Iba a cerrarme la puerta en la cara pero la detuve atravesando mi pie haciendo que esta no se cerrara.
Mal dije para mis adentros, había dolido.
–Necesito que me escuches –Supliqué.
Lo pensó para acceder, cuando por fin lo hizo dejo entre abierta la puerta.
Di un suspiro y comencé a hablar:
–No fue mi intención herirte, si es que lo hice. No sé porque, pero fue alguna forma de distraerme al hacerte pasar malos ratos, te juro por lo que más quieras que jamás pensé que esto llegaría a más. Tal vez sea un maldito cobarde por hacerte las cosas que te hice, pero quiero ayudarte. Solo déjame, déjame entrar a tu vida, no importa que tan jodida este, solo quiero ayudarte.
– ¿Por qué? –Susurró.
–Porque en mi mundo te has vuelto de alguna manera importante, desde aquella vez que te vi tirada en el baño –Musite.
– ¿Qué? ¿Ahora si te importa después de verme así? –Dijo incrédula. –Pero no te dolió las veces que me insultaste, ¿no?
Sus ojos se tornaron llorosos y en cualquier momento se rompería a llorar. Esto me hacía sentir tan mal, ella tenia razón.
–Lo sé, piensas que soy una imbécil ridícula –rió sin ánimo, absorbió su nariz.
Negué. –No, pienso que yo soy un imbécil.
–Sí, lo eres.
–Lo sé, ¿y sabes qué más? –Pause. –A este imbécil le importas, ahora.
–Deja de mentir, Zayn –Rogó con su voz entre cortada.
–No miento, lo juro –Aseguré.
–Vete –Pidió.
La miré por unos segundos, no sé qué pasaba por su cabeza pero me gustaría saber.
Agacho la cara como frecuentemente lo hacía y luego cerró la puerta sin decir más.
Miré la puerta por donde había entrado. – ¡No te voy a dejar en paz! –Grité para que me escuchara.
Después de seguir parado estaba dispuesto a darme la vuelta e ir a casa, cuando abrió.
–Alergia –Dijo y la miré confundido. –Tu presencia, me da alergia –Completo y volvió a cerrar la puerta.
Minutos después me di la vuelta y regrese a mi auto. No quería ir a casa ahora.
*
Toque el timbre para que después abriera Louis.
– ¿Te importa, cierto? –Dijo, al estar ya sentados en el living de su casa. Asentí. – ¿Cómo es que paso todo esto, Zayn? –Pregunto.
–Solo fue una broma, todo fue una broma, para mí lo fue… –Conteste.
Todas esas veces que la llame torpe, idiota o las veces que la humillaba frente a la clase. Con lo que abusaba por el simple hecho de saber que le gustaba. Cuando la pasaba empujando o tiraba sus libros a propósito. Todas esas veces que me burle, solo fueron simples bromas.
“Solo me he cansado”
“Me odio, no me gusta nada de mí, solo tengo defectos, soy horrible”
“Soy estúpida, una torpe, una tarada, y cualquier otro insulto mencionado por ti y por tus amigos”
“Para las personas que lo hacen les es importante para desahogarse”
“Soy absurda”
Y desde que la vi en el baño tirada sollozando, sangrando, sus heridas… Jamás podre borrar esa imagen de mi cabeza.
–Zayn, ¿estás escuchando? –Oí decir a Louis.
–No, lo siento –respondí saliendo de mis pensamientos.
Narra ____:
“Porque en mi mundo te has vuelto de alguna manera importante, desde aquella vez que te vi tirada en el baño” de alguna manera no podía sacar eso de mi cabeza, pero mi yo interno atacaba con que eso era falso, era falso porque él me había hundido de la forma más dolorosa. No le importo, él no sabe nada de lo que sufro. Nada.
–Imbécil –Dije y limpie mis lágrimas.
Pase el resto del día encerrada en mi habitación llorando.
Dieron las 09:07 p.m. Me vestí, poniéndome una blusa de tirantes dejando a la vista mis marcas ocasionadas por mí, ya que había calor y no aguantaba. No había nadie en casa y podía estar unos minutos así.
Baje para comer algo, alguna galleta que encontrara en la alacena.
Encontré un paquete y me senté a comerla. La puerta principal se abrió y segundos después apareció mi mamá por la puerta de la cocina.
– ¿Hiciste lo que te dije? –pregunto.
–Sí –Conteste fría.
Me concentre en la galleta que tenía en la mano observándola, para no poder mirar a mi mamá.
Sentí como se acercaba a mí. – ¿Qué tienes ahí? –pregunto. Levante la vista hacia ella y ella miraba hacia la galleta o eso pensé.
«Mierda». Había olvidado que traía puesta la blusa de tirantes.
–Nada –Balbuceé y puse rápidamente mi mano debajo de la mesa.
–Muéstrame tus brazos –Ordeno.
–Que no es nada –Repetí, esta vez con cierto enojo.
Me levante de la silla rápido e iba salir de la cocina cuando me sostuvo del brazo y me hiso girar a verla.
Alzo su vista a mi brazo derecho y se quedo paralizada, lo dejo caer y me miro con los ojos bien abiertos. Me miraba asustada y de repente de sus ojos comenzaron a salir lágrimas como de los míos.