capítulo 2

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El timbre sonó, indicándonos que debíamos abandonar el aula y salir a receso. 

Tomé mis libros de texto y me dirigí a los casilleros grisáceos junto a Gaby.
—¿Por qué le temes a Leyva? —Solté repentinamente.
—Porque ha acabado con la vida de muchas personas.
—Gaby —Suspiré mientras cerraba la puerta de mi casillero con fuerza—. Deja las bobadas como esas de lado. Son, únicamente ru-mo-res —Separé en sílabas.
—¿Cómo sabes que lo son?. Tan solo observa su apariencia y su constante ceño fruncido.
—¡Basta de estupideces! —Grité—. Aburres mi día hablando de él siempre y de sus falsos cometidos. ¿Podrías pausar algún momento? —Fruncí el ceño y alboroté muy poco mi cabello—. Pareciera que estás perdidamente enamorada de él.
—¿Qué?, estás loca. ¡Que terror!, ha abusado sexualmente de chicas, para luego, hacerlas fallecer. Así..
—¡Cállate! —Le grité.
—Si no quieres creer todo lo que te estoy diciendo, no lo creas. Adiós Parker —Musitó mientras se alejaba indignada.

¡Diablos! ¿Jamás dejará los absurdos rumores de lado?. Son más falsos que el cuerpo de Madonna. 

Dí la media vuelta y me estrellé contra un torso fuerte, pero cálido. Estuve a punto de caer y cerré los ojos, en cuanto sentí una mano en mi cintura.

Abrí lentamente los ojos y me encontré con los de él. Tenían un brillo único y de un hermoso e intenso color verde. 
Nunca antes había notado sus ojos.. George tenía unos globos oculares que te dejaban hipnotizada y atrapada dentro de ellos.

—Ahm.. —Logré articular, volteando la mirada.

Todos nos observaban atentos.

—Eh, disculpa —Me soltó y recuperé el equilibrio.
—G..Gracias Leyva —Me ruboricé para luego dar la media vuelta.

¿Qué diablos hacía él allí?, ¿Oyó mi conversación con Gaby?, ¿Por qué jamás noté sus brillantes ojos color verde?.

(...)

Observé a Jerry con Gaby juntos en las primeras mesas de la cafetería. Corrí a ellos y saludé a Jerry con un simple beso en la mejilla y un “Hola”. Me quedé observando a Gaby.
—Gaby... —Hablé, finalmente, luego de cuarenta y dos eternos segundos—. ¿Estás enfadada? —Vaya que pregunta más estúpida. 
—¿Qué crees tú? —Respondió obvia mientras bebía zumo de manzana.
—Bien, bien; lo siento. Solo que cuando hablan de... Leyva—Recordé lo ocurrido en el corredor—, me enfado. Discúlpame, ¿Sí?..
—Vale, vale —Sonrió—. Disculpas aceptadas.
—Por cierto, ¿Qué cuentas Jerry?, ¿Cómo va el soccer? —Sonreí y observé a sus ojos Cafés.
—Muy bien. Tenemos partido el viernes por la noche.
—Debe de ser genial para ti; después de todo, el soccer es tu pasión.
—Así es.
—Bueno, el equipo contrario tendrá unas grandes posibilidades de perder, ya que junto a mi está el mejor capitán castaño de ojos cafés que mide un metro setenta y uno —Sonreí, él rió.

Jerry Hernández está estúpidamente enamorado de Gaby. Es muy tierno y deportista, es más, ya es capitán de un importantísimo equipo en Londres. También, es amigo y colega de Brandon, mi hermanastro; y al igual que él, es dos años mayor.

Narra George.

Aquellos ojos color miel los tenía en mi mente desde la ocurrencia en el corredor. No podían salir de mi cabeza. 
—¡Joder Alfredo que estoy hablando contigo! —Gritó Manuel—. ¿Qué mierda ocurre contigo?, haz actuado ido desde que te encontré parado como inútil en el corredor.
—Maldición, nada ocurre conmigo. Estoy como siempre —Musité frío—. ¿Dónde está Choco ahora, joder?.
—Se fugó. Fue por alcohol a casa de Connor. También allí está Gerard.
—Claro —Hablé sin interés alguno.
—¡Estás completamente extraño, George! —Exclamó.
—Que no, maldición. Ya basta de joderme las bolas o te golpearé —Dije sin más.

Allí estaba ella, riendo.

Pedí un refresco a la chica que permanecía tras un gran mesón color azul bebé, para luego, recorrer la cafetería con la mirada.

Una extraña corriente eléctrica se deslizó a lo largo de mi cuerpo al unir nuestras miradas. Era incapaz de correr mi vista de sus globos oculares profundos.

Sonreí por impulso. Y eso fue lo más extraño de todo el puto día.

El chico maloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora