Cutie Park / YM

O4|

" Las heridas físicas pueden sanar pero, las de adentro son las que queman y no borran sin importar cuatas operaciones puedan pasar por ti y tus heridas"

Año 2001, 13 de octubre.

—¿A donde vamos ahora? —preguntó el niño rubio de apenas seis años a sus progenitores.

—No desesperes Jimin-ah, ya vamos a llegar a nuestro destino — Le respondió su madre de manera fría, con una falsa sonrisa pegada en su rostro.

El más bajito solo mantuvo silencio mientras repartía lamidas a la paleta de colores en sus manos.

Sonrió al recordar el maravilloso día que sus padres le hicieron pasar. Le llevaron a un parque de diversiones, luego fueron al zoológico y de ahí obtuvo la gorra de León que lleva en este instante también pasaron un rato por el circo y comió mucho algodón de azucar.

Ya al final del día están caminando hacia el parque donde están las aburridas sillas donde se sientan los vegestorios a lanzarle pan a las aves, pero al menos obtuvo lindos recuerdos de ese día.

Se había dado cuenta de que habían llegado a su destino cuando escuchó el aleteo de las aves, las voces chillona de los niños que jugaban con una pelota, los gritos de los vendedores de caramelos y los tumultos de personas que rodean los puestos de artesanía.

Miró un carrito cargado de globos de diferentes colores, admiró con sus pequeños ojos cada uno de estos que se encontraban flotando.

— ¡Mami, Papi! ¡Vamos allí! — exclamó emocionado el pequeño.

Sus padres se miraron fijamente unos segundos antes de dejar a su pequeño hijo en una de las sillas que este consideraba aburrida, haciendo la promesa de que regresarán con el globo de su color favorito.

Debía admitir que aquel puesto se encontraba un tanto lejos, apartó la mirada a otro lugar donde estaban los niños y niñas correteando por todo el parque, algunos tenían patinetas, otros llevaban unos divertidos patines y Bicicletas.

Se ve divertido.

Pensó el niño rubio mirando la paleta de colores en sus manos, a su lado se encontraba el bolso que su madre le había entregado el cual llevaba unos aburridos papeles llenos de garabatos que no sabia lo que decían.

Miró nuevamente al puesto de globos que ya se estaba alejando, buscó con la mirada a sus padres pero no pudo divisar a la mujer del vestido de lindas flores y al hombre alto y fuerte de la camiseta de Mickey Mouse. Su labio inferior tembló de miedo al no poder verlos, se puso en pie tomando la bolsa que sus padres le habían dicho no extraviar y caminó por todo el lugar buscando a sus padres.

— ¿Mami Kim? ¿Papi Kim? —los globos oculares de el pequeño rubio se llenaron de lágrimas y el corazón se le había acelerado.

Asustado, caminó por todo el lugar buscando a sus papás y al no ver señales los sollozos empezaron a salir de su pequeña boquita y las lágrimas caían como cascadas por sus mejillas regordetas.

Un fuerte golpe en su cabeza le hizo caer al suelo, se quedó inmóvil ahí tirado mirando el cielo azul que ya empezaba a desaparecer con el atardecer.