capítulo 9

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—¡Parker!.
Una voz masculina y conocida gritó a mis espaldas, volteé y era.. ¿George?.
—¿Eh?.
—La enfermera pidió que te entregara esto.. —Extendió su brazo para entregarme unos papeles—. Documentos de tu estado antes.
—Claro, gracias. —Giré un poco la mirada para encontrarme con una petrificada Jay—. ¿Jay?
—E..es.. Geo..George.. Ley..Leyva.. 
—Actúas igual a Gaby.
—¿Nos matará? —Susurró a mi oído.
—¡No seas tarada! Es George. —Tomé las mejillas de George y comencé a moverlas de arriba a abajo, de un lado a otro—. ¿Ves?
—No vuelvas a hacer eso —Musitó alejando ambas manos de golpe.
—¿Tú me lo dices?.

Diablos, un momento somos “cercanos” para, al otro segundo, ser distantes. Somos infinitamente bipolares.

—¿Ves a alguien más hablando? —Me fulminó con aquellos ojos color verde que posee.
—Cállate Leyva. Solo no asustes a mi amiga. —Rodé mis globos oculares.

Dicho eso, dió media vuelta fríamente y se retiró de mi lado.

Dicho eso, dió media vuelta fríamente y se retiró de mi lado.

—¿Hace cuánto tiempo eres amiga de ese delincuente? —Preguntó Jay como si nada.
—Primero que nada, no soy amiga de Leyva; y segundo, no es un delincuente, solo son rumores.
—Estás defendiendole —Canturrió.
—No digas tonterías —Sonreí irónica.
—Por otro lado.. — Esquivó el tema—. ¿Y Gaby?, acostumbran estar juntas..
—Discutimos.
—¿Otra vez? —Rodó los ojos—. Siempre es lo mismo: Amigas, discuten y amigas nuevamente —Realizó una breve pausa—. ¡Oh! ¡Mira! ¡Ahí está! —Señaló a Gaby sonriendo—. ¡Vamos!
—No creo que.. 
Cuando me dí cuenta de donde estaba en pie, reaccioné. 
—¡Oye! —Exclamé enfadada.
—¡Gaby! ¡Meses que no te veía! —Gritó emocionada.
—¡Dios!, ¡No puedo creer que hayas vuelto!.

Observé el momento en el que se abrazaron, para luego desviar la vista y me encontré con Brandon sentado bajo un árbol mientras estudiaba una fórmula —O eso creí ya que usaba el texto de matemáticas—.

—¿Y en tu vida Gaby?, ¿Te gusta alguien? —A veces Jay podía ser demasiado directa.
— Hmm.. yo.. —Observé como sus mejillas tomaban color.— Hay alguien.. 
—¿Quién? —Preguntó aún más intrigada, Jay.
—George...George Leyva.

La miré sorprendida, estaba en lo cierto.. pero.. ¿George?. Sentí una punzada en el pecho, la pregunta a eso sería ¿Por qué?, nunca antes lo había experimentado.
—¡¿Leyva?! —Gritó.
—¡Baja la voz Jay! —Gaby tapó su boca para que se callase.
—¿Es eso verdad Gaby?.. —Pregunté ¿Decepcionada?
—Sí y.. _______, no puedo enojarme contigo.. —Sonrió tiernamente para luego abrazarme.

(...)

Las clases fueron eternas, intenté no cruzarme con Brandon y George y funcionó.
Recordé los momentos con George, luego lo ocurrido con Brandon; y diablos, mi cerebro era un desastre.

—Christian nos invitó a su fiesta, este Viernes —Sonrió Jay.
—¿Hora? —Pregunté intrigada. Digamos que adoraba las fiestas, con ellas olvidaba todo lo que ocurría a mi alrededor.
—Desde las ocho de la tarde y más allá.
—Iré —Sonreí.
—También yo —Me siguió Gaby.

(...)

Llegué a casa y no me asombré al no ver a mamá en casa, ya es costumbre. Subí las escaleras velozmente y me tiré sobre la cama, para caer en un profundo sueño.

Desperté y miré hacia el reloj, 22:34 PM. Saldría a caminar, dormí una eternidad. Coloqué mis converse en mis pies, unos pantalones cortos y un gran poleron color rojo sin cierre. Sigilosamente bajé las escaleras —Realmente no tenía idea de por qué, mamá no estaba en casa y supongo que Brandon estaría aún en la biblioteca, con lo nerd que es— y comencé mi caminata “nocturna”.

El viento golpeaba mi rostro de una manera suave y relajante. Cerré los ojos y me dejé llevar, sin darme cuenta donde me dirigía. Hasta que los abrí. Me encontraba en un horrible y maloliente callejón negro.
—Vaya, vaya.. —Una voz masculina murmuró—. ¿Qué tenemos aquí? —Un chico alto y vulgar salió de una sombra que ocultaba su rostro.
—¿Qué quieres? —Interrogué neutra para que no se notara el miedo que recorría mi ser.
—Estás buena.. —Musitó acercándose más.
Remojo sus labios, para luego, morder el inferior con deseo.
— Si que estás buena.. —Oí otra voz detrás mío.

Mi cuerpo comenzó a temblar, moría de temor, jamás me había ocurrido algo como eso. No sabía que hacer y se podría decir que estaba rodeada por delincuentes, eran tres contra una.
—Piérdanse.. —Hablé y me largué a correr con las esperanzas de que ninguno me atrapara. Al correr por el lado de uno de ellos tomó firmemente mi cuello y me llevó hacia la pared, se sentía horrible.
—Nos perderemos dentro de tí, preciosa.. —Dijo éste, se notaba como el líder.
—Me das asco —Musité a penas audible, me tenía del cuello, recibía el mínimo oxígeno posible en esos momentos—. Cerdo.
Sentí como aquel hombre comenzaba a tocar entre mis piernas, hasta subir a mis caderas y cintura. ¿Pero que diablos intentaba hacer conmigo?. Sea lo que sea, no lo permitiría.
—¡Suéltame! —Intenté zafarme pero era imposible.
—Oh claro que no.. —Comenzó a tocar mi vientre plano y con lentitud subió, hasta alcanzar mis senos—.Nos divertiremos un rato.. —Dijo saboreando sus labios una vez más.
—Suéltame.. por favor.. —Supliqué.
—¡Jack! ¡Inyéctala! —Ordenó al otro chico.
—Claro —Respondió otro, fué por algo extraño y luego volvió donde me encontraba.
—Nos vemos preciosa.

Mi cuerpo se debilitó al sentir como un frío líquido recorría todo mi organismo. Los ojos me pesaban, no podría sobrevivir tanto con éstos abiertos. Entonces, se cerraron, dejando que la oscuridad me invadiera.

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El chico maloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora