Capítulo 2

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Maldiciendo su suerte, Hermione fue a la casa sola. Luna no podía ir porque su padre se iba a uno de esos viajes para variar.

El padre de Luna Lovegood, era un famoso escritor, y además llevaba grandes revistas, Así que por temas de trabajo tuvo que viajar por un tiempo a otro país.

Hacia ya 2 años que Luna y Hermione descubrieron la casa abandonada. Bueno, ya no tan abandonada, porque ellas prácticamente vivían ahí. Cada día después de clases iban ahí a pasar las tardes, era su rincón. Y sobretodo, nadie, absolutamente nadie a parte de ellas, podía saber de la casa.

A veces estaban asustadas porque, había una casa enorme pero algo vieja habitada a un kilómetro de su escondite, pero al parecer nunca se percataron de se existencia.

Cuando hoy Hermione llegó a la casa enfadada, se tumbó en unos cojines que había amontonado con Luna. Prácticamente estaba toda limpia, habían comprado una alfombra en un bazar, unos cuantos cojines y algunas mantas. Incluso habían hecho alguna pijamada diciéndoles a sus padres que se quedaban a casa de la otra.

Recordar todo eso le trajo nostalgia a la castaña, ya que no sabía cuándo volvería su amiga y eso la ponía muy nerviosa. Luna era su única amiga en toda primaria, y viceversa. No sé llevaban nada bien con sus compañeras, siempre las ignoraban o les pedían que las dejarán en paz. Cuando eran dos era fácil hacerlo, se daban como un mutuo apoyo, pero ahora que estaba sola se le hacía un poco difícil.

Se quedó mirando el techo, tranquila pero algo triste y aburrida, pensando en Luna y todo lo que habían vivido. Hasta que el ruido de un motor interrumpió sus pensamientos.

No era el de un coche, porque desde la casa no se escuchaban, nunca los había escuchado con Luna.

Miro por la ventana (La cual estaba rota) y vio a un camión, no muy grande. Pero era un camión, y detrás, otro, y otro, y otro. Fijo su vista otra vez al primer camión que se dirigía hacia esa casa enorme.

Tenía dos opciones, la primera: Quedarse en la casa para mirar que hacían. O la segunda: Salir de la casa para averiguarlo por ella misma. Pero no le hizo falta, ya que vio que los camiones tenían el nombre de una empresa de mudanzas en el capo.

Se estaba mudando alguien a esa casa, y no era nada bueno. Quería decírselo a Luna, pero no podía. Sus padres decían que era demasiado pequeña para tener un teléfono propio, ella coincidía en eso, pero en este momento le haría falta. Maldijo a sus padres mentalmente.

Estaba empanada mirando los camiones por la ventana, hasta que escucho un ruido. Lo conocía muy bien, era el crujido de la puerta para entrar a la casa. El chirrido hizo que se sobresaltara, pensó que lo mejor sería esconderse detrás de la puerta de una habitación.

Tardaría un poco en encontrarla, y con un poco de suerte, no lo haría o tendría tiempo de salir corriendo mientras quién sea que hubiera entrado se distrajera con el lugar.

La casa tenía dos habitaciones pequeñísimas que Luna y ella se encargaron de arreglar. No tenían muebles, pero estaban mínimamente limpias a pesar del suelo y las paredes, que tenían muchas manchas. El salón estaba más limpio, ya que siempre estaban ahí, y pusieron los cojines y las cosas anteriormente mencionadas.

- ¿Hay alguien aquí? - Era la voz de un niño, suspiro aliviada al saber que no era un adulto. Porque estaba libre de regaños y esas cosas.

La castaña salió de detrás de la puerta, algo disgustada y cruzada de brazos. No le agradaba nada la idea de que alguien hubiera entrado, y aún menos que se lo hubiera encontrado mirando todo el salón. Ahí habían algunos posters de cosas que les gustaban a Luna y a ella. Definitivamente odiaba que alguien que no sea Luna estuviera ahí.

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⏰ Última actualización: May 04, 2019 ⏰

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