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Y un beso fue suficiente más como para YA, acabar la sesión de besos que se daban.

-. Ahora sí puedo retirarme? -.

Preguntaba el castaño de cabello ruloso atado a una coleta, con pecas por cierto.
A cierto caribeño que le acababa de dar su último, la cual esperaba que lo fuera, beso. Con desespero, ya que no lo dejaba irse de aquel lugar.

-. De acuerdo! :3 -.

Le respondió con una sonrisa con leve sonrojo en sus mejillas. Y a la vez asintiendo.

Con eso dicho, John Laurens se retiró de la tienda del menor, dando un suspiro interno. Pero, sin antes de que este último le diera un abrazo, y dispuesto a caminar por ahí, por ahora, dentro del campamento.

Pero siendo honestos, no quería estar en el campamento, "aburrido", quería salir a la ciudad. A, tal vez, comprar algún producto para que dibuje, o quizás, un libro. Quien sabe, pero el punto era que sí, quería salir a la cuidad.

Fue, entonces, hasta la oficina de Washington para que le concediera el permiso de salir.

-. Señor? -.

Al entrar a la carpa... no vio a nadie. Absolutamente a nadie.
Lo único que vio fue una gran cantidad de papeles sobre el escritorio del General. Y algunos tirados.

"Ahora qué hago?" Pensó el pecoso, haciendo una mueca de pensar.

Sus opciones eran de: Quedarse a esperar a que viniera el General de quién-sabe-dónde-este. O irse sin el permiso de su Comandante.

Aunque parecía inclinarse más a la idea de irse a la cuidad sin su permiso. Ya que, no era necesario hacerlo, para empezar. Debido a que varios soldados salían sin el permiso de George, volvían y no decían nada... así que no tenía de malo salir sin su permiso, no?

Con esa definición aclarara.

Fue la cabaña en donde estaban los caballos, que no quedaba muy lejos del campamento. Saco a su caballo de los carriles (?), Lo monta a este. Y sale de, la cabaña, y del campamento.

Hasta llegar a la cuidad.

[...]

Llegó a la ciudad.

Lo más extraño es que no había tantas personas como comúnmente habían (debido a que Lafayette, le decía que la ciudad estaba repleta de personas ni bien amanece).

Y fue, cabalgando, por una calle que estaba... Por lo menos, con gente, que estaban comprando. Ya que está calle estaba de las, típicas, tiendas de abarrotes.

Mirando a los compradores y a los vendedores como venden y a la vez compran. Le sorprende el hecho que no lo hayan reconocido.

-. Al parecer nadie se dio cuenta que soy un soldado... jeje -.

Murmuró a su caballo, con baja voz. Y este relincha bajito.

Hasta que se escucha unos gritos. Pero no gritos de desesperación o desgarradores. Si no como si fuera entusiasmados y a la vez de mucha, pero mucha euforia.

Como la curiosidad mató al gato, él dejó su caballo atado junto a otros iguales a este, que estaba a cargo de un viejo señor de unos cincuenta años. Parecía amigable así que me dejó a cargo.

Alejándose de los caballo, fue directamente hacia la bulla.

Al doblar la esquina, no se estaba ver a su buen amigo...

-. Aaron Burr, señor! -.

Le saluda cordialmente, al de ninguna cabellera presente. Haciendo que el mencionado se asuste. Y volteando su cabeza para ver a John, quién lo llamaba.

• Au Hamilton; "ᏢᎡϴᎷᎬՏᎪՏ ᎡϴͲᎪՏ  " • (CANCELADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora