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Ranma ½ no me pertenece.

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d R A m A t i C

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(2)

Desde la sala, sentados a la mesa del desayuno, la familia solo escuchó los pasos retumbando sobre el piso de madera y luego un borrón rojo que cruzó por la puerta.

—¡Se llevaron a Akane! —fue el grito de Ranma antes de desaparecer por la puerta de entrada.

—¿Qué? —Soun Tendo bajó el periódico que leía, dio una mirada en torno a la mesa y recién se dio cuenta de que su hija menor no se encontraba presente—. ¿Dónde está Akane?

—Eso es lo que quisiéramos saber, papá —replicó Nabiki con ironía.

Su humor estaba bastante ácido esa mañana, la noche anterior se había despertado después de escuchar algunos ruidos extraños que provenían de la habitación de Akane y de pronto se imaginó que eran su hermana y su cuñado en actividades bastante... físicas. De inmediato la idea de ellos teniendo relaciones la asqueó, la perturbó por un momento y al final le dejó una suerte de insomnio el resto de la noche, que recién amainó a eso de las seis de la mañana. ¡Esos idiotas no podían tener mejor idea! ¿Por qué no se habían ocupado de esas actividades cuando todavía estaban en la escuela y ella podía tomar fotografías, filmarlos y luego chantajearlos? Hacerlos pagar por aquella falta de sueño, al fin y al cabo. ¡No! Los idiotas esperaban hasta que ya a nadie le importaba lo que hacían y ella no podía sacarles partido.

—Imbéciles —resopló por lo bajo y dio otro sorbo al té verde. Ese día necesitaría mínimo tres tazas antes de comenzar las clases.

—¿Cómo que se llevaron a Akane? —inquirió Nodoka—. ¿Qué quiso decir mi hijo?

—No entiendo nada, tía.

—Se la llevaron. —Nabiki parpadeó—. ¿Entonces no estaban haciendo...?

Al ver que los demás se levantaban y subían la escalera encabezados por Nodoka, también se levantó. El cuarto de Akane estaba desordenado, las cosas tiradas y la ventana abierta.

—¿Han secuestrado a mi bebé? —dijo Soun—. ¡Han secuestrado a mi bebé! ¡Saotome, se han llevado a mi bebé! —exclamó tomando a su amigo por el cuello del gi y sacudiéndolo.

—Calma, Tendo, calma —replicó Genma—. No es nada que Ranma no pueda resolver, recuerde que ya hemos pasado por esto.

—Ranma lo resolverá, ¿verdad? Sí, lo resolverá —sollozó Soun en el hombro de su amigo.

—Mi hijo no permitirá que le hagan nada malo a Akane, puede estar seguro —sentenció Nodoka alzando la barbilla con orgullo.

Ella y Kasumi comenzaron a ordenar el cuarto y tender la cama. Nabiki, sin embargo, de pie en el quicio de la puerta, sentía que había algo que no estaba bien.

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