capitulo 4

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Todo solucionado, los meses fueron pasando, los dos abandonaron el trabajo, y ya habían anunciado el embarazo, estaban muy felices, iban a tener un niño, y ya estaba todo preparado para su llegada. Como Amaia tenia un embarazo un poco complicado, su madre iba de vez en cuando a Barcelona, Amaia ya estaba de ocho meses:

Alf: Hola Javiera, pasa.

JV: Hola, ¿y Amaia?.

Alf: Acabamos de almorzar, y se fue a dormir un rato, el enano no para de moverse.

JV: Ay, tenía que tener los genes de su padre...

Rieron, estuvieron charlando hasta que escucharon a Amaia levantarse, y dirigirse hasta donde estaban ellos, tenía mala cara, estaba pálida:

Alf: Hola titi, ¿cómo haz dormido?.

JV: Mi niña, tienes mala cara.

Am: Hola mama, apenas he dormido, tu hijo no se esta quieto, me duele la espalda... (Se sentó junto a Alfred) y me duele aquí debajo (señalo el bajo vientre) es como una punzada muy fuerte...

Alf: Cariño, ¿vamos al hospital?.

JV: Alfred, no preguntes, coge las cosas y vamonos, cariño, esta a punto de ponerte de parto...

Y como siempre, Javiera no sé equivoco, se fueron al hospital, y dos horas después, el pequeño Carlos ya estaba en el mundo, después de descansar un poco, ya estaban en la habitación, Alfred, Amaia y Carlos, porque Javiera estaba informando a la familia...

Alf: ¡¡¡Madre mía, como traga!!!.

Am: De tal palo... auuuu...

Alf: ¿Te duele?...

Am: Sí, mucho, traga muy rápido, me va absorber el pecho.

Alf: La doctora a dicho que se te pasará en unos días. Es tan guapo como su madre...

Am: ¿Qué dices?, tiene tu pelo, esta muy gracioso, con el pelo todo dislocados... Jajaja

Alf: No te preocupes que su padre le enseñará como tratarlos.

Am: Haz oído cariño, tu padre te dará clases de peluquería...

Alf: Te quiero Amaia...

Am: Y yo a ti...

Disfrutaron del pequeño al máximo, después volvieron al trabajo, como más éxito de lo normal, habían conseguido compaginar las tareas de padres con las profesionales, Amaia tenía una gala en Madrid, y Alfred estaba libre, así que el se quedo con el niño en Barcelona, el pequeño tenía un año y medio, hablaba un poco, y corría como los galgos, no paraba quieto un segundo, Alfred jugaba con él, por toda la casa, le encantaba disfrutar con el niño, y se emocionaba cada vez que le oía llamarle papa, jugando a "La cogida", llamó Amaia:

Alf: Te pille, Jajaja, ¿diga?... ay, Carlos...

Am: Sí estáis muy ocupados, llamó luego...

Alf: No, no, cariño, espera,... Carlitos, cariño, es mama... espera... ay... no... como te haga cosquillas verás... ven aquí, fiera... Amaia, mi vida, es que estábamos jugando...

Am: ya me he dado cuenta, entonces estáis bien, ¿no?.

Alf: Sí,... ¿quieres que te lo ponga?.

Am: Sí, por favor, que lo oigo reír mucho...

Alfred tardó unos minutos, en coger al niño, cuando el pequeño supo que su madre estaba al otro lado, le quito el teléfono a su padre:

Carlos: Mamiiii...

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