En los exámenes de ingreso a primero del instituto la profesora dijo las normas de manera distante, poco interesada, para luego entregar las pruebas respectivas.
- ¿Me prestas la goma?
La chica del lado me dedicaba miradas poco disimuladas entre la goma y yo.
- ¿Está bien?
Intenté ocultar mi desconcierto y le entregué la goma. Pensé que era la única vez que me la pediría, pero no fue así. Una, dos, tres, hasta cinco veces en solo un examen sin si quiera intentar ser discreta, simplemente la pedía con una sonrisa inocente.
Ese fue el comienzo.
Ingresamos en la misma clase y nuevamente fuimos situados uno al lado del otro en los pupitres y nuevamente me pidió la goma. Era como un partido de futbol; Nos dábamos los pases, de su pupitre al mío y viceversa, regocijándonos al momento de darnos cuenta que la profesora no nos había visto en el acto.
Esa tampoco fue la única vez de nuestro furtivo espectáculo en el que solo nosotros éramos conscientes, sino que perduró en todo el año. En el inicio me pareció algo molesto; Cuando quería borrar con la goma y estaba en manos de mi compañera, tenía que esperar hasta que la desocupara. Pero más adelante, cuando esto se volvió algo cotidiano y constante, simplemente comencé a aceptarlo. En un momento éramos como ninjas, ninjas que no querían ser descubiertos por los minuciosos ojos de águilas de los profesores; Desde el riguroso y dictador profesor de matemáticas hasta la simpática, pero recta profesora de biología. A pesar de ello, nadie podía atraparnos. Todo iba normal y conforme pasaban las clases, los exámenes de fin de año se acercaban amenazadoramente, y por ello, le regalé un borrador a la chica para que pudiéramos desempeñarnos de manera más concentrada e individual en este importante acontecimiento. Lo aceptó con la sonrisa más alegre y sincera que vi en una persona. Pero en uno de los exámenes intermedios...
- ¿Me... Prestas la goma?
Mis manos pasaron agotadas por mi rostro y con una sonrisa que intenté disimular por debajo de mis palmas le entregué el borrador.
- ¿Qué le pasó a la goma que te regalé?
- La perdí... Lo siento
Suspire y seguí con lo mío.
Por razones de tiempo y que mi mente andaba en otro mundo, se me olvidó pedirle la goma al final de clases por lo que ella se la llevó. Le quité importancia, Después de todo, podía pedírsela mañana... O eso era lo que pensaba. La chica de al cuál había creado lazos desapareció. No asistió casi todo el último semestre y ni sus amigas sabían la razón de su inasistencia. Simplemente no volvió.
"No puede faltarse los últimos exámenes, ella volverá. Debe tener un problema familiar o un resfriado"
Esas eran las palabras que me decía a mí mismo para convencerme de una mentira.
Llegaron los exámenes y llegó la atmósfera nerviosa, donde de los estudiantes salía humo de sus cabezas por toda la información que difícilmente procesaban. Pero ella no era uno de esos alumnos. Nuevamente no se presentó en este evento que cumplía gran parte de su futuro.
Mediante pasaban las horas miraba disimulado el pupitre que tenía a mi lado.
"Volverá, lo sé"
"A lo mejor tuvo un problema con el transporte"
"¿Se habrá quedado dormida?"
"Quizás está atrasada"
Después de los exámenes tampoco supe de la chica. Los profesores simplemente la dejaban "ausente" y no daban los argumentos de esa "ausencia". Sus amigas simplemente no hablaban de su "amiga" y no daban importancia a esa "amiga". Y yo... No hablaba tampoco de ella, pero por dentro estaba sumamente preocupado. La ansiedad no era algo por lo que estuviera acostumbrado, era lo contrario; Me consideraba alguien bastante tranquilo y sereno, por lo que este sentimiento fue el motor que me llevó a hablarle a un profesor.
- Está en el hospital. No creo que vuelva este año
Ese fue el agua que rebosó el vaso.
Después de una conversación bastante agitada con el profesor me dirigí al hospital y ahí la encontré; Conectada a demasiados tubos, con una máquina en la boca que la ayudaba a respirar, casi inconsciente y con la mirada perdida en el techo, como si no tuviera vida.
- Justo estaba... Deseando... Verte.
Le iba a responder, pero las palabras fueron ahogadas por mis propios pensamientos, trayendo un silencio que me recordaba al de los exámenes; Frío, desconcierto, miedo. Miedo de verla en una camilla tan enclenque.- ¿Qué te pasó?
Silencio.
- ¿Cómo... Están... Los de la... Clase?
Responde en cambio. No quise seguir preguntando, pensé que no quería hablar de su situación cuando evadió el tema y lo entendí, lo entendí tan bien que, sin importarme el orgullo, me lancé a abrazarla y unas lágrimas escurrieron por sus ojos. Cuando me separé ella ya se había tranquilizado.
- Tu... Goma.
La miré desconcertado.
- Toma.
Estiró sus manos temblorosas, y aquel borrador que tanto habíamos compartido, que nos había juntado la primera vez que nos vimos, estaba reposando en las pálidas palmas de sus manos. Yo simplemente me tapé el rostro ocultando mis lágrimas rebeldes junto a una risa nerviosa.
- Se me... Olvidó... Entregártela.Cerré sus puños y los acerqué a su pecho todavía con la goma en sus manos.
- Quédatela para que en el próxima examen que tengamos juntos no me pidas el borrador.
- Claro.
Me sonrió, con la misma intensidad que aquella primera vez que le presté el borrador; Alegre, como si nada malo estuviera pasando, tanto que me sorprendió y me contagió su sonrisa. Era la primera vez que habíamos entablado una conversación normal, pero la poca comunicación que tuvimos en el instituto no fue un impedimento para que la chica se tomara todo mi cariño.
- Nos vemos... En el próximo... Examen.
Pero la verdad es que... No hubo un próximo examen juntos, sino un próximo adiós y una historia que ni la importante goma que perdí podía borrar de mi memoria.
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Pequeños Relatos De Una Pequeña Persona
DiversosMicro-cuentos sacados de la imaginación de una chica cualquiera. ¿Por qué no le echas un vistazo?