea nada.
-¿Quieres que vaya yo contigo? Así te sentirás más cómodo.
-No sé.
-Quiero estar ahí de verdad, para apoyarte.
-Está bien. Muchas gracias pequeña - dijo dándome un beso.
-Por cierto, ¿conocías a Kenny de antes?
-Sí, el otro día en el médico nos conocimos. Él estaba visitando a su hija, la madre de Oksana y Paul ya que está ingresada porque tiene cirrosis inducida y el otro día recayó.
-¿Qué es eso?
-Es una enfermedad causada por el alcoholismo.
-¿Y es hereditaria?
-No, pero puede pasarle factura a sus descendientes.
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De repente sonó la alarma, me había vuelto a quedar dormida e iba a llegar tarde el día de mi graduación. Me metí rápidamente en la ducha y me arreglé, me puse el vestido azul oscuro que mi abuelo me había regalado por mi cumpleaños y los tacones plateados que tanto me gustaban, fui en busca de mi abuelo pero no le encontré asique supuse que habría ido con Kenny a buscar sitio para la graduación.
En ese mismo instante llamaron a la puerta.
-¡Ya voy! - grité mientras bajaba las escaleras.
Era Oksana, llevaba un vestido rojo pasión precioso pero un poco provocativo para la ceremonia a la que íbamos a asistir.
-Venga que llegamos tarde.
-Voy, un momento que cojo mi bolso y dinero.
-Estás muy guapa, eh.
-Gracias tía, tu también.
-Lo sé, es una pena que Louis no esté para verme.
Al escuchar su nombre me acordé de él y no pude evitar sentir un cosquilleo en mi interior.
Salimos de allí y divisé un descapotable rojo súper bonito delante de la puerta.
-¿No me digas que este coche es tuyo?
-¡Siiiiii! - gritó Sana entusiasmada.
-Es increíble, ¿pero te has sacado ya el carnet?
-Sí, te lo dije el otro día...
-Ah perdona, esque ya sabes que últimamente ando con la cabeza en otra parte.
-No si ya, a saber en que piensas.
Si ella supiera realmente lo que pasaba por mi cabeza dejaría de hablarme pero no podía arriesgarme a perder una amistad de tantos años por un chico al que acababa de conocer.
Subimos al coche y Sana empezó a interrogarme.
-Creo que ya sé lo que te ocurre. Te gusta alguien.
Me quedé paralizada y no sabía que hacer pero decidí que sería mejor contárselo y acabar con ello de una vez.
-Sí.
-¡Lo sabía! Si esque te conozco como si fueses mi hermana. ¿Y quién es el afortunado?
-Antes de decírtelo, quiero que me prometas que no te vas a enfadar.
-¿Por qué me iba a enfadar contigo?
Me quedé mirándola sin saber cómo continuar hasta que ella habló.
-Ya sé quién es.
-¿Quién?
-Es César.
Me quedé extrañada pues no entendía porque había llegado a esa conclusión.
-El otro día en la fiesta cuando tú estabas arriba en el baño me dijo que le gustabas y me pidió consejo, asique por lo que veo mis consejos han servido. Soy la nueva Cúpido.
Estaba sorprendida y a la vez enfadada con César por usarme como tapadera para no admitir su verdadera sexualidad.

Al fin llegamos a la ceremonia justo antes de la entrada al escenario y la recogida de los diplomas los cuales nos dieron después de los discursos. Cuando llego mi turno, subí al escenario y recogí mi diploma mientras observaba a la gente que había asistido pero no encontraba a mi abuelo lo cual me resultó extraño por lo que decidí llamarle por si había sucedido algo pero me saltaba el contestador.
-Tía, vamos con los demás a hacernos fotos - me dijo Sana.
-No puedo, tengo que irme.
-¿Ahora?
-Sí, Manuel no ha venido y no contesta mis llamadas.
-¿Quieres que llame a Kenny?
-Sí, por favor.
-!Mierda! No me lo coje...
Empezó a faltarme el aire y estaba a punto de desmayarme cuando alguien me sujetó por detrás para que no me cayera.

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