Mi hermana se encontraba afuera jugando con la densa nieve que se alzaba milagrosamente por todo Toral, ya que raramente nevaba por esta zona. El crepúsculo le daba entrada a la noche, ella sonrió espelusnántemente desde más allá de las montañas, sonará extraño, pero vivíamos en una cuidad que estaba en un hole de Golf, rodeada de cerros que se alzaban sin dejarnos ver más lejos de las parcelas. Suspiré exasperado; Lara nunca tenía en cuenta la noción del tiempo por lo que siempre llegaba tarde a casa, así que decidí ir a buscarla. Cuando crucé el umbral de la puerta, una visible nube salió de mis entrecerrados labios que intentaban traspasar el calor a mis congeladas manos.
.- ¡Lara! .- Grité por debajo de la bufanda, pero no escuché ni rastro de ella. Normalmente, ella actúa como pollito buscando a su madre cuando uno la llama, tal vez se adentró más al potrero, pensé .- ¡Lara!
Un escalofrío recorrió mi columna vertebral como un cubo de agua fría al ver unos inquietantes ojos escudriñarme en el manzano de la colina, que para mi intranquilidad, estaba mucho más cerca de lo que pensaba. Sobé mis ojos por debajo de mis anteojos y volví a mirar en dirección a la colina, pero la figura de mirada oscura había desaparecido. Debe ser el cansancio, aseveró en un susurro mi conciencia. Seguí mi búsqueda con los pies entumidos y mis mejillas rojas por las corrientes de aire que danzaban tranquilamente alrededor mío, proporcionándome más escalofríos, y obviamente, frío.
Me acerqué a unos arbustos de deliciosas moras recordando aquella vez que nuestra madre nos invitó a cooperar con la colecta de éstas en mediados de septiembre. Siempre recordaré que después de ayudar con la colecta, nos sentamos en la serenidad de la terraza a comer mora, acabamos morados de tanto degustar. Tomé con delicadeza el fruto y la aplasté débilmente para corroborar su maduración, pero un gruñido me hizo soltar la mora y dar un respingo del susto. Entre las enmarañadas ramas y arbustos del potrero, desvié la vista hacia el provocante.
.- ¿Lara? .- Sonreí aliviado al encontrarla agazapada a las blancas nubes del suelo con sus manos resguardando una bola de nítida nieve .- Lara, se está haciendo tarde. Volvamos antes de que padre y madre vuelvan del trabajo .- Fruncí el ceño al no recibir respuesta y posé mi mano en su hombro para llamar su atención .- Oye...
.- ¿Por qué no jugamos a las escondidas, hermanito? .- Estaba de espaldas, por lo que no podía ver la expresión de su rostro, pero un sentimiento de inquietud recorrió mi columna vertebral, como si estuviera advirtiéndome.
.- Cuando volvamos tendremos tiempo para jugar. Ahora, vámonos .- Tiré de ella con sutileza. La luna estaba resplandeciente en el mar de estrellas, entregándome la información de que nuestros padres regresarían en dos tres horas más.
.- Entonces yo busco ¿Sí? .- Giró su cabeza para por fin ver su rostro que me dejó helado; Sus ojos eran como unos agujeros negros, sin vida, pero sus pupilas, más dilatadas de lo usual, estaban teñidas de un rojo carmín. Una sonrisa que ocupaba gran parte de sus mejillas me hizo retroceder del susto.
Lara se incorporó con su vestido de seda por debajo de la parca enmarañado y descuidado, casi como si hubiera tenido una trágica batalla en la que la tela no pudo si quiera alzar la bandera blanca. Sin decir nada, cerró sus ojos y comenzó a tararear los números en pequeños susurros. En cambio yo, obligué a mis piernas a correr en dirección a casa a pesar de su anterior estado inmóvil. La nieve se aferraba a mí como cadenas y mis pelos estaban erizados, ya no sabía si era por el frío o por el pánico que se regocijaba de mi debilidad. Cerré de un portazo la puerta, puse el seguro y retrocedí lentamente con la mirada puesta en mi única barrera protectora lejos de aquel monstruo. La razón de mi desesperación era desconocido, al igual que el paradero de lo que sería mi personalidad serena y calculadora. Un sentimiento de terror y supervivencia a toda costa abrazaba mi cuerpo como telaraña aprisionando a la víctima de su creadora.
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Pequeños Relatos De Una Pequeña Persona
NezařaditelnéMicro-cuentos sacados de la imaginación de una chica cualquiera. ¿Por qué no le echas un vistazo?